La paz recompone el escenario político?
30/09/2012
- Opinión
La paz, paradójicamente, ha sido un tema de controversia y polarización de los colombianos, antes que de unidad nacional, no porque haya sectores que no la quieran, sino porque hay maneras distintas de entenderla e igualmente porque hay opiniones diferenciadas acerca de los caminos para llegar a ella.
A propósito de los entendimientos de la paz, tenemos desde aquellos que sueñan con una paz asimilable a la consecución de una especie de ‘revolución por contrato’, donde lograrla significa al tiempo conseguir una sociedad igualitaria, equitativa; en el otro extremo, están los que consideran que la paz es exclusivamente el desarme y la desaparición de los grupos ilegales.
“Para unos la paz es la eliminación de sus adversarios (por la supresión física o por la autoeliminación). Para otros la paz es la consecución de sus utopías orientadoras. Para los de más allá es la obtención de las reivindicaciones más sentidas y aplazadas históricamente…
En esa medida es pertinente diferenciar analíticamente la paz como un estado deseable, que algunos asimilan a las utopías de la sociedad justa e igualitaria. De la paz entendida como eliminación de la violencia para la resolución de los conflictos sociales y personales. Lo cual quiere decir que cuando hablamos de paz no estamos haciendo referencia en el mediano plazo a la obtención de la sociedad deseable, sino a la no recurrencia a la violencia para dirimir conflictos. E implícitamente estamos señalando que los conflictos son algo inherente a las sociedades humanas y que por lo tanto no se trata de proscribir los conflictos, sino de buscar canales que posibiliten la tramitación y resolución de los mismos sin acudir a la violencia contra el otro.”[1]
Igual sucede acerca de la forma de conseguirla; para unos debe ser con base en un triunfo militar y una capitulación del adversario (algunos han denominado esto una especie de modelo de pax romana), otros consideran que debe ser a través de una negociación entre el Estado y los alzados en armas contra él y ahí de nuevo, se plantea la controversia a propósito de qué tan amplia debe ser la agenda de temas a considerar y la profundidad de las concesiones que se otorgue.
Este resumido panorama nos muestra cómo es de difícil construir consensos al respecto y si a ello le sumamos todos los dolores, daños y odios que ha producido el conflicto interno armado a lo largo del tiempo, en diversos sectores de la sociedad, la situación sin duda se vuelve más difícil en términos de construir acuerdos.
Y esto por supuesto se convierte en un factor de tensión y controversia al interior de los partidos políticos (no estoy seguro sí también de fractura de los mismos, probablemente no). En el proceso del Presidente Belisario Betancur, la verdad es que los partidos políticos no fueron tan claros en su acompañamiento, aunque el modelo de conversaciones a través de comisiones presidenciales tampoco favoreció esto; durante el proceso del Presidente Andrés Pastrana, si bien los partidos se ‘subieron’ inicialmente al entusiasmo inicial de la posibilidad de la paz, progresivamente fueron dejando sólo al Presidente. Esto significa, que pocas veces los partidos políticos acompañan a fondo los compromisos presidenciales en este tema y más bien tienden a actuar dependiendo de cómo vayan los resultados de las conversaciones y cómo reacciona la opinión pública en relación con los mismos.
En el caso actual, evidentemente los partidos políticos de la Unidad Nacional (Conservador, de la U, Liberal, Cambio Radical y Verde) han expresado apoyos mayoritarios al Presidente y su política de conversaciones con la guerrilla de las FARC, sin embargo, al interior de cada uno de éstos partidos políticos hay sectores o parlamentarios que por distintas razones (ideológicas, políticas, personales) presentan algún tipo de resistencia a esta iniciativa presidencial. Probablemente, por el momento, en la medida en que estamos en la ola optimista de estas negociaciones, estos sectores reacios, simplemente expresan sus críticas o desacuerdos con sordina, pero si las conversaciones por cualquier circunstancia no tienen un desarrollo adecuado (se enreden o se dilaten) es probable que estas voces críticas y quizá realmente opositoras, tomen fuerza cada vez más y en esa medida alcen el tono de sus discrepancias.
En la mayoría de los partidos de la coalición de gobierno tenemos hoy día sectores que podríamos llamar más ‘santistas’ y sectores más afines al ’uribismo’, aunque coexisten en buena medida por los compromisos de participación política y burocrática al interior del gobierno. Estas facciones, más o menos identificadas, podrían tensionarse, pero no creo que sea posible su ruptura –quizá puedan darse algunas deserciones puntuales, pero seguramente no van más allá de esto- dependiendo de la evolución de las conversaciones con la guerrilla y del tipo de acuerdo a que se llegue.
Este debería ser, sin embargo, un campo a monitorear permanentemente por el Gobierno; de hecho, la idea del Presidente de que sean unas conversaciones de corto plazo buscaría evitar que un proceso de conversaciones dilatado, lleven a generar desconfianza en la opinión pública y por lo tanto el riesgo de pérdida de apoyo de los partidos políticos.
Finalmente, si las conversaciones concluyen exitosamente, como creo debemos esperar los colombianos, en un escenario de postconflicto armado, se pueden generar procesos de recomposición y realinderamiento de los partidos políticos, especialmente de la izquierda, pero no sólo, que impliquen nuevas alianza o reacomodos con el ingreso en la política legal de los sectores provenientes de la insurgencia guerrillera.
Alejo Vargas Velásquez
Profesor titular Universidad Nacional, Coordinador Grupo de Investigación en Seguridad y Defensa.
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 322
Semana del 28 de Septiembre al 4 de Octubre de 2012
Corporación Viva la Ciudadanía
[1] VARGAS VELASQUEZ, Alejo, “La Sociedad Civil y su relación con la Paz, la Seguridad y la Defensa”, en, Mauricio García Duran S.J. (Compilador), Seguridad, Espacio Público y Participación Democrática, CINEP, Bogotá, Febrero, 2010.
https://www.alainet.org/en/node/161380
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