Estado informal, elecciones informales
- Opinión
Literalmente protegido por la oscuridad propia y la de la noche, el Jurado Electoral Especial autorizó la candidatura de la señora Fujimori. Ella tiene los mismos impedimentos electorales que Guzmán y que Acuña que fueron descalificados. Y fue a la media noche del jueves, víspera del fin de semana largo y a horas en que se jugaba la eliminatoria, Perú contra Venezuela, que tomaron el acuerdo. La evidente voluntad de no transparentar el resultado de su votación los pinta de cuerpo entero. Todavía falta el fallo del Jurado Nacional Electoral. Es decir a los 17 días de las elecciones aún no está claro cuántos candidatos quedarán y por quiénes se puede votar. Para el lector que no vive allí, parece inimaginable, pero esto es solamente un ejemplo del caos que reina en el Perú. Desde el año 1990 en que Fujimori ganó las elecciones se consolidó el modelo neoliberal de manera grosera y brutal. El libre mercado se impuso como única forma de economía y la desestructuración, de lo poco que quedaba de institucionalidad, fue cayéndose a pedazos. La “guerra contra el terrorismo” justificó absolutamente cualquier violación de la legalidad y de los derechos humanos. Derrotada la insurgencia se pasó con toda fuerza a la instalación del más libre de los mercados que se pueda imaginar en el libre mercado. El Perú es el ejemplo del Neoliberalismo más radical que existe. La dictadura de Fujimori dio el gran y largo paso inicial para luego pasar a los gobiernos siguientes de Toledo, García y hoy el de Humala, el gran frustrador de las esperanzas populares. El 60% del territorio nacional está concesionado a diversas empresas privadas. De ello el 20% a la minería. El 75% de la Amazonía peruana igualmente está concesionado y en camino acelerado a la deforestación. El Perú es el primer o segundo productor de cocaína del mundo en disputa con Colombia. Todo se compra y se vende. El estado no regula porque forma parte de ese mercado, la salud, la educación, la seguridad, la justicia, todo es negociable. Esto que parece catastrofista y exagerado es exactamente como describen al Perú los peruanos de a pie que allí viven. Hacer el avión, como se dice a tomar ventaja ilegal sobre cualquier situación, desde la fila para entrar al cine, hasta conseguir un contrato con el Estado en cualquiera de sus representaciones o cruzar a pie una avenida, es un acto de viveza apreciado o de supervivencia.
El país está gobernado por la empresa privada extranjera y nacional. Ellos determinan las leyes, ordenan las concesiones, compran y venden, regulan el mercado, los precios y la prensa en todas sus modalidades (la peor prensa de América del Sur, salvo las excepciones que confirman la regla). Hay que agregar la presencia de 3600 marines en territorio nacional y para colmo la solicitud del Ministro del Interior del Perú de abrir una oficina del FBI en Lima, que garantice la sumisión al poder real. Con todo ello, por supuesto, están al mando del futuro electoral del país. Cualquiera puede ganar siempre y cuando no pretenda modificar su sistema. Y a esto se enfrenta el elector para escoger a su candidato. Sabemos perfectamente que Fujimori o García (que indultó un promedio de 2.87 narcotraficantes por día durante su segundo mandato) representan exactamente el mismo modelo de la lumpen política. Pedro Pablo Kutzinsky o Barrenechea son la continuidad neoliberal, con variantes menos silvestres, tal vez un poco más ordenada. No modificarán nada que atente contra el Sistema, parecen menos corruptos y por ello tal vez más económicos a los empresarios. Finalmente, Verónika Mendoza una mujer joven de honestidad incuestionada que agrupa ilusiones. Con poca experiencia de gobierno, pero en ese caos ser honesta ya es un pilar incuestionable. Ella representa el coraje de miles, millones de peruanas y peruanos jóvenes que quisieran ver cambios reales en el país. Representa a las enormes mayorías que aún sin saberlo quisieran una verdadera lucha contra la corrupción. Sus posibilidades de ganar por ahora aparecen como pocas, pero hay que batallar por ello. Hay que votar por la honestidad y la ética. Como Manuel Gonzáles Prada, piedra angular del periodismo peruano, hoy, casi 130 años después, debemos decir “¡Que vengan árboles nuevos a dar flores nuevas i frutas nuevas! ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!” Estas elecciones se miran tristes, pero salen a las calles los muchachos y las muchachas a repudiar a Fujimori, y Verónika representa esas flores nuevas y frutas nuevas.
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