Hollande y Merkel intentan gestión mediadora

Ucrania, un conflicto gravísimo donde EE UU pierde posiciones

10/02/2015
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El presidente de Francia y la canciller alemana viajaron a Kiev y Moscú para intentar una solución negociada con Rusia a la crisis en Ucrania. Así se desmarcaron de Washington, donde crecen las voces más guerreristas.
 
Francois Hollande y Angela Merkel encararon una gestión de paz en Ucrania y Rusia. Alegaron que en la primera hay una guerra que puede extenderse y generalizarse, lo que sería una perspectiva muy negativa. Tratan de interesar al presidente ucraniano, Petro Poroshenko, y al ruso Vladimir Putin, en un acuerdo negociado.
 
Toda gestión de paz debe ser bienvenida. Eso no significa que el galo y la germana sean palomas de la paz ni candidatos al Premio que entrega la academia sueco-noruega. La Unión Europea que ellos representan viene tomando nota que las sanciones económicas que votó promediando contra Moscú en 2014 como castigo por su rol en la crisis ucraniana, fueron como un bumerán.
 
Se los había anticipado el primer ministro Dmitri Medvedev: como Rusia había respondido cortando compras a Europa, ésta tendría un perjuicio de 50.000 millones de dólares en 2014 y de 62.000 millones en 2015. Y así viene ocurriendo. Francia y Alemania son imperiales pero no tontas. Ahora con esta gestión diplomática ven si puede haber algún arreglo: sus economías no están como para ignorar el impacto de ese menor comercio y provisión a Rusia.
 
Lo segundo que conviene precisar es que los viajeros llevaron un borrador de nueve puntos que no les pertenece. El autor es Putin, quien logró formar en setiembre de 2014 un grupo de contacto en Minsk entre las partes en pugna en Ucrania. Allí se firmó un primer compromiso favorable, proclamándose un alto al fuego y el retiro de las armas pesadas de la zona este. O sea en las regiones de Donetsk y Lugansk, donde se han proclamado desde abril sendas repúblicas populares y opuestas al gobierno central de Kiev.
 
El problema es que lo de Minsk no fue respetado. Cada parte le echó la culpa a la otra. Cuando se reanudaron las hostilidades, los regimientos del gobierno central llevaron la peor parte. Los federalistas les impusieron numerosas bajas. De allí el apuro del presidente ucraniano por ingresar a la OTAN y tener mayor apoyo militar de sus socios, especialmente de Estados Unidos.
 
Lamentablemente para Poroshenko no todo el poder estadounidenses estuvo de acuerdo con la provisión bélica que pedía. Hasta el momento Barack Obama fue reticente, aunque hay una fuerte presión para que revise la postura. Los republicanos y parte de los demócratas votaron en diciembre pasado un paquete de ayuda por 350 millones de dólares para el gobierno central de Ucrania. Y varios están dispuestos a entregar sistemas antitanque y antiaéreos, radares y drones por 3.000 millones de dólares
 
División muy pronunciada
 
Estuvo en Kiev el secretario de Estado John Kerry, a quien Poroshenko y el primer ministro Arseni Yatseniuk apremiaron con su pedido de armas. Kerry dijo que Obama está a punto de tomar una decisión al respecto. Como corroborando esa posibilidad, en una reciente audiencia en el Senado norteamericano, el candidato a nuevo jefe del Pentágono, Ashton Carter, dijo: “me inclino por abastecerlos con armas, incluidas las que seguramente abordaba su pregunta: armas letales”.
 
La teoría justificatoria de estos segmentos más belicistas es que en el este ucraniano no están enfrentando rebeldes autonomistas sino lisa y llanamente a las tropas rusas camufladas con armamento propio. No pueden admitir que sean los rebeldes quienes les hayan obligado a huir varias veces de la zona, con muchas bajas (hasta el momento hay unos 5.500 muertos en total, pero últimamente la mayor parte corresponde a soldados ucranianos).
 
El gobierno de Kiev viene haciendo los deberes tal como lo solicita la Unión Europea y la OTAN. En diciembre modificó la Constitución, donde en 2010 el anterior presidente Viktor Yanukovich había estampado una definición estatal como nación “No Alineada”. Al derogarse esa ley el país quedó en condiciones de pedir su ingreso a la OTAN, pero no hay unanimidad en darle la membresía. Es que desde Moscú se advirtió que ese ingreso revocaría los acuerdos de la entidad atlántica con Rusia, firmados en 1997, y que se romperían relaciones con todo estrépito. Los rusos no quieren tener el filo de la organización militar liderada por EE UU en sus fronteras...
 
Las sanciones europeas, lejos de disuadir a los rusos y hacerlos prescindentes en la crisis ucraniana, los deben influir en sentido contrario, no tanto por solidarios sino por su propia seguridad nacional.
 
No hay militares rusos en aquellas dos regiones que bregan por su autonomía. Sí los hay en Crimea, la única región -de origen ruso- que plebiscitó y votó al principio de esta crisis salirse de Ucrania y volver al seno ruso. Allí sí hay bases, armas y soldados rusos; en los otros frentes de este conflicto Poroshenko y sus aliados europeos y yanquis no han podido demostrar la existencia de una sola unidad rusa.
 
Y allí se produce una falta de sintonía entre estadounidenses y europeos, o al menos con franceses y alemanes. Éstos últimos no están de acuerdo en profundizar las sanciones contra Moscú y menos aún encarar un camino de mayor confrontación bélica. De allí que retomaran el plan de 9 puntos auspiciado por Putin en Minsk, cuyo aspecto central satisfaría a Kiev al contemplar la integridad territorial de Ucrania, pero a su vez concedería mayor autonomía a las zonas insurrectas de Donetsk y Lugansk.
 
No se puede dar una opinión definitiva sobre si ese arreglo pacífico será eficaz. Por lo pronto ya capotó una vez en setiembre pasado. En principio el cronista descree de esa perspectiva unificadora en Ucrania, porque son muy opuestas las posiciones políticas y de clase entre Poroshenko-Yatseniuk y los líderes de las repúblicas populares del Este. Los primeros están con el FMI y el Banco Mundial, aplican sus recetas y quieren entrar a la OTAN; los otros se oponen firmemente a esas políticas. Y encima tales diferencias se han regado con mucha sangre, floreciendo odios ancestrales.
 
Pieza importante
 
¿Qué tiene de importante Ucrania, que hace de este conflicto armado un asunto de gran interés internacional?
 
Se dijo que es un país fronterizo con Rusia, con la que formaba parte de la URSS en tiempos más felices para esos países. Contra todo lo que se diga de José Stalin, ya en 1921, o sea antes de la fundación de la URSS, abogaba por tener más flexibilidad y no rusificar Ucrania, que tenía cada vez más rasgos propios, decía.
 
Es uno de los principales productores y exportadores mundiales de maíz, trigo y otros cereales, y cuenta con 32 millones de hectáreas de superficies cultivables, lo que supone un tercio del total de tierras cultivables de la Unión Europea.
 
Desde la debacle del socialismo en el Este, pero sobre todo tras el derrocamiento de Yanukovich, a principios de 2014, por negarse a firmar un pacto leonino con Europa, el país se desbarrancó hacia el capitalismo y los negocios con las multinacionales, todo en línea con la receta fondomonetarista. Hay informaciones de que Cargill, Monsanto y DuPont han entrado a pisar fuerte en el agro-business del país.
 
Una nota de Frederic Mousseau publicada el 3/2 por IPS, ejemplifica con Cargill, “que ha adquirido una participación en UkrLandFarming, la mayor compañía agroindustrial del país”. Añade: “Cargill posee ahora cuatro elevadores de granos y dos plantas procesadoras de aceite de girasol, y en diciembre de 2013 adquirió 25 por ciento de una terminal en el puerto de Novorossiysk, en el mar Negro, con capacidad para procesar 3,5 millones de toneladas anuales de granos”.
 
Debe ser por esa importancia geopolítica y económica que una parte de la clase dominante norteamericana y europea está dispuesta a guerrear con Moscú. Esas voces retumbaron en Bruselas en la última reunión de ministros de Defensa de la OTAN. El secretario general de la entidad, el noruego Jean Stoltenberg, impulsó llevar de 13.000 a 30.000 el número de integrantes de una fuerza de despliegue rápido, con un componente de 5.000 hombres que se podrían emplear a dos días de comenzado un conflicto armado. Stoltenberg blanqueó que esa creación militar “es una respuesta a las acciones agresivas de Rusia, que violó la ley internacional y anexó Crimea”.
 
Las 6 estaciones de mando de tal fuerza estarán todas en ex países socialistas de Europa Oriental: Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y Rumania. Pero los soldados estarán en el sector occidental, para no dar argumento a Moscú a romper las relaciones por violación al acuerdo mencionado de 1997.
 
Más allá de esos subterfugios atlantistas, el conflicto armado en el este de Ucrania comenzó con el golpe de Estado de febrero pasado contra Yanukovich y por la negativa de las autoridades golpistas a atender los reclamos federalistas del este y sur de Ucrania.
 
Las brechas y diferencias al interior de las autoridades de EE UU y entre éstas y sus socios de Francia y Alemania son un factor favorable para que Poroshenko no pueda aplastar la rebelión de Donestk y Lugansk.
 
Los intimida que el Ejército ruso sumará 24 sistemas de misiles balísticos intercontinentales Yars este año y piensa fabricar en 2020 un nuevo misil, superior, llamado Sarmat. El miedo no es zonzo..
 
 
https://www.alainet.org/en/node/167448
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