Democracias sin política

09/12/2014
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El gran capital que conduce a la sociedad de mercado, también conduce la inversión de los conceptos y los contenidos de la organización política y social y socava los cimientos de la democracia. Se produce el abandono de un sentido de lo político referido al modo como se instituye la sociedad y referido al espacio de poder, conflicto y antagonismo y; secuencialmente se suplantan las políticas en su condición de resultados del conjunto de prácticas e instituciones a través de las cuales se crea un determinado orden y se organiza la coexistencia humana en contextos de conflictividad derivados de lo político.
 
             La lógica que impone el capital es que para ser democráticos basta realizar procesos electorales. Es decir las herramientas convertidas en sustancia, los medios convertidos en fines. Las desigualdades, opresiones, violaciones y negaciones a derechos no cuentan para el reconocimiento democrático de un país, una entidad política o una institución, todo se condensa maquinicamente en que si hay elecciones hay democracia. Ser considerado democrático con la lógica mercantil, solo exige elecciones basadas en metodologías y logísticas electorales que cumplan ciertos rituales de libertad formal y aparente igualdad de oportunidades para llegar a las urnas. Las metodologías electorales evidentemente son cada vez más claras, más técnicas, más publicitadas, pero en todo caso son apenas una pieza de la herramienta que oculta diferencias y reproduce las distorsiones del sistema. Sin embargo sobre ellas descansa la idea instalada de elecciones igual a democracia.
 
             Las formalidades electorales niegan estratégicamente los contenidos políticos y sociales que componen el voto, le restan importancia respecto a su real valor democrático. A la opinión pública se le margina de las posibilidades de participación en el proceso democrático y se le convoca solo al final del mismo, recibe informaciones parciales y carece del conocimiento necesario sobre el papel transformador o reproductor de las condiciones en las que se originan los votos y ocurren las intermediaciones de los mismos. El control del proceso electoral fue convertido en un asunto de marketing que garantiza el flujo del sistema sin contratiempos y sin política.
 
               Es notorio que los votos que eligen cumplen las formalidades de democracias formales, distantes del sentido original de lo político y de la política, pero asociadas a las dinámicas del mercado en las que se compran y venden votos y se publicitan candidatos. Los mecanismos electorales, directos, digitales, con voto abierto o secreto, llevan la sustancia de oferta, demanda, precio y relaciones de poder. Se posicionan slogan, marcas y diseños de creativos, publicistas, planificadores y comunicadores que buscan consumidores electorales para justificar un proyecto.
 
               El candidato no sale de las bases sociales de las que obtiene los votos, ni corresponde al liderazgo de las ideas, es impuesto, lo modelan en centros de decisión política, en enclaves de partido o de grupos de poder y responde al estricto cálculo político y económico. Los expertos se encargan de la imagen, la sonrisa y las palabras clave para impactar la franja del mercado electoral correspondiente y fortalecer el nicho de reproducción y formación de nuevos consumidores de una mezcla de pasiones en las que subyace un definido proyecto ideológico de poder. Los candidatos se preocupan por el voto no por la política. El voto se compra y se paga en dinero o en especie, con equivalentes en cargos públicos o privados, puestos de trabajo, contratos con presupuestos públicos, compensaciones, dinero en efectivo a contraentrega, aprobación de leyes y normas favorables a negocios o privilegios. También es usual que votos de sectores vulnerables resulten copiosos y gratuitos, los empuja el miedo que distribuye muerte y persecución o el temor al aislamiento, la retaliación o la perdida de las garantías de existencia especialmente laborales.
 
               Este modelo de entender elecciones como democracia se replica en todas las escalas, en lo global, local, institucional, los rituales y distorsiones son uniformes, igual ocurre en un jardín infantil, una alcaldía, una universidad, una diputación, un parlamento, una presidencia. Lo común es que lo político está en la periferia del sistema social y la economía de mercado distribuye los modos de organización y control social. Lo político y la política fueron destituidos de la democracia. El mercado elimina la capacidad de decisión soberana de la población, anula la participación política de la sociedad y usa múltiples tipos de la violencia y arrogancias absolutistas para rechazar y perseguir oposiciones y antagonismos, evadir toda consideración ética y sobreponer las minorías electorales contadas en urnas como mayorías, a las reales mayorías de población excluidas a las que parece quedarles solo la opción de la movilización y la lucha de resistencia para enfrentar a democracias de mercado carentes de la esencia de lo político y sin políticas construidas en democracia.
https://www.alainet.org/en/node/166036
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