Sigue el clima recesivo, alta inflación y mayores tarifas

A Macri lo favorecen vacilaciones de la mayoría de la CGT

09/05/2017
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Gerardo Momo Vanegas con Macri
Foto: www.expedientepolitico.com.ar
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Después de meses tan pródigos en conflictos laborales como marzo y abril, mayo lució algo más calmo. No porque hubieran desaparecido las causas de tales conflictos, sino sobre todo porque aflojó la CGT, por miedo, negocios y electoralismo.

 

Verlo a un neoliberal a ultranza como Mauricio Macri compartir el 1 de Mayo con Momo Momo Venegas, hablando con una iconografía símil peronista, parecía un extracto del realismo mágico, macondiano.

 

Hay que descomponer esa fotografía, para no dar por el pito más de lo que el pito vale. Venegas es un peón de la Sociedad Rural, con stand fijo en todas las Exposiciones de Palermo. La oligarquía suele pagar con vales a sus empleados. En el conflicto por la resolución 125 recompensó a Raúl Castells, del Mijp, con unas vaquillonas viejas de bajo precio en Liniers. A Venegas, más caro, le mantienen su partido FE, miembro del PRO-Cambiemos, y lo repusieron en el Renatre, que supuestamente registra el trabajo rural. En realidad lo congela en los altísimos índices que siempre tuvo, pasado el momento más progresista en que el kirchnerismo lo raleó de allí y convirtió a esa dependencia en Renatea, con mayores controles a las patronales agropecuarias, las del trabajo negro y aún esclavo.

 

Aunque no lo nombró, Cristina Fernández de Kirchner pensaba en Venegas cuando en su discurso en Sadop dijo: “me da mucha tristeza ver al movimiento obrero dividido, me causa casi desprecio lo que hacen algunos payasos”.

 

MM en el micro estadio de Ferro junto a Venegas tenía cierta tranquilidad. Es que, pasado el paro general del 6 de abril, estaba casi seguro que no habría huelgas generales en el horizonte inmediato por el lado del triunvirato de la CGT. Esa pasividad cegetista no será sinónimo de paz social para muchos otros gremios y centrales de menor incidencia en el mundo fabril, como ambas CTA.

 

El 20 de abril pasado, cuando se reunió el Consejo Directivo para hacer el balance del paro del 6 y estimar los pasos a dar, hubo mucha polémica y se reavivaron enfrentamientos. Por lo visto no habían sido superados con Venegas -que no participa allí- sino entre los mismos gremios representados en ese CD.

 

Aunque las discusiones y pases de facturas fueron varios, los trascendidos hablaron de un tole tole entre los hijos de Hugo Moyano (Pablo y Facundo) con Héctor Daer y Omar Acuña, dos de los triunviros, y de éstos con gremios del transporte como ferroviarios, que se consideran el alma mater del paro general exitoso por encima de sindicatos industriales.

 

Esa mala onda se reflejó el 1 de mayo, cuando la CGT no insistió en el modelo del año anterior de un acto multitudinario en el Monumento al Trabajo sino en uno bien módico con 5.000 asistentes en Obras Sanitarias, con un breve discurso del otro triunviro, Juan Carlos Schmid. Acuña faltó y Daer llegó a minutos del final.

 

Siguen los reclamos

 

El desteñido acto del 1 de mayo fue la prueba palpable de que la CGT no piensa repetir una huelga general, al menos en el corto plazo. El único sector interno -sin cargos en el Consejo Directivo- que sí promueve otras medidas de fuerza y un plan de lucha, incluso recuperando programas históricos del movimiento obrero, es la Corriente Federal de Sergio Palazzo (Bancarios) y Héctor Amichetti (Federación Gráfica Bonaerense).

 

Ni siquiera lo hace Pablo Moyano, a cargo de Camioneros ahora que su padre se calzó los botines de Independiente y por medio de su yerno Chiqui Tapia orienta la AFA. El clan Moyano tiene una postura más antimacrista que otros, pero sin llegar a la postura más combativa de Palazzo y Amichetti. Es más, puede sacarle los ojos al “Barba” Gutiérrez, de la UOM y secretario de Interior de la CGT, por viejas peleas por la afiliación de recolectores de residuos de Quilmes. Y ahora con Héctor Ponce, de Atilra (Industria Láctea) por los problemas derivados de la crisis de SanCor. De un nuevo paro general contra Macri, por ahora, ni hablar.

 

Buena parte de la cúpula cegetista, en particular dos de los triunviros, se reportaban políticamente a Sergio Massa, del Frente Renovador. Y su jugada fue más o menos así: nosotros hacemos el paro de abril y después entramos en pausa, y vos, Massa, empezás la campaña política hacia octubre y tomás la posta de la crítica al gobierno.

 

Sin embargo, la primera dificultad es que, tras el paro, el gobierno de Macri se mantuvo en el mismo andarivel de ajuste y más flexibilización laboral. Y Massa, lejos de aparecer con mejores chances, se ha desdibujado. Hoy para determinadas oposiciones, incluyendo Azopardo 802, es más importante lo que se arma dentro del PJ, con o sin Cristina, con o sin Randazzo, etc, que las combinaciones que el jefe del FR con Margarita Stolbizer. Por eso Daer parece ya ido de esa fuerza, junto a Alberto Fernández y su intento de renegociar su vuelta al pejotismo.

 

La primera línea de la CGT no quiere profundizar su enfrentamiento con Macri y tampoco tiene claridad en cuál de las canastas políticas de octubre poner su cosecha. Esa confusión política también incide en su falta de convocatorias. Cuando la cabeza está confusa, la “columna vertebral” no se moviliza.

 

La quietud no es lo que impera en las bases gremiales y determinados sindicatos y centrales como las de Hugo Yasky y Pablo Micheli que han llamado a otra Marcha Federal para el 20 de junio en Plaza de Mayo. El primero, docente de extracción, expresó el 1 de Mayo en el acto de ambas CTA ante la Escuela Itinerante que “en nuestro horizonte hay otro paro general”.

 

Hablando de docentes, Roberto Baradel, de Suteba, advirtió que si el miércoles María E. Vidal no reintegra los descuentos practicados por los 16 días de huelga, volverán los paros. Una jueza ordenó tal reintegro pero el gobierno apeló, y aunque tal apelación no tiene efectos suspensivos, aún la gobernadora no obedeció el fallo judicial. La diferencia va mucho más allá de los 15 puntos porcentuales de aumento salarial: los gremios piden 35 (10 para recomponer lo perdido en 2016 y 25 por la inflación prevista para 2017) y la ex hada buena se mantiene en un 20 por ciento en dos cuotas.

 

Números y realidades

 

Los funcionarios macristas hacen profesión de fe de que la inflación va a bajar y encajará en la previsión presupuestaria del año, del 17 por ciento. El último que se anotó en esa onda optimista, desairada mes a mes, fue Federico Pinedo, presidente alterno del Senado. La realidad muestra que los precios siguen subiendo y llevaron la canasta básica total de marzo a $14.090, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec). Los diarios lo publicaron el pasado 26 de abril: es lo que necesita una familia tipo para no caer bajo la línea de pobreza.

 

En mayo esa cifra ya está desactualizada y más argentinos van cayendo en esa triste condición. El 12 de marzo de 2017, en el suplemento Cash, Claudio Scaletta comentaba la pobreza: “la política económica de la Alianza PRO es una fábrica de pobres. Según la medición de una entidad filo oficialista difundida esta semana, en sus primeros nueve meses de gestión se sumaron a la pobreza 1,5 millón de personas. El gobierno que prometió pobreza cero, creó 166 mil pobres por mes, casi 5.600 por día”.

 

La intransigencia patronal de la gobernadora Vidal y el ministro Esteban Bullrich versus los docentes, y la multiplicación de los pobres, no de los panes, por otro lado, son parte de la misma política. Es que con techos a las paritarias, achicando el ingreso de los trabajadores, y aumentando el ejército ya no industrial de reserva, se procura inhibir los reclamos paritarios y bajar el “costo laboral”, que eso es el salario para los empresarios del palo presidencial.

 

En la misma dirección operan los flamantes convenios negociados con flexibilización laboral como los dos pioneros petroleros en Vaca Muerta y Chubut. En el primer caso Macri estuvo en la negociación y la firma, que necesitaba llevar como presente a Texas, a los petroleros norteamericanos. En el otro anduvo Juan J. Aranguren, el gobernador Mario Das Neves y los burócratas sindicales del rubro.

 

Se estima que por baja de impuestos y libre importación de equipos, los pulpos petroleros tendrán un descuento del 35 por ciento, y por las rebajas de conquistas laborales, aceptadas por sindicalistas-empresarios como el senador Guillermo Pereyra, el costo laboral bajará 25 por ciento.

 

La poda de convenios está pensada para afectar al magisterio, por eso deslizan la posibilidad de un bono a cambio de mejorar 10 por ciento el índice de asistencia. Los lecheros de Atilra sufrirán una merma de 2.500 pesos en el bono que pagan las empresas por cada afiliado, con destino a la obra social, Y a cambio de 450 millones de pesos de crédito del gobierno nacional deberán comprometerse a bajas en el convenio. Eso conduciría a la entrada en SanCor de algún peso pesado internacional como alguna vez pudo ser George Soros-Cresud.

 

Atilra sufrió la desaparición de dirigentes en su seccional Córdoba: Pedro A. Juárez, Pablo Ortman, Claudio Nardini, Raúl Cassol, Oscar Dominici y Juan Carlos Galván. Eso fue en dictadura militar-cívica. El macrismo generó condiciones para una posible quiebra de la cooperativa y, a modo de extorsión, exige la quita beneficios, reclama una flexibilización laboral y auspicia la eventual extranjerización de la empresa más importante de Santa Fe.

 

http://www.laarena.com.ar/opinion-a-macri-lo-favorecen-vacilaciones-de-la-mayoria-de-la-cgt-1134919-111.html

 

 

Gerardo Momo Vanegas con Macri

 

Foto: www.expedientepolitico.com.ar

https://www.alainet.org/en/node/185350
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