“Fidel entró en vida en el Panteón de los libertadores latinoamericanos”

23/06/2015
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Conversaciones con Max Lesnik 1/4

 

 Nacido en 1930 en Cuba, en el pequeño pueblo de Vueltas, de un padre judío polaco que huyó de la persecución antisemita de su país y de una madre cubana, Max Lesnik se involucró tempranamente, a los 15 años de edad, en la militancia política. Frecuentaba las filas del Partido Ortodoxo que fundó Eduardo Chibás, uno de los padres espirituales de la Revolución Cubana, símbolo de la lucha contra la corrupción gubernamental, y rápidamente se convirtió en el secretario nacional de la Juventud Ortodoxa en los años 1950.

 

 Max Lesnik adquirió fama en todo el país y trabó amistad con Fidel Castro, a quien conoció en la Universidad de La Habana. Fidel militaba también en el Partido Ortodoxo y hasta presentó su candidatura a las elecciones de 1952 para el Congreso de la República antes de que el golpe de Estado de Fulgencio Batista pusiera término a la legalidad constitucional.

 

 Lesnik, como muchos jóvenes cubanos, se sublevó contra la dictadura militar de Batista, apoyada por Estados Unidos y formó parte de la dirección del Segundo Frente del Escambray, dirigido por Eloy Gutiérrez Menoyo en la actividad del trabajo ideológico, político y propagandístico.

 

 Al triunfo de La Revolución, el 1de enero de 1959, Lesnik fue el primer dirigente revolucionario que salió por la televisión, entrevistado por el periodista Carlos Lechuga. Con la instalación del nuevo poder, Max Lesnik retomó su labor de periodista publicando crónicas en la revista Bohemia y animando un programa diario en la Emisora Nacional Cadena Oriental de Radio.

 

 Pero Lesnik empezó a criticar la hegemonía de los comunistas en el poder: “Yo estaba resueltamente en contra de una alianza con un grupo que había colaborado con Batista en la década del 40 y que no había desempeñado un papel clave durante la lucha insurreccional contra la tiranía”, explicó. Se opuso a la alianza con la Unión Soviética. Según él, Cuba debía ser independiente de Washington y también de Moscú. Soberanía total.

 

 En 1961, la situación era crítica y Max Lesnik se vio obligado a exilarse a Estados Unidos. Pero no se alió a las filas de los partidarios del antiguo régimen –que lo odiaban porque veían en él a un amigo de Fidel Castro– y tampoco aceptó las prebendas de la CIA, que buscaba reclutar a figuras políticas del exilio con el fin de organizar un movimiento destinado a derrocar la Revolución Cubana.

 

 Cuando se enteró de la noticia, Fidel Castro intentó convencer a Max Lesnik de que regresase a Cuba a través de su amigo común Alfredo Guevara. Sólo José Pardo Llada, famoso periodista radial de los años 1950, entonces exilado en México, tendría también el privilegio de ser personalmente solicitado por el líder de la Revolución Cubana.

 

 En Miami, Lesnik creó su programa de radio en el cual denunció la invasión de Bahía de Cochinos del 17 de abril de 1961 y acusó a los participantes de mercenarios a sueldo de una potencia extranjera. Al día siguiente, recibió la visita de varios individuos armados que le coaccionaron para que presentara en directo sus disculpas a la audiencia. Max Lesnik se negó y salvó la vida gracias a una vacilación de los asaltantes que decidieron abandonar el estudio sin llevar a cabo su amenaza.

 

 A mediados de los años 1960, Max Lesnik decidió fundar el periódico tabloide Réplica, que se convertiría en revista unos años después con tiradas semanales que podían alcanzar los 100.000 ejemplares. Esta aventura profesional le permitió adquirir una gran notoriedad en la comunidad cubana y latina de Estados Unidos, así como cierta tranquilidad económica. Su credo era la libertad de expresión: abría sus páginas tanto a simpatizantes del Gobierno cubano como a los exilados violentos como Orlando Bosch, implicado en el terrorismo contra la isla.

 

 A finales de los años 1970, Max Lesnik desempeñó un papel esencial en el establecimiento de un diálogo entre la comunidad cubana de Estados Unidos y las autoridades de La Habana. Regresó a Cuba y volvió a ver a su amigo Fidel Castro después de 17 años. La primera pregunta que le hizo el Presidente de Cuba sorprende al director de la revista Réplica: “Y tú ¿por qué te fuiste de Cuba?”.

 

 El acercamiento con La Habana no fue del agrado de los extremistas de Miami. Max Lesnik fue víctima de un primer atentado con bomba en 1979. En total, fue el blanco de once ataques similares. “Estoy vivo de milagro”, subraya Lesnik. No obstante, su revista no sobrevivió a la intolerancia y el último número salió en 1990, tras el abandono de los principales patrocinadores publicitarios, también amenazados por los exilados violentos de Florida.

 

 Max Lesnik igualmente estuvo envuelto en el acercamiento entre la Iglesia Católica y la Revolución Cubana y en el origen de la histórica visita del Papa Juan Pablo II a Cuba en 1998.

 

 “El hombre de las dos Habanas”, en referencia a la capital cubana y a “Little Havana” de Miami donde reside, es hoy director de Radio Miami y relanzó en el 2013 su revista La Nueva Réplica.

 

Max Lesnik viaja varias veces al año a Cuba donde las autoridades lo reciben con afecto pues entendieron que a pesar de las diferencias ideológicas, Lesnik siempre ha sido fiel a su patria, a los ideales de José Martí y Eduardo Chibás.

 

 En estas conversaciones, Max Lesnik habla de la historia de Cuba, de su trayectoria personal, de sus lazos con Fidel Castro, de la Cuba de hoy y de las nuevas relaciones entre Washington y La Habana.

 

 SL: ¿Cuándo conoció a Fidel Castro?

 

 ML: Conocí a Fidel Castro en la Universidad de La Habana, en la entonces Plaza Cadenas, frente a la Facultad de Derecho. Nos conocimos en un banco donde se encontraban los estudiantes para hablar de la actualidad política y para organizar las manifestaciones contra los gobiernos de la época, sea contra el aumento de los precios de los artículos de primera necesidad, de precio de la electricidad, del precio del transporte público, etc…

 

 Ingresé a la Universidad en 1948. Fidel ya estaba en la Facultad y estaba implicado políticamente en la vida estudiantil. Yo deseaba conocer a los diferentes líderes de la juventud que mantenían una posición vertical frente a la corrupción y el gansterismo de la época.

 

 Fidel era un joven rebelde con inquietudes políticas. Entendí desde el primer momento que se trataba de alguien que sería el futuro líder de una Cuba distinta o un mártir. Creo que no me he equivocado. Fidel entró en vida en el Panteón de los libertadores latinoamericanos.

 

SL: ¿Cuáles son las principales características de Fidel Castro?

 

 ML: Fidel es a la vez un político de gran magnitud, un pensador y un visionario lúcido. Logró edificar una Cuba distinta y una América Latina diferente. A nosotros los cubanos nos cuesta darnos cuenta de que somos los motores de un proceso de emancipación, con nuestros aciertos y nuestras errores. Pero hay una constancia en el camino que señalo José Martí a finales del siglo XIX. Fidel Castro logró catalizar el entusiasmo y las frustraciones de varias generaciones para construir una Cuba revolucionaria.

 

 El carácter de Fidel es similar a un caleidoscopio que se adapta a las circunstancias. Podemos tener a un Fidel violento o a un Fidel tranquilo. Se dice que Fidel habla mucho. Lo que no se sabe, es que escucha aún más. Es un hombre muy paciente. Antes de tomar una decisión, le dedica un largo tiempo a la reflexión.

 

 SL: ¿Podría contarnos una anécdota ilustrativa de la personalidad de Fidel Castro?

 

 ML: Recuerdo que en la Universidad, en este famoso banco frente a la Escuela de Derecho, confraternizamos en la fundación de un comité que se llamaba “Comité 30 de Septiembre contra el Gansterismo”.

 

 Era el año 1949, bajo la presidencia de Carlos Prío Socarrás, marcada por los enfrentamientos entre bandas violentas que se disputaban en las calles de La Habana la hegemonía en el seno de la burocracia del Estado. Esos grupos procedían de los elementos revolucionarios que participaron en la lucha contra Machado y Batista. Luego, empezaron a enfrentarse para conseguir migajas del poder.

 

Para obtener la paz social, el Gobierno estableció el “Pacto de las pandillas”, otorgando cargos bien remunerados en la administración –botellas, como se decían en la época– a los líderes de esos grupos, que se dejaron sobornar. Esos grupos amenazaban entonces a los estudiantes de la Universidad y a los miembros de la Juventud Ortodoxa, que eran los únicos en denunciar la corrupción gubernamental.

 

La Universidad era la bandera de los valores de la República, heredados de Julio Antonio Mella, fundador del Partido Comunista Cubano y Antonio Guiteras, el alma de la Revolución de 1933. El Gobierno deseaba aplastar a esta resistencia universitaria, usando a los gánsteres contra los estudiantes. Incluso hubo algunos líderes estudiantiles que se dejaron sobornar.

 

 SL: ¿Cuál era el papel de este comité?

 

 ML: Su papel era denunciar públicamente al gansterismo y las amenazas contra la Universidad. Reunimos una Asamblea donde todos los presidentes estudiantiles de las facultades estaban presentes. Este Comité tenía una dirección colegiada integrada por los dirigentes de la Juventud Ortodoxa –de la cual yo formaba parte– y dirigentes juveniles socialistas.

 

 Fidel Castro era miembro del Comité 30 de Septiembre y designado para denunciar quiénes eran los que recibían dinero del Gobierno. Fidel siempre tuvo mucha habilidad para descubrir lo que estaba entre bambalinas. En este caso preciso, Fidel Castro tomó la palabra en nombre del Comité 30 de Septiembre y denunció uno por uno a todos los corruptos y a los gánsteres estipendiados por el Gobierno, revelando incluso la naturaleza de la “botella”.

 

Los gánsteres se encontraban cerca de la Universidad y se enteraron de la realidad. Era una denuncia valiente y viril por parte de Fidel, que enumeraba los nombres y mostraba documentos para respaldar sus afirmaciones. Los bandidos estaban enfurecidos e informaron a los miembros del Comité que iban a pagar con la vida la denuncia. Fidel recibió la noticia mientras hablaba. Pero, lejos de callarse, habló con más virulencia, insistiendo en los nombres de cada persona corrupta.

 

SL: ¿Qué ocurrió después?

 

 ML: Ello engendró un enorme escándalo pues habíamos desenmascarado a los bandidos. Cuando terminó la Asamblea nos reunimos para saber cómo íbamos a salir de la Universidad. Yo era dirigente de la Juventud Ortodoxa y tenía cierto prestigio pues estaba vinculado a Eduardo Chibás. Había que salvar a Fidel Castro, que se encontraba en peligro de muerte. Yo sabía que no tomarían el riesgo de asesinar a Fidel si se encontraba conmigo. Eduardo Chibás, el líder del Partido Ortodoxo, estaba vivo en aquella época y tenía un programa de radio dominical que seguían todos los cubanos. Asesinar a Fidel con el riesgo de matar al líder de la Juventud Ortodoxa era un riesgo demasiado grande para el Gobierno. Finalmente pudimos salir de la Universidad sin muchos problemas, aunque Fidel tuvo que quedarse escondido en mi casa durante varias semanas.

 

 Esa anécdota es muy ilustrativa del Fidel Castro estudiante que estaba dispuesto a arriesgar la vida para revelar la verdad. La verdad era más importante que la vida para Fidel Castro.

 

SL: ¿Dónde se encontraba usted cuando ocurrió el ataque al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953?

 

 ML: Yo me encontraba en La Habana, con dos amigos de Fidel, el doctor Aramista Taboada y Alfredo Esquivel. Había muchas especulaciones en torno al Moncada. Algunos pensaban que el coronel Pedraza había realizado un golpe de Estado, mientras que otros afirmaban que hubo una sublevación de la guarnición.

 

 Analizamos la situación y nos preguntábamos dónde estaba Fidel. Sabíamos que era muy audaz. El “chino” Esquivel fue a casa de Mirtha Díaz Balart, la esposa de Fidel, que nos informó que su marido no había aparecido en tres días. En ese momento, tuvimos la certeza de que Fidel Castro estaba implicado de una manera u otra en el ataque al Moncada.

 

 Luego nos activamos por todas partes para evitar que la dictadura asesinara a Fidel y sus compañeros. Fue capturado y encarcelado durante dos años.

 

SL: ¿Tenía usted divergencias con Fidel Castro en esa época?

 

 ML: No tenía ninguna divergencia de principio con Fidel. El problema era que había realizado el golpe del Moncada por su cuenta, sin avisar a nadie. Fue una conspiración que organizó solo, en la cual yo no estaba comprometido. Hasta los últimos instantes, muy pocas personas sabían lo que iban a hacer –estoy hablando de los participantes–, quizás Raúl Castro, Jesús Montané, Abel Santamaría, es decir un grupito muy limitado. Fidel siempre fue muy discreto y sus compañeros tenían una gran confianza en él.

 

 Cuando salió de prisión, Fidel Castro empezó a reunirse con algunas personas. Yo le había presentado a Álvaro Barba, que había sido Presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), así como a José Antonio Echevarría, del Directorio Revolucionario.

 

* Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba, the Media, and the Challenge of Impartiality, New York, Monthly Review Press, 2014, con un prólogo de Eduardo Galeano.

 

http://monthlyreview.org/books/pb4710/

Contacto: lamranisalim@yahoo.fr ; Salim.Lamrani@univ-reunion.fr

Página Facebook: https://www.facebook.com/SalimLamraniOfficiel

 

 Fuente: Al Mayadeen

 

http://espanol.almayadeen.net/Study/kbJeYq_pYEWkXqTAAI,,PA/-fidel-entr%C3%B3-en-vida-en-el-pante%C3%B3n-de-los-libertadores-latin

https://www.alainet.org/en/node/170600
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