A un cuarto de siglo de la caída del Muro de Berlín

Es harto selectiva la caída de los muros? (II)

17/11/2014
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Repaso breve de la producción de pensamiento crítico sobre la entrada cultural del mundo en la “unipolaridad” capitalista y el fin de la Guerra Fría mediante la unión de las dos Alemanias. ¿Sigue tan selectiva la caída de los muros?
 
Mientras una normativa se mantenga vigente en el pensamiento y las estrategias de la política hegemónica capitalista, dicha normativa sigue vigente. Y si pareció perder utilidad no es más que disimulo. Ya José Martí alertaba en el siglo XIX que en política lo real es lo que no se ve. 
 
A pesar de los esfuerzos desplegados por los centros de poder, cuando sobre todo culturalmente diseñan e imponen un ambiente de homogeneidad política que responda a los intereses de la hegemonía angloestadounidense como líder, el contexto de violencia y desigualdad orgánicas que las soporta permite descifrar las secuelas del teatro neoliberal activo en que se ha convertido el retroceso hacia delante de un sistema en crisis que se autodilucida como eje del avance civilizatorio.
 
La UE previo a su constitución actual reunió a las dos Alemanias para al final terminar auto fragmentándose bajo el sometimiento al benefactor del Plan Marshall, que exige desmantelar al Estado de Bienestar implementado para contrarrestar a un campo socialista ya inexistente. Tras el jolgorio mundializado por la caída del Muro de Berlín, siguió el de gobiernos como España –la monarquía enquistada-, por haber hecho el grado para su entrada en la Unión; o de Grecia que falsificó hasta la marca de sus calzones por la misma razón, con una fe sin ojos en la celebración de unas olimpiadas que más parecieron un acto previo al suicidio de la sustentabilidad económico política, a manos de los bancos angloestadounidenses; mismos que expeditaron el agravamiento de la crisis actual del sistema con la barbaridad criminal de sus productos financieros basura. Explotaron como insolventes para caer en paracaídas sobre los brazos de la Reserva Federal de los EEUU que los acogió y salvó a costas de la sobrevivencia del cuerpo social. Algo más se cayó al piso con ese dichoso Muro de Berlín.
 
Reflexionando desde Felip, la caída del muro de Berlín en 1989 fue vista por los pensadores más conservadores como el inicio del «fin de la historia», que suponía la hegemonía global del capitalismo, su ansiada unipolaridad bien cacareada por los Bush (padre e hijo), de la economía de mercado, y de las democracias liberales en la mayoría de los países del mundo sometidas al dominio indiscutible de los EEUU y a la supervisión militar de la OTAN. Aparentemente, esta ha sido la situación en el periodo de la globalización neoliberal, culturalmente instaurada por la cida del muro de marras, hasta el estallido de la crisis financiera de 2008, que da relevancia a las contradicciones insalvables del capitalismo. Tras la birra de la sociedad de consumo, la nueva Gran Depresión suscita una renovada curiosidad por un pensamiento crítico menos domesticado, lo que incluye al interés en las ideas del marxismo, una línea política y teórica que hasta hace poco se consideraba muerta, o presente de manera residual en pequeños partidos políticos y en un puñado de departamentos universitarios. Aunque la política se aprende en la praxis a su vez sólo la sabemos al dedillo por medio de fuentes y documentos históricos. Básicamente textos. Buena parte del estudio de una corriente de pensamiento político, como el marxismo, debe basarse en una lectura y en una interpretación-reinterpretación de textos. Lo que supone problemas porque siempre existirá entre el pasado y el presente una barrera histórica que hace que los lenguajes y las ideas puedan parecer distantes. Y no hay lecturas inocentes; se lee desde un tiempo y un lugar específicos. A la hora de interpretar los documentos, las obras, las contribuciones teóricas, existe un diálogo ineludible entre el presente y el pasado en busca de futuridad sustentable donde el presente se ilumina desde el conocimiento de la historia como acumulación cultural. Y el pasado se actualiza para hacerlo encajar en nuestra cotidianidad.[1](1)
 
Brauer otea naufragios en las prótesis culturales autónomas de su orientación en términos políticos. Un relato determinista que amaga con oponerse al inexorable curso de la historia puede ser usufructuado por marxistas apocalípticos (dogmáticos) o desmanteladores del Estado de Bienestar. La caída del Muro de Berlín –según Brauer -, trajo aparejada la caída de cierto Zeitgeist tensionado competitivamente entre dos paradigmas culturales. Todas las reformas al capitalismo que logró la amenaza del comunismo no cayeron junto con el bloque soviético, pero “nuestras utopías se dirigen ahora con más facilidad hacia los animales en extinción que hacia las personas en extinción”; algo que se evidencia entre guerra y guerra de agresión imperialista. Mientras económicamente todos los países presentan un modelo mixto con variaciones de grado pero no de diseño general, la caída de las certezas en las ciencias (sociales) que componen la autoridad del saber demolió esta súbita erección de la muerte de las ideologías, generando una horizontalidad coral de reivindicables extranjerías.[2](2)
 
Curioso modo que el autor enunciado tiene de mentar la muerte póstuma de las teleologías de izquierdas y de derechas. Ese fallecimiento casi previsto por algunos lúcidos, ha provocado la biologización de la violencia con que el sistema burgués intenta garantizar la continuidad de su acopio parasitario de capital mediante un expolio inaudito de quienes ya poseen nada. ¿El jolgorio berlinés ante las ruinas ya casi imaginarias de aquel muro celebran la “libertad” en sí, o el ascenso de Alemania a su reinado dentro de la misma Unión Europea expoliando a los miembros más débiles de ella? Los cuerpos sociales de España y Grecia piden auxilio con el agua al nivel de la nariz. El Reino Unido de Cameron se acerca y se distancia de la UE mientras retiene por el cuello a Escocia y lamenta con nostalgia que el obeso Churchill no hubiese tenido la suficiente capacidad de convencimiento para que Harry Truman desviase una de las bombas atómicas hacia Moscú –en 1943, se ha comentado, por parte del Reino Unido y los EEUU ya habían 330 bombas atómicas reservadas para la extinta URSS-; o hubiese incluido al Moscú estalinista dentro del menú. Ahora que Putin está enseñando músculo y no se deja arañar cuando recuerda que Rusia nunca ha sido conquistada.
 
¿El bloqueo criminal contra Cuba es “un muro berlinés” que debe caer del lado cubano para salvar al lado angloestadounidense? ¿Quién le dijo a la academia angloestadounidense que el socialismo llegó a Cuba con los tanques soviéticos? Un año después de construido el Muro de Berlín, en 1962, Cuba experimentó una crisis política clímax que puso al mundo al borde de una confrontación nuclear. Y se saldó a costas de dejarnos del lado de adentro de otro muro; en forma de bloqueo.
 
Hubo de todo en la viña de aquel 9 de noviembre de 1989 al pie del muro derrumbado en Berlín. Dore se lanzó en la piscina equivocada cargando con una piedra de recuerdo –como muchos hicieron porque quizás en media centuria su precio se eleve escandalosamente en la bolsa de valores-, pretendió colocarla a manera de muro virtual, casi videojuego, en una isla al centro del Caribe.
 
Como siempre sucede, cada vez que la ampulosidad académica angloestadounidense intenta introducir su pezuña para la prospección arqueológica de mercado, relató que en un ensayo provocador,[3](3) Marianne Liljestrom advierte sobre el efecto de cierto empobrecimiento, cuando en las sociedades postsoviéticas hubo una limpieza masiva de la memoria colectiva, en la que solo se consideraron auténticas las historias de sufrimiento, represión y disidencia. Los recuerdos de otra índole, de realización profesional, de amistades y placeres, fueron sospechados de ser falsos, ideológicamente forzados, y expurgados del relato histórico. Lo que nos queda es una comprensión incompleta de la vida en el periodo soviético tardío. Menudo entuerto que Dore inventa para disimular que desde su ofensiva académica burguesa intenta implementar un postsovietismo que enlace la expansión mundializad del efecto imperialista del “muro de Berlín derrumbado” hacia el “otro mundo” que somos nosotros, observados por esa academia como una extensión tropicalizada del determinismo estalinista, cosacos negros, mulatos; y blancos “latinos” dudosamente etno-mezclados con los anteriores que, supuestamente, apenas se daban por enterados de los cambios trascendentales en el primer mundo. Así es que había que “upgradearnos” mediante sicoterapia berlinesa en boga.
 
Para la investigadora de referencia, una forma útil de conmemorar el vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín para la comunidad de historiadores orales sería retomar los estudios sobre la vida detrás de las diversas «cortinas de hierro». Un análisis comparativo podría revelar si, dónde y cómo la memoria y la historia oral contribuyeron a adecentar los relatos históricos, o a la inversa –de cuál historia-, re- examinar la bibliografía de historia oral, podríamos desarrollar, según ella, un análisis más matizado de la memoria, y por extensión, de la vida bajo el socialismo. Cómo si en Cuba hubiésemos retrocedido por obra de birlibirloque hacia la comunidad primitiva. El desmerengamiento del campo socialista y de la URSS provocó una tremenda crisis económica con implicación política que hizo pertinente a la radicalización de la transición socialista mediante la rectificación de los errores del modelo social vigente. Pero, respetable Dore, no era para tanto. Siempre hemos, de una manera u otra, estado conscientes de la deshistorización que impone a su poder, mediante su cultura, el capitalismo. Y el derrumbe del Muro de Berlín, no fue más que un suceso de la entrada cultural del mundo en su perspectiva neoliberal. Pese a que uno está familiarizado con los enredos prospectivos de cierta “inmensidad” académica angloestadounidense, hasta hoy ha sido casi imposible discernir cuál es el fondo del vacío metódico de retomar los estudios sobre la vida detrás de las diversas «cortinas de hierro». Dore al parecer nos interpreta como una de las cortinas que dilucidan a la opresión comunista sobre los “infelices” cubanos, que oteaban desesperados el horizonte en busca de una brizna de luz proveniente de los destellos de las piedras “liberadoras” del aquel muro contra las calles de la antes Bonn. Lo que viene a continuación fue publicado en una revista académica (¿!); la “ingenuidad” y el desconocimiento de Dore hizo que navegase en el ridículo jactándose de que:   
 
"A pesar de las advertencias de que el gobierno cubano acallaría cualquier intento de hacer historia oral en la isla, en 2003 reuní a académicos cubanos y británicos para elaborar un proyecto que llamamos «Voces Cubanas». Aunque la mayoría de los cubanos y las cubanas del equipo estaban bien relacionadas con los círculos oficiales, al cabo de casi dos años no habíamos logrado la aprobación gubernamental. Como último recurso, presentamos nuestra propuesta a Mariela Castro Espín, que tenía la reputación de romper tabúes. Al igual que su tío Fidel, Mariela Castro entendió de inmediato la importancia de documentar las historias de vida de los cubanos y las cubanas comunes y corrientes y se abocó a obtener los permisos necesarios. A pesar de su acceso íntimo a la cúpula del poder –es hija del presidente Raúl Castro, el entonces ministro de Defensa y ya sabido heredero de su hermano Fidel, y de Vilma Espín, en ese momento presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) –, el proceso demoró muchísimo [...] justo cuando el equipo estaba a punto de darse por vencido, el proyecto se aprobó. «Voces Cubanas» fue lanzado oficialmente en 2005, con bombos y platillos, en el aula magna de la Universidad de La Habana. Luego de este comienzo glamoroso, el proyecto avanzó de manera dispar, sobreviviendo a una complicación tras otra. Nuestro primer obstáculo fue la dificultad para seleccionar a quienes serían entrevistados. Algunos colegas del equipo tendían a elegir candidatos a través de los canales oficiales o semioficiales, mientras que otros adoptamos diversos métodos: pedimos a conocidos que nos recomendaran gente para entrevistar y ellos, a su vez, sugirieron a otros. Se podría decir que unos y otros implementábamos el método «bola de nieve», aunque cada uno deliberadamente echó a rodar las bolas en lugares diferentes. Al final, la mayoría de los entrevistados se eligieron al azar, no en el sentido de un muestreo aleatorio de manera cuantificable o verificable, sino más bien en el armado de un grupo de personas de edades, ocupaciones, círculos sociales y perspectivas políticas decididamente diferentes. Durante el proyecto, el equipo llevó a cabo entrevistas en ciudades y poblaciones rurales en las provincias de La Habana, Santiago, Holguín, Bayamo, Matanzas y Sancti Spíritus."[4](4)
 
Evidentemente a Dore la maraquearon hasta la diversión monda y lironda. En Cuba le llamamos a eso “dar un chucho”; es decir, trajinar a alguien que quiere trajinarnos, para hacerle creer que se lleva el gato al agua -¿cómo haber resistido más de medio siglo de bloqueo criminal angloestadounidense, sino fue aguzando el sentido del humor-, y que después descubra –si puede-, que el gato es de papel. Aun con las dificultades que atraviesa nuestro país debido a las secuelas de la crisis de los noventa del siglo veinte, cuando el producto bruto cayó al piso y Cuba se quedó sin mercado externo, el grado de cultura política socialista efectiva, con todas sus imperfecciones, le permite saber a “malanga” donde tiene puestos los pies; y el muro de marras para los cubanos tiene ninguna implicación más allá de enterarnos de que las dos Alemanias devinieron, nuevamente en solo país, quizás para entrar en condiciones de componer otra guerra como lo había sido hasta 1945.
 
Los menos lerdos siempre tuvieron conciencia de que no hay soberanía posible en una nación dividida en dos a la fuerza. No pocos académicos del primer mundo, sobre todo angloestadounidenses, han visitado Cuba imbuidos en una ignorancia estrafalaria de la realidad de la isla, alimentada mediante información deforme de los masmedia imperialistas. También habría que tener en cuenta a las secuelas de ese excepcionalismo WASP que banaliza a la propia Historia del mundo sustituyéndola por la de ellos. La caída del Muro de Berlín tuvo su reducto jocoso para nosotros en medio de las dificultades de aquel momento. No era una pica, el bloqueo, con que apalancar al derrumbe berlinés de la revolución cubana.
 
El difunto Bauman era mucho más pesimista. Para él la tribulación de la socialdemocracia del momento era la no existencia de una visión alternativa, una «utopía». Citando el canciller alemán Schröder advirtió que no había una economía capitalista o socialista, sino simplemente una economía buena o mala negando, a nuestro entender, a la interacción ineludible de la economía con la política; lo que produjo un retroceso en la historia. Advirtió que había llegado el momento de preguntarse por qué ocurrió eso. ¿Por qué la política es cómo es? ¿Por qué las cosas se desarrollan de manera contraria a la lógica?
 
Lo atribuyó a diversos factores. El más obvio para él fue la caída del Muro de Berlín, que pareció librar al mundo de la amenaza del totalitarismo y la aniquilación nuclear; y aunque, reconoce que Rusia conserva exactamente la misma cantidad de ojivas que tenía por entonces, había algo más: la creencia generalizada de que la sociedad comunista había puesto de manifiesto los problemas frente a los cuales el Occidente capitalista se debatía en vano. De que si no se hacía algo por la situación social en el mundo de la democracia capitalista, la gente se sublevaría en apoyo de esa alternativa.[5](5)
 
Con la caída del Muro de Berlín el capitalismo se sintió libre en su propio terreno, y por primera vez en mucho tiempo el mundo comenzó a vivir sin alternativas. Bauman precisó que durante los treinta años posteriores a la 2da Guerra Mundial, el nivel de desigualdad social comenzó a disminuir y la gente estaba segura de que esa sería la tendencia. Pero la desigualdad aumentó después de la caída del Muro. Desde 2007, 1% de los estadounidenses se apropió de 93% del valor agregado producido en su país, mientras que 99% de la población ha debido conformarse con el 7% restante. Estas cifras habrían sido impensables durante los «gloriosos 30 años de posguerra».[6](6)
 
Según Fernández Miranda, de Alba Sud, en los inicios del siglo XXI, en contexto global caracterizado por el movimiento, el turismo devino en la industria más poderosa del planeta, y el primer renglón en el comercio internacional. La actividad de más crecimiento y que mayor cantidad de empleos genera de la economía mundial. El factor tecnológico y la energía barata han contribuido a una disminución de los tiempos, los espacios y los costes: más rápido, más lejos, y también más barato. Más allá de la penuria criminal y la insustentabilidad que manifiesta el enorme movimiento migratorio ilegal de una mayoría multiétnica hacia los centros de poder –y a la que el autor de referencia no alude-, si se observa la evolución de los desplazamientos internacionales de personas desde la segunda mitad del siglo XX, los datos son elocuentes: 20 millones en los años de posguerra; 200 millones en 1975; 426,5 millones en 1989; 920 millones en 2008..Durante los años dorados (1950-1973) la tasa de crecimiento de los desplazamientos internacionales alcanzó casi el 800%, entre 1975 y 1989 el 113%, y otro 115% ; que autor ubica a partir de la caída del Muro de Berlín hasta 2008 –año de la agudización de la crisis integral capitalista; la tendencia a la concentración de los capitales del sector ha determinado que un puñado de tour-operadores transnacionales controlen la mayor parte de los flujos financieros y comerciales a escala global de la actividad acompañando a la expansión geográfica y diversificación comercial. Para muchos países empobrecidos la apertura económica, la explotación de recursos y la mercantilización de espacios para inducir el desarrollo turístico supuso (erróneamente) una vía rápida y eficaz para su integración en el sistema mundializado. La deslocalización productiva en la Periferia fue masificando un turismo Norte-Sur de patio trasero; entre 1995 y 2009 los países del Sur incrementaron en más del 10% su participación como destino de desplazamientos internacionales. De continuar esta tendencia, en pocos años recibirían más visitas que los territorios del Norte. La deslocalización de destinos estandarizada y homogeneizada, es de tipo sol y playa. Este turismo induce, según el autor de referencia, fuertes procesos de urbanización y exige un uso intensivo de recursos para la satisfacción de la demanda; que perfectamente puede anteceder a una situación ecocida, encuadrado en el modelo consumista, para una sociedad global en la que el deseo de viajar cada vez más rápido y más lejos se masifica entre la selecta minoría mundial que constituyen las sociedades opulentas. Y tiende a la seclusión de espacios para tal fin, privatizados, aislados y libres de todo tipo de riesgos y molestias que garanticen el desconocimiento o la interacción cultural por mercantilizada en los destinos. El gran motor de global del ocio son las empresas transnacionales, para quienes “las reglas de juego favorecen su llegada y actividad, con bajas o nulas barreras comerciales, laxas regulaciones laborales, permisivas legislaciones ambientales, elevados incentivos fiscales, menores costes de los factores de explotación, y otro conjunto de cesiones y concesiones por parte de los poderes públicos locales. Además, a través de sus lobbies, inciden de forma directa en los espacios de toma de decisiones políticas nacionales, regionales y globales con objeto de preservar sus intereses."[7](7)  
 
A pesar de las siete bases militares angloestadounidenses en su territorio, y de estar enredada en una guerra civil que lleva ya la friolera de sesenta años, que ahora intenta resolver mediante conversaciones de paz con la guerrilla reconocida al fin como beligerante, Colombia que siempre ha sido utilizada como trampolín para una eventual invasión contra la república Bolivariana de Venezuela, sobre todo en su etapa uribista, tiene a La Habana, precisamente, como sede de tales conversaciones que hasta el momento parecen ser las más serias en todo ese tiempo; durante un proceso de integración regional nuevo, sin la participación de los EEUU ni de Canadá. ¿Qué relación podría tener la caída de aquel muro con lo antes descrito? Andrés Pastrana Arango expresidente colombiano reconoce que Fidel Castro Ruz, líder histórico de la Revolución cubana "ha mantenido y dirigido, contra viento y marea, un régimen socialista en la isla desde 1959 hasta nuestros días. Es difícil, si no imposible, obtener una opinión desapasionada de alguien que, como él, tuvo un papel fundamental en el equilibrio de poderes de la Guerra Fría, a quien se acusa de haber apoyado y fomentado movimientos insurgentes en otros países latinoamericanos y quien ha soportado, pese a todo pronóstico, después de la caída del Muro de Berlín y la disgregación de la potencia socialista, los duros efectos del bloqueo económico que le han impuesto los Estados Unidos. Sin duda, Castro es un líder controvertido como pocos. Yo mismo discrepé –y sigo discrepando– de muchas de sus políticas. Sin embargo, en lo que respecta a mi experiencia personal y de gobierno, tengo que reconocer que siempre obró con transparencia, sinceridad, lealtad y amistad hacia Colombia y que jugó un papel fundamental y generoso en los esfuerzos de paz que adelantamos. Al César lo que es del César." [8](8)
 
Nuestro entrañable amigo y maestro Aurelio Alonso Tejada, sociólogo Premio Nacional de Ciencias Sociales, y miembro de la redacción de la legendaria revista cubana Pensamiento Crítico comentó “poco tendríamos que decir de la odisea [...] de conducir a Cuba, a través de las ruinas del muro de Berlín, sin tregua alguna en el hostigamiento del imperio, hacia la salvación de la averiada nave del socialismo.”[9](9)
 
Aunque a nuestro entender, una de las reflexiones más atinadas proviene de Atilio Borón.[10] (10)
 
En el 2001 Fernando Martínez Heredia, durante un momento muy complicado del proceso de recuperación de la crisis en Cuba expuso que –y es necesario que lo cite in extenso cuando se adelanta a los acontecimientos que vendrían después-, en
 
"la actualidad ya no existe el triunfalismo que siguió a la caída del Muro de Berlín, y el capitalismo simplemente ya no promete nada. Solo exige que no desafiemos su dominio, expresado sobre todo en la vida cotidiana; que renunciemos a la idea misma de que es posible otra vida que la vida bajo el capitalismo. A partir de ahí, dicen, usted puede ser diverso y hablar de cualquier cosa. Puede hasta hablar de la Revolución de Octubre, si le parece, aunque en realidad eso no es de buen gusto, porque ya nadie habla de ella. El olvido pretende borrar la experiencia de las luchas de los pueblos, las experiencias de rebeldía atesoradas por los seres humanos [...] constato la situación actual, que sigue siendo muy desfavorable. Se tiene gran desconfianza a las interpretaciones sociales de gran alcance, y aún más a los pronósticos. Para el individuo común, «la caída del Muro» y «los cambios mundiales» no son frases, sino hechos macizos y dados de una vez; sin embargo, producen la rara consecuencia de que de ahora en adelante ya no habrá más hechos trascendentes, y ninguna certeza será afirmable. En realidad se trata de una gigantesca manipulación. En formas diversas, de acuerdo a los tipos de cultura, se nos conmina a compartir la convicción de que tres creencias han sido vencidas: 1) que las personas pueden mejorar y son perfectibles; 2) que los países que llamaban subdesarrollados pueden desarrollarse; y 3) que las sociedades puedan progresar hacia modelos de justicia para todos. Han puesto en uso una neolengua que ofrece palabras clave: «aperturas», «ajustes», «flexibilizaciones» «eficiencia», «humanitario», «capital humano». [...] frases-clave como estas: «ya no habrá más países, sólo regiones», «fin de los paradigmas», «de la modernidad» o «de los grandes relatos». A veces se llega a vulgaridades, como la del «fin de la historia». No hay que subestimar la gran influencia que tienen todos esos recursos de lenguaje de la dominación. El capitalismo central tiene en proceso una recolonización «pacífica» del mundo, y un elemento central de ella es la gran guerra cultural a escala mundial que lleva a cabo. No se trata de un capricho o un exceso. No es por desviaciones monstruosas, sino por el grado a que ha desplegado ya su naturaleza -150 años después del Manifiesto-, que el capitalismo ha colocado a las mayorías del planeta, y al propio planeta, en situaciones límite de expoliación, iniquidad, miseria, marginación y depredación. "[11](11)
 
En resumen quedan muchos muros por derrumbar, no pocos de ellos mucho más importantes (y más invisibilizados) que el de Berlín. Y todos levantados por, o bajo el auspicio imperialista angloestadounidense. Un cuarto de siglo después evidentemente el mundo no está mejor. La extinta RDA perdió, y fue silenciada en sus muchos logros sociales alcanzados en el periodo de su existencia histórica; junto a la otra mitad de Alemania regresó al capitalismo que no tiene futuro. Algunas lágrimas de nostalgia deben estar fluyendo de la porción oriental germana. No perdamos de vista que los EEUU intentan desde la caída del Muro Berlín que todo el planeta regrese al capitalismo entrando por la puerta de la cultura neoliberal. Por alguna razón siniestra el Pacto de Varsovia se fue pero la OTAN esta vivita y coleando intentando poner un pica en la frontera entre Ucrania y Rusia. Se acabó el tiempo de los jolgorios y chistes blancos. Demasiada gente escurre la vista del mundo sionista que hace de Gaza la más grande prisión a cielo abierto del mundo.
 
Desde el litoral oeste de La Habana revolucionaria, marxista, martiana y bolivariana.

 

  


[1] Luis Felip. SER SOCIAL Y CONCIENCIA POLÍTICA. Libros Libres. Rebelión. http://www.rebelion.org Pág.6
 
[2] Martín Brauer. La construcción del relato desde unos países náufragos. revista Nueva Sociedad No 230, noviembre-diciembre de 2010, ISSN: 0251-3552, http://www.nuso.org.
[3] Se refiere a, «Success Stories from the Margins: Soviet Women’s Autobiographical Sketches from the Late Soviet Period». Elizabeth Dore. Historia oral y vida cotidiana en Cuba. revista Nueva Sociedad No 242, noviembre-diciembre de 2012, ISSN: 0251-3552, http://www.nuso.org.
[4] Ibidem.
 
[5] Zygmunt Bauman. Es necesaria una nueva batalla cultural. revista Nueva Sociedad No 247,
septiembre-octubre de 2013, ISSN: 0251-3552, http://www.nuso.org.  pp.84-86
[6] Ibidem.
 
[7] Rodrigo Fernández Miranda (Alba Sud). Viajar perdiendo el Sur. En: Turismo en Centroamérica: un diagnóstico para el debate /coordinador Ernest Cañada Mullor. -- 1a ed. -- Managua: Enlace, 2013. 164 p. p.102-103
 
[8] En: Luis Báez Hernández. Absuelto por la historia. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado de la República de Cuba, 2006.
 
[9] Ibidem. Pág. 44
 
[10] "En 1989 cae el Muro de Berlín, en 1991 empieza el proceso de descomposición de la Unión Soviética y toda esta situación causó una gran perplejidad. Primero, perplejidad en la derecha que no sabía qué iba a pasar con la Perestroika de Gorbachov, y luego, desconcierto en el campo de la izquierda, que ante la implosión de la Unión Soviética, ante el derrumbe del orden bipolar, ante las transformaciones que estaban ocurriendo en China, dio origen a una serie de teorizaciones en el campo del pensamiento crítico, del pensamiento progresista, que inclusive llevó a algunos de sus exponentes a plantear tesis radicalmente equivocadas -a las que no me voy a referir en específico-, fundamentalmente la idea de que el sistema imperialista había cesado de existir, de que ya no había más imperialismo y que en lugar de un sistema imperialista lo que existía era una entidad etérea metafísica, vaporosa, el famoso imperio que aparece en el libro de Hart y Negri, llamado Imperio, donde el elemento de confusión de ese texto representa muchos otros textos, pero éste fundamentalmente elabora mucho más detalladamente los argumentos desde una perspectiva sumamente interesante porque ellos en el libro reiteradamente se califican a sí mismos de autores comunistas, que creen en la sociedad comunista, pero que -como decía recién- producto de esa perplejidad y desconcierto ante los cambios en el mundo. no se les ocurre nada mejor que tratar de fundamentar en más de 400 páginas la idea de que se acabó el imperialismo, de que el imperialismo es algo del pasado." En Erhard Crome. El Comunismo Europeo y La Unidad Popular. En: Allende vive 30 años. Autor(es) Varios. Ediciones ICAL, Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz. Colección ICAL. 2004. pp. 124/272-273
 
[11] Fernando Martínez Heredia. El corrimiento hacia el rojo. Editorial Letras Cubanas, 2001 Pág. 263. 
https://www.alainet.org/en/node/165582
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