Europa polifuncional
- Opinión
Al mejor estilo acrobático. Con ritmo y con tino la Europa de la modernidad, de las revoluciones, de los libretos significativos en el arte, en la arquitectura y en la música donde se gestó el himno de la alegría y de la unidad, empieza ahora a recorrer la marcha fúnebre en una larga noche sin luna. La Europa que lideró la transición hacia lo moderno hoy asiste con pena a un simple recodo de su historia. Se apega con fuerza a lo que representa la diplomacia en Bruselas, los conservatorios en Viena o las alquerías suizas. Sus grandes bastiones ya aparecen desgastados. Su confianza por la democracia se desvanece lentamente con cada expresión nacionalista y xenófoba que tiene lugar todas las semanas en algún rincón de su seno. Su voz tolerante con las libertades individuales se apaga ante el ascenso de los actos violentos de raigambre islamista. Las políticas de asistencia social trazan notables diferencias entre nacionales y extranjeros. Los planes de recuperación económica no dan los frutos esperados. A cambio de cacerolazos populares la factura se paga en las urnas.
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