Mientras la campaña mediática por el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) está en plenitud a tres años de su conclusión parcial, la obra más importante en un siglo ya registra retrasos significativos, entre otros motivos por las lluvias de verano, como si éstas no fueran una constante capitalina.

Esta práctica gubernamental, propia de las llamadas repúblicas bananeras, hace imposible no registrar que la refinería Bicentenario de Tula, Hidalgo, anunciada con bombo y platillo por Felipe Calderón, hoy es sólo un terreno y una barda que cuesta millones de pesos al erario, pero tuvo una campaña publicitaria a cargo de las finanzas de Petróleos Mexicanos. Todo para “superar por la izquierda a López Obrador”.

Como es sabido, la magna obra se edifica en lo que era el fondo fangoso del lago Texcoco –área 15 veces mayor a Polanco– y fue cubierta con millones de toneladas de tezontle y basalto. Dentro de tres años el NAICM recibirá, prometen, hasta 68 millones de pasajeros al año.

De acuerdo con información de Andrea Navarro, en reportaje publicado en El Financiero, diario que algunos vinculan a Calderón Hinojosa –el dipsómano que puja para que su esposa lo regrese a vivir a Los Pinos–, a tres años de su esperada inauguración, “el megaproyecto comienza a mostrar síntomas de retrasos e improvisación, que amenazan con postergar su estreno”.

También es del dominio público que en este sexenio importa más la inauguración de la obra y su campaña publicitaria, a cargo del presidente Enrique Peña Nieto y el gobernador correspondiente, que la solidez y seguridad, como lo exhibió el socavón en el Paso Exprés de la autopista Ciudad de México-Cuernavaca, Morelos, y en donde el 12 de julio perdieron la vida dos personas, el costo de la obra se duplicó y ahora documentan muy graves irregularidades cometidas por el Grupo Aldesa, mismo que forma parte del grupo empresarial que construye nada menos que la torre de control del NAICM.

La apertura del tren temporal de carga, obra clave para el acarreo de material hacia y desde el nuevo aeropuerto, tenía como fecha de entrega septiembre de 2016. El retraso del tren se atribuye a que originalmente no se había contemplado en el proyecto y a falta de derechos de paso, pero no es el único caso. La demora obliga a transportar toneladas de insumos con camiones, lo que afecta severamente la muy pobre infraestructura de las poblaciones aledañas. Y está por verse si serán reparadas y los afectados indemnizados. Los ejidatarios expropiados por la construcción durante ¡12 años! de la autopista Durango-Mazatlán todavía luchan por una indemnización.

Navarro registra que un contratista clave para la obra, como es Empresas ICA SAB, está en pleno proceso de concurso mercantil y el coordinador de todo el proyecto demandó a los operadores del aeropuerto. En tanto que la pista número tres también presenta un retraso de 10 por ciento respecto a la número dos, aun cuando los contratos se dieron al mismo tiempo.

Si los problemas persisten y hasta se multiplican será un revés severo para el gobierno de Peña Nieto y su partido en pleno proceso electoral. Ejecutivo que además apostó y promete que los grandes retos geológicos que implica el NAICM se resolverían con una inversión de 186 mil millones de pesos y 160 mil personas trabajando. Obviamente sin mencionar un mayor endeudamiento del país, que incluye créditos bancarios y colocación de bonos que deberán cubrir las nuevas generaciones antes de 2046.

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