La gran revolución que se avecina
- Opinión
¡Viva la Revolución! En realidad no es sólo una la que se avecina; son varias. Y todas ellas conformarán la Gran Revolución que la Humanidad está incubando día a día. Ella cambiará nuestras vidas en nuestra forma de trabajar, en nuestro comportamiento personal y social, y en nuestro cuadro de vida. Y algo esencial: pondrá a todos en igualdad de oportunidades. Una Gran Transformación nunca antes vista, vivida ni imaginada.
Debemos comenzar por puntualizar que el gran problema de nuestro tiempo se compone de tres grandes problemas cotidianos: el desempleo masivo de los creadores de riquezas; la extrema pobreza y el atraso milenario, en las formas de trabajar, de un gran sector de la población mundial que sigue viviendo dentro de un cuadro de vida superado hace ya varios miles de años.
Esta es la evidencia de que el problema esencial de nuestra época no es político, es socio-económico ante todo. No es cuestión de cambiar hombres en el poder. No es tampoco una cuestión de producir más. De lo que se trata es el de repartir el resultado de la actividad económica dentro de una nueva concepción, con nuevas reglas de repartición del resultado neto de la actividad económica. Un reto para la Humanidad planteado desde hace varios miles de años, y cuya solución se hace cada vez más exigente.
Por ello, lo que es urgente es hacer de la actividad económica un quehacer orientado a que todos los miembros de la sociedad disfruten del resultado, en igualdad de oportunidades. Esta es la primera revolución que todo el mundo lo exige, pero que no logra explicitarlo en términos claros y concretos. Esta primera fase de la Gran Revolución no es política es socio-económica ante todo.
Es a partir de esta primera revolución que se podrán lograr otras revoluciones. No antes, como pretenden algunos. Ellos quieren resolver uno a uno los miles de problemas cotidianos como si quisiéramos eliminar un árbol malsano a partir de eliminar, una a una, sus hojas cada día más numerosas que a la víspera. Nuestro reto es encontrar la raíz de todos esos males secundarios. Es cierto que estos males secundarios son difíciles de soportar, que incluso nos están conduciendo a la destrucción de nuestro propio hábitat, pero no son el origen de la problemática.
La revolución en la actividad socio-económica comenzará por alejarnos de la bestialidad a la que nos ha conducido la búsqueda del dinero por el dinero, del poder por el poder. Esta primera revolución nos permitirá tender los puentes para nuestro reencuentro con la Naturaleza de la cual formamos parte, nos facilitará equilibrar la relación de género, la convivencia entre las diferentes etnias, generaciones, lenguas.
Bajo esta nueva base socio-económica podremos, por fin, construir una institucionalidad acorde con el Buen Vivir, a fin de que las personas se sientan parte de su sociedad. Y esta segunda revolución no es otra que la instalación de la Democracia Directa como forma de vivir y de convivir. Pero no sigamos haciendo las cosas al revés, al pretender instalar instituciones de la Democracia Directa antes de haber construido la base socio-económica que lo sustenta.
Desde ya debemos repensar en nuestra nueva organización social. No es posible seguir siendo manipulados por instituciones judiciales, policiales, militares y políticas, completamente inmersas dentro del crimen y la búsqueda de la satisfacción personal. Se trata, entonces, de repensar en la revolución de nuestra institucionalidad a fin de eliminar aquellas que son abyectas y que nos hacen mucho daño en tanto que personas o como cuerpo social.
Y el tercer elemento de la Gran Revolución no será otro que amoblar la sociedad y economía-mundo con nuevos valores y nuevos comportamientos. Gracias a una nueva base socio-económica y a nuevas instituciones, los hombres y las mujeres sabrán hacer un uso más equilibrado de su tiempo entre su desarrollo personal y su desarrollo colectivo. Ya no más bestias de carga por un lado y, vividores por el otro.
La Gran Revolución está en camino, y el logro de sus tres aspectos será la conquista política de la gran mayoría dominada, sojuzgada, por el poder económico, político, militar e ideológico, de una ínfima minoría. Nuestro destino no está trazado de antemano, debemos construirlo día a día. No seamos los vividores de cosas hechas, seamos lo que son en esencia los seres humanos, los constructores de su mañana.
Ferreñafe, 7 de agosto del 2015
- Dr. Hugo Salinas. salinas_hugo@yahoo.com
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