Acaso sólo se trata de la clásica maniobrita, como acostumbra la corta clase política, pero la propuesta de Margarita Zavala para debatir con Miguel Ángel Osorio sería muy útil que lograra materializarse.

Útil en donde abundan las descalificaciones entre los profesionales de la política –con frecuencia improvisados– o su contraparte, la adulación cuando se trata del superior jerárquico, no digamos del titular del Ejecutivo, que en el caso de Enrique Peña resulta evidente que en la víspera de cubrir el cuarto año de gobierno la crítica es generalizada, cuando en los primeros dos años los éxitos y atributos estaban a la orden del día en el duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio, a cargo de conductores de noticieros y analistas propensos a la propaganda.

Resulta que Zavala Gómez del Campo acudió a Ciro Gómez Leyva por la Mañana (Radio Fórmula) y planteó: (EPN) “Es un presidente de la republica que encabeza un gobierno que ha fallado enormemente en muchos sentidos, en términos de ética, de lo que ha significado la corrupción galopante que estamos viviendo; en términos de una falta de autoridad moral, porque eso es lo que pasa cuando hay corrupción, se deslegitima la autoridad moral para poner orden, para aplicar la ley” (3-VIII-16).

Para hacer frente al categórico señalamiento de la prima hermana de Marcia Matilde Altagracia –la dueña de la guardería ABC, de Hermosillo, Sonora, subrogada por el Instituto Mexicano del Seguro Social, y donde tras un incendio fallecieron 49 niños y 106 resultaron heridos, el 5 de junio de 2009–, el secretario de Gobernación entro al quite y desmintió a la señora del reboso: Zavala “debe empezar por hacer un análisis de lo que fue la administración de su esposo, Felipe Calderón Hinojosa”, y de la cual ella fue “primera dama”, cualquier cosa que ese ridículo y clasista título signifique, “cuando ya se tuvo la oportunidad de trabajar en favor de México y que los resultados a la vista también están, no fueron satisfactorios, un gobierno en el que ella participó”.

También le dijo Osorio que el gobierno de su marido (el del ilegítimo Felipe del Sagrado Corazón de Jesús, la principal rémora de la precandidata), “dejó consecuencias en materia de seguridad de manera muy importante. Nos dejó un asunto muy delicado estado por estado y región por región, que en temas de derechos humanos, en temas de desaparecidos, en muchos temas que hoy a este gobierno le ha tocado enfrentar y le ha tocado buscar alternativas para solucionar”.

No informó el hidalguense de Pachuca que en varios rubros el gobierno de “Mover a México” está en vías de alcanzar algunas de las marcas de Calderón en homicidios dolosos, desaparecidos, letalidad de las fuerzas armadas en sus operativos, violaciones a los derechos humanos...

Y sobre la corrupción galopante Osorio Chong respondió a Joaquín López-Dóriga que cuando Margarita Esther habla de falta de moral “tampoco se ha enterado” que es este presidente “el que ha impulsado la reformas anticorrupción” y “leyes complementarias” y “ha dejado que la sociedad civil, como en ningún otro gobierno, participe para que pueda poner los acentos y los párrafos que se requieren para desterrar la corrupción en este país”.

Generalidades ciertas e insuficientes cuando lo que denuncia la abogada obliga a respuestas puntuales, con todo y que la señora ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el de sus familiares y los amigos del marido, como Juan Camilo Mouriño y Genaro García Luna, a quien este gobierno renovó contratos en seguridad pública.

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