Un proyecto chino de envergadura internacional

Beijing avanza con su estratégica propuesta de Ruta de la Seda

26/06/2017
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Hace cuatro años el presidente chino lanzó la propuesta de la Franja y Ruta de la Seda. Supone obras, inversiones y más comercio con el resto de Asia, Europa, África y el resto del mundo. Ahora viene precisando y avanzando con ese plan.

 

En 2013 Xi Jinping lanzó sucesivamente las propuestas de crear la Franja de la Seda y la Red marítima de la Seda en el siglo XXI, que daría más conexión terrestre y marítima a su país con 60 países de al menos tres continentes. Aclaró que era una iniciativa abierta a otras naciones del mundo ubicadas en otros continentes, verbigracia América Latina.

 

La idea del gobierno chino fue recuperar, y ponerla a tono con el siglo actual, los corredores de comercio por vía terrestre y por mar que había varios siglos atrás con el extranjero, de los que uno de los más conocidos era la llamada ruta de la seda.

 

Esas vías sirvieron para que en 1295 Marco Polo trajera el tallarín a Europa, según la leyenda, pero seguramente la seda, el papel y la pólvora que inventaron los chinos hace siglos también habrán estado en el trasiego.

 

Como los asiáticos se enorgullecen de sus varios siglos de civilización, recuperaron aquel comercio del pasado para proyectarlo al siglo XXI. Lo viejo reaparece en lo nuevo, o lo nuevo recupera parte de lo viejo que no pasa de moda. Y el proyecto estratégico más importante de China para lo que resta del siglo, salvo que después froten la lámpara y se haga la luz sobre otro superior, es el que lleva el nombre de la seda.

 

Eso ha motivado reuniones internacionales de importancia, como el Foro realizado en Beijing el 14 y 15 de mayo pasado, con participación de gobiernos de 29 países más el anfitrión, y representantes de más de un centenar de países y entidades internacionales interesadas en conocer e involucrarse.

 

Además de los discursos, hay acciones concretas que avalan esa marcha, algunas modestas y otras de creciente impacto en el país y donde se realizan las obras correspondientes.

 

Una, simbólica, fue el 23 de abril pasado. El tren “Viento de Oriente”, que había partido desde Xian, llegó a Budapest, Hungría, luego de 20 días de trayecto, atravesando Kazajistán, Rusia y Bielorrusia, un trayecto de 9.300 kilómetros. Llevaba sus 41 vagones llenos de ropa, juguetes y otros productos chinos. El viaje imitaba una ruta que había florecido hace más de 2.000 años.

 

Otro dato concreto, que puede ser una pista sobre los cambios positivos que puede implicar el proyecto para los participantes: trabajadores chinos y de Maldivas, están trabajando hace un año en la construcción de una nueva pista del Aeropuerto Internacional Velana, en Maldivas. “La nueva pista, de 3,4 kilómetros, permitirá el aterrizaje de grandes aviones de pasajeros como el Airbus A380”, le declaró a la agencia Xinhua uno de esos trabajadores del “Grupo de Construcción Urbana de Beijing”, encargada de construir esa pista, un campo de aterrizaje y la terminal de carga. No es el único proyecto pues la misma empresa está empeñada en otros diez países dentro de la iniciativa de la Franja y la Ruta.

 

A su vez China está formando a trabajadores etíopes para que puedan manejar el primer ferrocarril eléctrico transfronterizo de África, que unirá Addis Abeba en Etiopía con Djibouti,  y que comenzó a operar en octubre pasado. Ese tren redujo el tiempo de viaje entre los dos países de siete días a sólo diez horas.

 

 

Proyecto impresionante

 

Aquellas informaciones son apenas puntas del iceberg que empieza a emerger del plan muy ambicioso al punto que engloba a 60 países, con 4.500 millones de habitantes del planeta y que en conjunto engloban más del 30 por ciento del producto bruto mundial. Fue enunciado por primera vez  en septiembre de 2013, por el presidente chino, cuando visitó Astaná, en Kazajistán.

 

La idea es abrir más y mejores rutas por donde no sólo circularán mercaderías y productos, sino también información, turistas, cultura, etc, con tres vías terrestres y una ruta marítima. A tal fin se prevé la construcción o ampliación de líneas férreas, caminos, puertos, aeropuertos, gasoductos, oleoductos, etc.

 

Por ejemplo, en materia de trenes, un recorrido será el ya referido por Asia y Europa que llegará a Polonia y de allí a Alemania, con derivaciones al sur, incluso España. Y otra que bajará a Irán, por Turquía y de allí también a Europa.

 

¿Cómo se financiará semejante proyecto que circunda parte del mundo? Tiene prevista una doble fuente de financiación: por un lado el Fondo Económico de Inversión de la Ruta de la Seda, donde Beijing comprometió ya 50.000 millones de dólares; y por el otro, el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura, que aportará misma suma. Esta entidad se creó hace un año y tiene 57 países miembros, con China, India y Rusia como sus mayores accionistas.

 

La información oficial del gobierno no fue desmentida por los otros participantes aseguró que “desde 2013, China ha invertido más de 50.000 millones de dólares en países de la Franja y la Ruta. Un total de 56 zonas de cooperación económica y comercial ya fueron construidas por empresas chinas allí, lo que ha generado cerca de 1.100 millones de dólares en ingresos fiscales y creado 180.000 empleos locales”. Añadió: “el comercio entre China y los países a lo largo de la Franja y la Ruta totalizó 913.000 millones de dólares en 2016”. Esta cifra se va a incrementar a medida que avancen las obras previstas y esa infraestructura pueda utilizarse a pleno.

 

Por eso el ministro chino de Relaciones Exteriores, Wang Yi, dijo que “la Franja y la Ruta se ha convertido en el bien público más importante que China ha brindado al mundo. Fue propuesta por primera vez por China, pero ahora es para que la disfruten todos los países”.

 

Los chinos no están en esto como una obra filantrópica, pero recalcan que su filosofía es el de “ganar-ganar” o sea ganen las dos partes. En el Foro internacional del mes pasado, el presidente Xi insistió en que el programa reduciría la pobreza en los países receptores de esas inversiones. También prometió que China lanzará 100 proyectos contra la pobreza y dijo que la propuesta es de “una globalización económica abierta, inclusiva, equilibrada y beneficiosa para todos”.

 

Es evidente que además de beneficios económicos y comerciales para el medio centenar de países que ya han firmado convenios, está de por medio un objetivo político chino. ¿Cuál es? Procurar crecer económicamente y en alianzas políticas frente a la administración Trump, que tuvo inicialmente varias expresiones políticas contrarias a China. Beijing aprovecha el mal paso que dio Estados Unidos al salirse del Tratado Transpacífico por el mal entendido proteccionismo de “América Primero”. Buena parte de los países desairados, menos Japón, son parte ahora del armado chino de la Franja y la Ruta de la seda.

 

Acción y reacción

 

China venía accionando con su iniciativa desde 2013. EE UU le oponía el TPP en tiempos de Barack Obama y su oponente avanzó con la ruta de la Seda en 2015. Trump triunfante se salió de aquel tratado, como igualmente hizo con los convenios sobre el Cambio Climático. Beijing contragolpeó con el Foro Internacional por la ruta de la Seda. Trump sólo mandó a un asesor suyo de Seguridad Nacional dedicado al Asia, como para ver de qué se trata. Su hostilidad hacia el socialismo asiático se mantiene, como se trasunta en varios artículos periodísticos donde se criticó la reunión internacional presidida por Xi. The New York Times, el 15 de mayo, reproducido en Buenos Aires por “La Nación”, ninguneó a Xi con este título: “Rodeado de líderes no occidentales, se mostró como una alternativa a Trump”. Allí se leía: “Rodeado de líderes autoritarios de Rusia y Asia Central en una cumbre en Pekín, Xi les prometió a los bancos de desarrollo chinos más de 100.000 millones de dólares que servirían como punta de lanza de un ingente gasto en infraestructura a través de toda Asia, Europa y África. Lo más notable era la ausencia casi total de líderes de democracias occidentales en el encuentro”.

 

El magnate neoyorquino, como antes Obama, pega en los flancos chinos no tanto con periódicos sino creando problemas políticos y sin descartar los incidentes bélicos. Por caso generando inestabilidad y roces entre China y países ribereños de mares adyacentes. Eso, más el poderío naval y militar de la superpotencia decadente, siguen siendo sus cartas. Por eso los norteamericanos acentúan los conflictos por esas aguas, con Japón, Corea, Filipinas, incluso Vietnam.

 

Y por eso mismo también se entiende que lo primero que hizo el gobierno chino fue  precisar esta semana criterios respecto a la ruta marítima, con un extenso documento y lineamientos pacifistas, conciliadoras, buscando consenso para preservar el mar, compartir la investigación científica, etc.

 

El documento gubernamental informa: “China ha firmado documentos intergubernamentales de índole marítima en forma de acuerdos de cooperación, memorandos de cooperación y declaraciones conjuntas con Tailandia, Malasia, Camboya, India, Pakistán, Maldivas, Sudáfrica, etc., y ha llevado a cabo la conexión estratégica con muchos de los países a lo largo de la Ruta, estableciendo así una amplia asociación cooperativa referente al mar”.

 

Queda claro cuál es la parte que atiza los conflictos marítimos y cuál procura llegar a buen puerto, en son de paz.

 

http://www.laarena.com.ar/opinion-beijing-avanza-con-su-estrategica-propuesta-de-ruta-de-la-seda-1145206-111.html

 

https://www.alainet.org/en/node/186404
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