Falta una semana para que Jorge Mario Bergoglio realice la muy esperada primera visita a México en su condición de papa o la tercera desde que pisó suelo azteca en 1970, y casi todo gira alrededor de él en un Estado que presume ser laico, pero los gobernantes toman todas las licencias que el poder les da y la ciudadanía (pluralmente religiosa y con cinco millones de ateos), permite.

Para Humberto Roque, líder del Revolucionario en tiempos que su hermanito Ernesto Zedillo despachaba en Los Pinos, el gobierno federal “tendrá a su disposición boletos para los actos encabezados del (sic) pontífice”. No se preocupen los angustiados seguidores del argentino de padres italianos, porque “realmente es un número bastante razonable. No distrae las cifras de lo que le interesa repartir a las diócesis”. No habrá ni el clásico acarreo del Institucional ni privilegios para los amigos y familiares de los funcionarios. Es lo que se colige de la declaración del subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos.

También asegura el antes líder parlamentario del PRI, afamado por hacer la Roqueseñal el 17 de marzo de 1995 para celebrar el aumento del 50 por ciento al Impuesto al Valor Agregado, que “será una visita pastoral, la recepción y despedida del pontífice tendrán también cierto rasgo oficial, así como el encuentro en Palacio Nacional”

Resulta que con ese “cierto rasgo oficial”, Enrique Peña Nieto sostuvo una reunión con los gobernadores de los estados que visitará el jesuita del 12 al 18 de febrero, Eruviel Ávila supervisó las instalaciones de Ecatepec y lo acaba de hacer por segunda ocasión con Miguel Osorio, el jefe de Roque Villanueva.

Más aún, el coahuilense de Torreón ya le asignó tareas a la Iglesia de Francisco, y en respuesta a las observaciones que le hizo el semanario Desde la Fe, insiste: Lo que dije es que las iglesias ayudarían mucho ante el problema de seguridad, formando moralmente a las personas, especialmente a los criminales” (La Jornada, 4-II-16).

A lo anterior es preciso añadir que Notimex (Agencia de Noticias del Estado Mexicano) realizó con el Centro Televisivo Vaticano una producción para que el Papa “dialogara” con 33 mexicanos en 10 ciudades de 10 estados del país, en lo que tituló: En inédito programa de Notimex el Papa habla a los mexicanos, divulgado el día 3, con las respuestas grabadas el 22 de enero, pero las agencias mexicana y vaticana lo presentan como “un programa especial en forma de entrevista colectiva”.

En el video producido muy a modo, ajeno a las prácticas profesionales del periodismo, pero en consonancia con las ejercidas por la mediocracia mexicana, Francisco envía señales importantes:

“Yo voy a México como un peregrino”; México vive “su pedacito de guerra” a causa del sufrimiento, la violencia y el “tráfico organizado”; “el mundo vive una crisis de fe”; “la fe debe salir a las calles no sólo con procesiones”; “no voy como un Rey Mago sino como un peregrino”; “¡La paz hay que pelearla todos los días!”; “La paz es un trabajo artesanal que se amasa con las manos, desde cómo educo yo a un chico, hasta cómo acaricio a un anciano”; “quisiera ser en México un instrumento de paz, pero con todos ustedes”.

Definiciones y compromisos para cotejarlos con lo que suceda del 12 al 18 próximos, pero en la víspera Bergoglio recibió de la mafia mexicana del box “El cinturón verde y oro para el campeón mundial de la bondad, la virtud y la esperanza”.

Utopía 1637

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