El médico no cura por teléfono, recomendaciones para la ANC económica

23/08/2017
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Suelo hacer molestar a mi hermana cada vez que me enfermo porque, pese a mi edad, soy una muy mala enferma. Apenas me sube un poco la fiebre o tengo algún otro tipo de quebranto empiezo a arrastrar la cobija y repito el mismo ritual: levanto el teléfono y le digo “hola soy yo, cúrame” y antes que entre en su explicación científica que sin ver los médicos no curan y que sin tratamiento nadie se mejora, le digo “entonces no sé para qué sirven los médicos“.

 

Al trancar me resigno y retorno al ritual de ir a un consultorio, toser, mostrar la lengua, sacarme la sangre, ir a la farmacia…lo que todos sabemos que se hace…

 

Así como a los médicos –al menos desde las lecciones de Hipócrates hasta acá- les han enseñado que su profesión es de medios y no de resultados, que la sanación del cuerpo requerirá tanto descanso y medicación como de la voluntad del enfermo y de sus características fisiológicas, el derecho y las leyes, son hermanas de este tipo de artes.

 

Cierto, un médico puede parando una hemorragia salvar la vida en un sólo acto y puede una autoridad pública frustrar un homicidio pero la verdad es que pese a estos golpes terminan por entender que su trabajo es un proceso, incluso, un sistema.

 

Un médico no será un mal profesional porque en la primera consulta no salve la vida de un enfermo e incluso no lo será porque se le muera un paciente. Será un mal medico en la medida que no haga  uso de todo su saber, de todas las herramientas, para salvar el buen vivir, la dignidad y finalmente la vida del enfermo.

 

Del mismo modo, en el marco de un bloqueo financiero, de una revuelta de la burguesía, de un poder económico estructurado en monopolios y en oligopolios, con un sistema de distribución y comercialización con al menos cinco años en colapso, las respuestas que emanen en materia económica y social de la Asamblea Nacional Constituyente obedecen a la lógica del trabajo del médico.

 

Podrá y deberá detener cuanta hemorragia mortal se consiga aplicando sutura, deberá bajar las nuevas fiebres pero a los problemas estructurales deberá dar respuestas producto del consenso de todos los sectores representados y todos lo que debe democrática y tercamente llamar a involucrarse.

 

Para poder transitarlo habrá que aprender a transitar un camino minado de trampas epistemológicas, es decir, de conceptos.

 

La primera, en mi opinión, es la afirmación común en el país -asumo que se ha dicho desde la Colonia incluso- según la cual el gobierno no ha hecho nada para enfrentar la especulación y el acaparamiento.

 

Y esto, en el presente, es una enorme mentira. Nada más desde el punto de vista normativo, en el tema de los precios, se ha dictado una ley que se ha cambiado tres veces. Se ha cambiado la política cambiaria, flexibilizando el asunto de los ilícitos cambiarios para permitir un flujo mayor de mercancías hacia el país. Se han activado 27.000 inspectores populares y 3.000 fiscales, luego, se han desactivado.

 

Se han supervisado los minoristas, luego los mayoristas, luego los productores. Se ha importado de preferencia insumos para el transporte de mercancías. Se han eliminado las restricciones horarias de circulación de mercancías. Se han subsidiado los productos, se han liberado las presentaciones sustitutas. Se han fijado los precios, se han liberado los precios, etc. Por no acordarnos del gran acierto que resultaron los CLAP.

 

Es decir, se han hecho y ejecutado planes pero el fenómeno ha mutado. Esa es para mí la clave conceptual primera para la construcción. La guerra económica no es estática, se transforma igual o más rápido que nosotros cambiamos las estrategias; es política, tiene picos en épocas pre electorales y finalmente actúa, como ocurrió en Chile antes de Pinochet usando la especulación como un látigo que se coma los beneficios sociales de las mayorías a modo de preservar la división de clases que favorece a las minorías.

 

¿Cuáles son los bienes esenciales que las personas no obtienen? ¿Cuáles son las expectativas económicas que saltaron del esperar las vacaciones a auténticos imposibles, que frustran a la población? ¿Cuál es la alternativa para los niños y adolescentes en el año escolar que se avecina?

 

Una de las cosas que debe quizás intentarse, es aprovechar la representación municipal para el diseño territorial de estrategias pues las necesidades no son las mismas. Lo recuerdo siempre, en la voz de una campesina que me llamaba todas las semanas a insultarme porque el gobierno no hacía nada ante todo lo que la crisis le estaba haciendo vivir a los niños del páramo de Mérida.

 

Esto lo pienso porque siento que desde la Constituyente, en el marco de un bloqueo financiero, nuestro acercamiento a la economía ha de ser fundamentalmente social y mirar hacia adentro porque la segunda gran mentira es traernos modelos importados cuando el neoliberalismo se ha comido tantas estructuras que el mundo pasó del estado de bienestar a la pandemia de los desahucios.

 

Como el médico que recibe en la clínica a un enfermo, le pregunta cómo se siente, le prescribe las medicinas y conoce la historia familiar, la Asamblea Nacional Constituyente debe ser quirúrgica para parar la fiebre que se convierte en hemorrágica con las temporadas económicamente relevantes –como la vuelta a clases o la navidad- pero también y sobre todo debe diseñar el mecanismo de participación en preocupaciones, sueños y alternativas para todo el pueblo venezolano porque a la final, diría mi hermana, nadie cura por teléfono.

https://www.alainet.org/en/node/187599
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