Palabras y símbolos del poder en Iguala

26/02/2016
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Reaccionar tardíamente en política sale muy caro. Y más cuando se hace desde la titularidad del Ejecutivo federal. Eso lo vivió y aún lo padece Enrique Peña Nieto, pero no está claro si lo sabe y sobre todo si sacó los aprendizajes necesarios, porque todo parece indicar que reincide en el error que cometió en la terrorífica noche de Iguala que, sin duda, significó un punto de inflexión en su relación con los gobernados y el movimiento social.

 

Movimiento de masas o popular le denominaban las izquierdas en el siglo pasado, pero el secretario particular de Felipe Calderón cuando éste despachaba en Los Pinos, fue hasta Iguala en su condición de presidente del Senado, merced a la influencia del “soldadito de plomo”, a provocar a los agraviados el 26-27 de septiembre de 2014 –con 43 desaparecidos, seis muertos y decenas de heridos–, al encajonarlos en “la politiquería que usa el dolor como instrumento de incitación y de enojo. A los criminales se les derrota. La paz se reconquista a través del restablecimiento del tejido social y el fortalecimiento de las instituciones”. Tejido que destruyeron el crimen organizado y el guerrerista Calderón Hinojosa para combatirlo y legitimarse en el poder.

 

Cinismo blanquiazul aparte, Peña Nieto encontró en el 195 aniversario del Día de la Bandera, a partir de la promulgación del Plan de Iguala, en 1821, la ocasión para presentarse en el municipio acompañado del gabinete de seguridad, blindado hasta la exageración y mostrarse al país como muy popular.

 

Sólo que lo hizo con 17 meses de retraso, como tarde y mal reaccionó por primera ocasión con el discurso de “la debilidad institucional” en Guerrero (2-X-14), pronunciado en Coacalco, estado de México, ante “la masacre que conmocionó al mundo”, como estimó entonces Amnistía Internacional, y convocó a su amigo y aliado Ángel Aguirre a que asumiera las obligaciones como gobernador más que perredista, parte de los grupos caciquiles que gobiernan desde hace un siglo.

 

A la nueva tardanza es preciso añadir la naturaleza elusiva del discurso, sin llamar a los agraviados por su nombre pero sin la bajeza del senador, con autoelogios de una obra que es innecesario desconocer y además no logra superar el “crecimiento económico mediocre” (Luis Videgaray dixit) de los últimos 33 años; y la venta, como en los mejores tiempos idos, de un “futuro prometedor” que no logra hacerse presente.

 

Importa sobre todo la afirmación: “Desde entonces, durante un año y cinco meses, el Estado mexicano ha desplegado un amplio esfuerzo institucional para procurar justicia a partir de una investigación profunda, transparente y abierta contando, incluso, con la colaboración de diversas instancias internacionales”.

 

Instancias que como el Grupo Interdisciplinario expresó insatisfacción con el trabajo de la Procuraduría General de la República por las serias omisiones en la investigación. Y refrendó la exigencia de estar presente cuando el MP entreviste a integrantes de 27 Batallón que presuntamente participaron en la matanza.

 

La respuesta del gobierno no pudo ser más excluyente porque todo el festejo giró en torno a las instalaciones del 27 Batallón, con el despliegue de la parafernalia militar que sorprendió a los igualtecos con un puñado de helicópteros que aterrizó donde en la puerta principal se puede leer: “‘Estás a punto de abandonar las instalaciones de uno de los mejores batallones...” El mismo mundialmente famoso por lo contrario y sede a la que se niega el acceso a los padres de Los 43.

 

Los símbolos son más categóricos que las palabras.

 

- Eduardo Ibarra Aguirre

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