Bantú y el maltrato animal

15/07/2016
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  • Opinión
 maltrato animal
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Que los zoológicos son lugares de esparcimiento en los que los visitantes pueden observar a diversas especies animales a las que, en muchos casos, difícilmente se les podría conocer en sus entornos naturales, es harto conocido. Sin embargo, existe un registro significativo de maltrato animal en los diversos zoológicos del mundo, que lleva a pensar en el sentido de contar con esos parques públicos, en los que, sus principales inquilinos, a todas luces, lo pasan mal. Los defensores de la idea de los zoológicos apuestan a los fines educativos y recreativos de los mismos. Los opositores acusan que los animales que ahí residen, se encuentran en cautiverio, lejos de su hábitat, expuestos además a estrés, a malos hábitos de los visitantes, y todo ello, en muchos casos, para derivar beneficios económicos o estatus.

 

Desde la antigüedad, el cautiverio de animales “exóticos” ha sido considerado un símbolo de poder para quien los posee. Alejandro Magno –siglo IV antes de Cristo- capturó diversos animales durante sus expediciones y los llevó a Grecia, en lo que se considera el nacimiento de los zoológicos como se les conoce hoy.1 Los romanos hicieron lo propio, tanto para exhibir a los ejemplares, como para emplearlos en espectáculos circenses. Trajano, tras la conquista de Dracia, celebró durante 123 días su victoria, sacrificando unos 11 mil animales que incluyeron leones, tigres, cocodrilos, hipopótamos, jirafas, serpientes, etcétera. Claro que no se trata sólo de una tradición occidental. Se cuenta que el emperador chino Wen Wang, hace unos 3 mil años, contaba con lo que él llamaba “parque de sabiduría” en el que albergaba rinocerontes, tigres, ciervos, antílopes, serpientes y otras especies. Marco Polo, en sus célebres viajes a Oriente en el siglo XIII, conoció otros jardines en condiciones similares.

 

En la Edad Media se mantuvo la tradición de contar con parques con animales, propiedad de los señores feudales o de las monarquías como una manifestación de pujanza y prosperidad. Tras los descubrimientos geográficos, aumentó el interés por los zoológicos, debido a todas las especies procedentes del Nuevo Mundo con las que se toparon los conquistadores. Como es sabido, el Emperador Moctezuma tenía un extenso jardín, en los terrenos que hoy corresponden al bosque de Chapultepec, en el que mantenía miles de especies botánicas, además de ejemplares de cada uno de los animales que existían en el país.2

 

Al Nuevo Mundo también llegaron especies animales que acompañaban a los europeos, tanto con fines gastronómicos como de ornato. El mismo Shakespeare reseñaba la llegada de aves europeas al Nuevo Mundo. Los ingleses se hacían acompañar además por peces, plantas, moluscos, etcétera que posteriormente eran desechados por sus dueños, sea porque se cansaban de ellos o porque crecían demasiado y cuidarlos les generaban demasiadas molestias.3 Esto ha dado pie históricamente a un serio problema para la biodiversidad, al introducir a los ecosistemas a animales y vegetales extraños que alteran los entornos ambientales, si bien este tema rebasa los objetivos de la presente reflexión.

 

Los zoológicos modernos

 

 

Los zoológicos modernos nacieron en Viena, Madrid y París en el siglo XVIII. El primer zoológico de Madrid data de 1770, fundado por Carlos III bajo el nombre de “Casa de las Fieras del Retiro.”4 Para 1793, el Jardin des Plants de París emergió de la revolución francesa como un parque zoológico popular. Otras potencias europeas emularon esta experiencia y en 1826 nació el Regent’s Park Zoo en Londres, en tanto en 1844 abrió sus puertas, por primera vez, el célebre zoológico de Berlín. Estados Unidos no podía quedarse atrás y, por lo tanto, creó en 1864, el zoológico de Central Park en Nueva York; el de Chicago cuatro años después; el de Filadelfia, en 1874; el de Washington, en 1887 y el del Bronx, en 1889. En México fue hasta 1923, tras la revolución, que el biólogo Alfonso Luis Herrera fundó, bajo los auspicios de la entonces Secretaría de Agricultura y Fomento y la Sociedad de Estudios Biológicos, el Zoológico de Chapultepec, con el propósito de cuidar las especies animales con un enfoque científico.5Evidentemente al paso del tiempo, ese objetivo pasó a un segundo plano, al privilegiar las diversas autoridades de la ciudad los fines educativos y de esparcimiento de las familias y los niños. Este no es un tema menor: la idea original ponía en el centro de la atención a las especies animales. Al paso del tiempo, éstas fueron subordinadas al entretenimiento de las familias. El fin se convirtió en un medio. Pero no es el único país en que eso ha ocurrido.

 

El maltrato animal en los zoológicos

 

Se calcula que en el mundo existen poco más de 500 zoológicos, siendo Estados Unidos el que más recintos de ese tipo alberga en su seno -150, aproximadamente. En los zoológicos del mundo viven más de 5 mil especies de animales, sobre todo vertebrados –mamíferos y aves- y también peces, con un promedio de visitas de 700 millones de personas al año, según la Asociación Mundial de Zoológicos y Acuarios (WAZA). Dicha asociación que es miembro fundador de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) –la entidad encargada de documentar el status de las especies, incluyendo las amenazadas y en peligro de extinción-, cuenta entre sus asociados a 280 zoológicos y acuarios de todo el planeta (http://www.waza.org).

 

Para algunos defensores de los derechos de los animales, los zoológicos –y también los acuarios- no sólo son una idea anticuada, sino que equivalen a campos de concentración donde los animales sufren.1 En muchos casos, los animales residentes en esos lugares son especies que se encuentran muy lejos de su área o entorno natural, al igual que de su potencial de dispersión y reproducción. Este hecho sugiere que, de entrada, los animales que residen en los parques recreativos ya se encuentran sometidos al estrés de vivir en condiciones que les son ajenas. El estrés también lo generan los responsables de los zoológicos, los que alimentan y cuidan a los animales, los entrenadores que los obligan a desarrollar faenas para el entretenimiento –como ocurre con los delfinarios y parques acuáticos- y, por supuesto, los visitantes.

 

 

El activismo y la conciencia ambientales influyen cada vez en los cuestionamientos de los parques zoológicos. Ciertas especies en cautiverio suelen ser muy carismáticas y acaparan la atención, por lo que su intimidad es vulnerada todo el tiempo. Un caso muy comentado fue el del oso polar Knut, un cachorro nacido en 2006 en el Zoológico de Berlín y que fue rechazado por su madre. De hecho Knut era gemelo de otro osezno que murió a poco de nacido. Los especialistas del recinto cuidaron de Knut, al que alimentaron con biberón y le procuraron toda la atención, pero también toda la publicidad posible. El pequeño rápidamente saltó a la fama convirtiéndose en una especie de superestrella que provocó un aforo nunca antes visto en toda la historia del lugar. Su cuidador, Thomas Dörflein, se transformó también en una celebridad, dado que aparecía a menudo con el cachorro en las exhibiciones para el público. Sin embargo, en 2011, Knut fue encontrado muerto en la piscina del zoológico. A partir de ese momento propios y extraños se pronunciaron por esclarecer los hechos y se especulaba que el mamífero, al estar expuesto a tanto ajetreo ante la curiosidad de los visitantes, murió por estrés. La realidad de las cosas, después de una exhaustiva investigación que fue dada a conocer en agosto de 2015, fue que el amado osito murió por un tipo de encefalitis autoinmune que afecta a los seres humanos pero que no se sabía que también podían padecerla otros mamíferos. Dicha encefalitis provoca ataques epilépticos, uno de los cuáles se produjo cuando Knut seguramente estaba cerca de la alberca del zoológico y por ello se ahogó.2

 

En el caso descrito, la muerte de Knut tendría que llevar a mejorar los estudios y la atención clínica que se le procura a los animales en cautiverio. Se pensaría que tras lo sucedido con Knut, el Zoológico de Berlín, el mayor y más importante de Alemania -país de alto desarrollo, no hay que olvidarlo- no volvería a ser noticia por la muerte de animales en circunstancias poco claras o inusuales. Sin embargo, no ha sido así. Tres años después de la muerte de Knut, en febrero de 2014, otro oso polar de nombre Anton, de 25 años de edad, murió en el zoológico de Wilhelma en Sttutgart. En esta ocasión, la causa fue la ingesta de un abrigo y bolso de algún visitante, que cayeron en el lugar donde se encontraba el mamífero. Antón se enfermó y los cuidadores del lugar se dieron cuenta de que escupía trozos de tela. Entonces le suministraron vomitivos, tras lo cual expulsó partes de los objetos descritos, si bien su salud empeoró y murió. Lo que resulta risible son las declaraciones de quien fuera su cuidador, quien afirmó que estaba sorprendido por lo sucedido, dado que Anton “no solía comerse las cosas que caían a su hábitat” (sic).3

 

 

 

Con todo, no fue este hecho el más polémico y comentado en 2014 sino, lo sucedido en el Zoológico de Copenhague, en donde, con el argumento de evitar la reproducción entre parientes cercanos, las autoridades del lugar determinaron matar y descuartizar a una jirafa sana de nombre Marius, cuyos restos arrojaron a los leones a la vista del público. El director del zoológico llegó a recibir amenazas de muerte por este hecho, al que la opinión pública mundial calificó de barbárico, sobre todo porque otros zoológicos y parques europeos habían ofrecido albergar a la jirafa.1 Un mes después, en el mismo lugar, el zoológico mató a cuatro leones dado que otro león los habría matado por ser el macho dominante en el lugar. El zoológico dijo haber buscado que otros parques recibieran a los leones, pero al no lograrlo, tomó la decisión.2

 

Otros zoológicos, además de los alemanes y daneses, han dado de qué hablar en el tema del maltrato animal. El 24 de agosto de 2015, un panda rojo macho murió en el Zoológico de Vancouver debido a una infección provocada por hongos que suelen encontrarse en plantas y árboles. La muerte de Rakesh catalizó numerosas protestan que pidieron el cierre del lugar, citando también la muerte de cuatro cebras en 2009, de dos jirafas en 2011 y de un tigre siberiano en 2014 como muestra de la negligencia de los administradores del zoológico.3

 

Pero también los parques acuáticos han sido fuertemente cuestionados. El aclamado documental Blackfish de 2013, que elaboró Gabriela Cowperthwaite, presenta la historia de la orca Tilikum, quien mató a tres personas, incluida su entrenadora. Dos de sus ataques ocurrieron en Seaworld. En el documental se relata la captura de la orca a sus dos años de edad en las costas de Islandia, desde donde fue llevada a la vida en cautiverio, donde pasaba la mayor parte del tiempo en pequeños tanques y sin luz, lo que se supone, le generó una serie de traumas que posteriormente canalizó contra las personas involucradas en su “entrenamiento” y “bienestar.” No es el único caso documentado y hay otros tantos que se han producido con orcas en distintos recintos.4 Este documental desató una fuerte polémica que, a la postre, llevó a que Seaworld cancelara en San Diego, los espectáculos con orcas.5

 

En los acuarios, el maltrato alcanza a otras especies como los delfines. Es por ello que la Sociedad para la Conservación de la Ballena y el Delfín, elaboró un informe sobre los delfinarios en la Unión Europea denominadoRevisión del mantenimiento de cetáceos en cautiverio en la Unión Europea y de la Directiva 1999/22/CE, relacionada con el confinamiento de animales silvestres en los zoológicos, en el que documenta violaciones a la citada norma, entre otras, el contacto cercano entre humanos y delfines; pocos elementos educativos para los asistentes por parte de los delfinarios; y que “todos los delfinarios en la UE exhiben a sus cetáceos al público que paga para verlos en presentaciones regulares o en espectáculos, con frecuencia acompañados de música fuerte, en los que los animales comúnmente ejecutan un repertorio diverso de trucos y acrobacias. Estos espectáculos suelen tener un elemento antropomórfico o cómico en los que los cetáceos realizan un despliegue de comportamientos poco naturales. Esto, así como la fuerte música cerca de los animales, es desaconsejado por la Asociación Europea de Mamíferos Acuáticos.”6

 

En otra parte del mundo, Indonesia, hay un zoológico célebre por las condiciones deplorables en que se encuentran los animales ahí confinados. Conocido popularmente como el “zoológico de la muerte”, el Zoológico de Surabaya tiene un penoso registro de 400 animales muertos desde 2009, muchos de ellos especies amenazadas o en peligro de extinción, debido a la corrupción de las autoridades, el maltrato a las especies y la reproducción no controlada de las mismas. Diversas fotografías de los animales del Zoológico de Surabaya, uno de los más grandes de Asia, muestran un estado de desnutrición grave en los animales –muchos verdaderamente famélicos-, falta de higiene y, por ejemplo, tras la muerte de algunos ellos y de las autopsias efectuadas, se han encontrado restos de basura, plástico y madera en sus cuerpos.1 Los activistas defensores de los derechos de los animales, entre ellos la organización Change han venido realizando una campaña para pedir el cierre definitivo del lugar, habiendo reunido a la fecha 830 mil firmas en una petición que será enviada al Presidente de esa nación (véase https://www.change.org/p/president-joko-widodo-close-surabaya-zoo).

 

 

América Latina no se queda atrás en este tema. En Argentina, el 26 de diciembre de 2012, Winner el único oso polar que residía en el Zoológico de Buenos Aires, murió a causa del estrés, las altas temperaturas de la ciudad y la pirotecnia típica de las festividades de navidad.2 La muerte de Winner atrajo la atención al caso de otro de sus congéneres,Arturo, un oso polar residente en el Zoológico de Mendoza. Arturo, perdió en 2012 a la hembra, Pelusa, que lo acompañó en cautiverio y a partir de ese momento entró en depresión. Pero lo más escandaloso vino a continuación, cuando grupos defensores de los derechos de los animales denunciaron la precaria situación en que se encontraba el mamífero, debido, entre otras razones, a las altas temperaturas –hasta 40 grados centígrados cuando estos animales viven a temperaturas de 50 grados bajo cero en su hábitat natural-que literalmente lo tenían postrado, muerto de calor, en una alberca con menos de 50 centímetros de agua. Tras las protestas, las autoridades lo regaban con mangueras de agua fría y colocaron aire acondicionado en su dormitorio, pero el ejemplar sufría, por lo que se firmaron numerosas peticiones para trasladarlo a Canadá. Incluso la cantante Cher llegó a denunciar públicamente en un concierto la situación deArturo increpando a la entonces mandataria argentina Cristina Fernández con preguntas como “¿No lloras por él Argentina?”. Al poco tiempo, la prensa británica refirió que Arturo era, posiblemente, el oso más triste del mundo. Había perdido la vista y le costaba desplazarse. El deterioro de la salud de Arturo impidió su traslado a Canadá, como lo pedían los activistas y el pasado 3 de julio murió, según las autoridades, a causa de su edad (31 años).3 Cabe destacar que el Zoológico de Mendoza fue cerrado de manera indefinida, debido a la muerte de decenas de animales, las críticas subsecuentes y el anuncio de las autoridades de que sería remozado y reacondicionado.4

 

En Chile ocurrió algo parecido, aunque con un oso polar más joven de nombre Taco, residente en el Zoológico de Santiago. Donado a Chile por el Zoológico de Rotterdam en 1996, murió el 17 de abril de 2015. Varios activistas habían venido denunciando la poca calidad de vida que tenía en un espacio tan reducido e insistían en que, igual que en Argentina, con altas temperaturas en ciertas épocas del año, no existían las condiciones para mantener al ejemplar de manera adecuada.5Otra polémica más, también en Chile, ocurrió cuando el tigre Pampa fue sacrificado en mayo de 2012 tras atacar a su cuidador, quien, sin embargo, no siguió los protocolos respectivos.6 La lista es larga y pueden llenarse muchas páginas con casos que ejemplifican el maltrato animal en los zoológicos y parques recreativos.

 

 

Hábeas corpus y personas no humanas

 

Los casos referidos anteriormente y otros más han repercutido en una reducción en el número de visitantes a los zoológicos y centros recreativos, con la pérdida de jugosas ganancias que ello supone. Tras el documental Blackfish, las acciones deSeaworld cayeron en un 45 por ciento y la aerolínea SouthWest puso fin a una alianza que tenía desde hace 25 años con esos parques acuáticos.1 El “zoológico de la muerte” de Surabaya, por su parte, ha recibido un tercio menos de visitantes que antaño, debido a los escándalos que lo circundan.

 

Ante esta problemática, ¿qué se está haciendo? Todo parece indicar que, aunque lentamente, el derecho está reconociendo personalidad jurídica a los animales. En un caso inédito en el mundo y que, se espera, cree jurisprudencia respecto al derecho a una vida digna, la orangutana Sandra, residente del Zoológico de Buenos Aires, fue reconocida por los tribunales como “persona no humana.” Sandra, de 30 años de edad, llegó a Argentina procedente de Alemania y actualmente se debate su traslado al santuario de Sorocaba en Brasil, lugar al que también se pretende llevar a Toto, orangután residente en el Zoológico de Chapultepec, para que vivan en mejores condiciones. En el fallo, los magistrados argentinos señalaron "menester es reconocerle al animal el carácter de sujeto de derechos, pues los sujetos no humanos (animales) son titulares de derechos, porque se impone su protección en el ámbito competencial correspondiente".2 La jueza Elena Liberatori agregó, tras analizar el caso presentado por la Asociación de Funcionarios y Abogados por los Derechos de los Animales (AFADA), que “de todo lo expuesto surge claramente que el interés jurídicamente protegido por la ley no es la propiedad de una persona humana o jurídica sino los animales en sí mismos, quienes son titulares de la tutela que establece frente a ciertas conductas humanas."3Este hábeas corpus es de suma trascendencia, si bien es evidente que aun falta un largo camino por recorrer para garantizar el bienestar animal en el mundo. Pero conforme a esta disposición, cualquier maltrato o situación que ponga en riesgo la vida o el bienestar de Sandra constituirá un delito que será sancionado. Para decirlo de otro modo: con este fallo Sandra pasó de ser un “objeto” a un “sujeto de derecho”, lo que en estos tiempos, no es poca cosa.

 

Mientras tanto cabe preguntar: ¿qué pasará con los zoológicos? Sin duda, tendrán que cambiar. Si a los animales se les mantiene en cautiverio para maltratarlos, no tiene sentido confinarlos. Si en cambio se busca protegerlos de un hábitat destruido o modificado, tal vez podría justificarse su traslado a zoológicos renovados o a parques ecológicos, en los que sean los animales los protagonistas y donde su conservación se lleve a cabo en las mejores condiciones, esto es, pensando en su bienestar, más que en la diversión o el entretenimiento de las personas. También es muy importante que todo maltrato y negligencia sean debidamente penalizados, como en el caso de Bantú, el gorila del Zoológico de Chapultepec recientemente fallecido.

 

Notas

 

1 México Desconocido (s/f), “El zoológico de Chapultepec, Distrito Federal”, disponible enhttp://www.mexicodesconocido.com.mx/el-zoologico-de-chapultepec-distrito...

 

2 Verónica Maza Bustamante (06/05/2015), “Los jardines de Moctezuma”, en Milenio, disponible enhttp://www.milenio.com/blogs/qrr/jardines-Moctezuma_7_512418757.html

 

3 Jorge Álvarez Romero et al (2008), Animales exóticos en México: una amenaza para la biodiversidad, México, Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, p. 5.

 

4 Juan J. Morrone y Adrián Fortino (Nov/Dic 1997), “¡deben existir los zoológicos?”, en Ciencia Hoy, disponible enhttp://www.cienciahoy.org.ar/ch/hoy43/zool1.htm

 

5 México Desconocido, Ibid.

 

 

1 Carlos Matías Pérez (12 de diciembre de 2015), “El zoológico y la moral de la época”, en La Tercera, disponible enhttp://www.latercera.com/noticia/tendencias/2015/12/659-659678-9-el-zool...

 

2 Teresa Guerrero (31/08/2015), “El oso polar Knut murió de una encefalitis que sólo había sido detectada en humanos”, en El Mundo, disponible en http://www.elmundo.es/ciencia/2015/08/27/55dc8e41ca4741a8138b4589.html

 

3 Igualdad animal. Activismo por los animales (16/02/2014), “Oso polar muere en un zoo alemán por comerse el abrigo y el bolso de un visitante”, disponible en http://www.igualdadanimal.org/noticias/7119/oso-polar-muere-en-un-zoo-al...

 

1 Bharati Naik y Marie-Lousie Gumuchian (9 de febrero de 2014), “Matan a jirafa en zoológico de Dinamarca para evitar consanguinidad”, en CNN en español, disponible en http://cnnespanol.cnn.com/2014/02/09/matan-a-jirafa-en-zoologico-de-dina...

 

2 Paula Andrea Daza (26 de marzo de 2014), “El zoológico de Copenhague mata a 4 leones, hace unas semanas sacrificó a una jirafa”, en CNN en español, disponible en http://cnnespanol.cnn.com/2014/03/26/el-zoologico-de-copenhague-mata-a-4...

 

3 CBC News (August 30, 2015), “Vancouver zoo’s red panda death prompts protests”, disponible enhttp://www.cbc.ca/news/canada/british-columbia/vancouver-zoo-s-red-panda...

 

4 Teresa Guerrero (01/11/2013), “Un documental reabre el debate sobre las orcas en cautividad”, en El Mundo,disponible en http://www.elmundo.es/ciencia/2013/10/31/527280ec63fd3db60b8b4590.html

 

5 El Mundo (09/11/2015), “Tras las denuncias sobre maltrato animal, Seaworld pone fin a sus espectáculos con orcas en San Diego”, disponible en http://www.elmundo.es/ciencia/2015/11/09/5640f02022601de3788b463a.html

 

6 Whale and Dolphin Conservation Society-Born Free Foundation (2011), Investigación sobre zoológicos de la UE 2011. Revisión del mantenimiento de cetáceos en cautiverio en la Unión Europea y de la Directiva 1999/22/CE, relacionada con el confinamiento de animales silvestres en los zoológicos, Bruselas, WDCS-Born Free Foundation, p. 6.

 

1 Veo Verde (20 de enero de 2014), “Por qué el Surabaya Zoo en Indonesia debe cerrar”, disponible enhttps://www.veoverde.com/2014/01/porque-el-surabaya-zoo-el-zoo-del-terror-debe-cerrar/

 

2 La Nación (26 de diciembre de 2012), “Murió Winner, el último oso polar del zoo”, disponible enhttp://www.lanacion.com.ar/1540378-murio-winner-el-ultimo-oso-polar-del-zoo

 

3 Veo Verde (s/f), “Cero calidad de vida en zoo argentino para el oso Arturo ¡Libérenlo!”, disponible enhttps://www.veoverde.com/2013/12/cero-calidad-de-vida-en-zoo-argentino-para-el-oso-arturo-liberenlo/La Nación(3 de julio de 2016), “Murió en Mendoza el oso polar Arturo”, disponible en http://www.lanacion.com.ar/1915057-murio-el-oso-arturo-a-los-31-anos

 

4 Clarín (17/05/2016), “Murieron otros 15 animales en el zoo de Mendoza y piden el cierre”, disponible enhttp://www.clarin.com/sociedad/Murieron-animales-Mendoza-piden-cierre_0_1578442257.html

 

5 BBCL Noticias (17 de abril de 2015), “Muere Taco, el oso polar que soportó varias olas de calor en el Zoológico Nacional de Santiago”, disponible en http://www.biobiochile.cl/noticias/2015/04/17/muere-taco-el-oso-polar-del-zoologico-nacional-de-santiago.shtml

 

6 María Paz Nuñez (29/07/2012), “Director del Zoológico Metropolitano explica procedimiento en el que se sacrificó a tigre blanco”, en La Tercera, disponible en http://www.latercera.com/noticia/nacional/2012/07/680-474934-9-director-...

 

1 Carlos Matías Pérez, Ibid.

 

2 Laura Rocha (22 de octubre de 2015), “La orangutana Sandra es “sujeto de derechos” y su traslado debe ser decidio por el gobierno porteño”, en La Nación, disponible en http://www.lanacion.com.ar/1838670-la-orangutana-sandra-es-sujeto-de-derechos-y-su-traslado-debe-ser-decidido-por-el-gobierno-porteno

 

3 Ibid.

 

14 de julio 2016

 

María Cristina Rosas es profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México

 

 

 

http://www.etcetera.com.mx/articulo/Bant%C3%BA+y+el+maltrato+animal/47430/1

 

 

 

https://www.alainet.org/en/node/178819?language=en
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