Venezuela 20 de mayo 2018: la razón histórica
- Opinión
Cuando el domingo 20 de mayo el pueblo venezolano vote masivamente y elija a Nicolás Maduro para su segundo mandato presidencial, se habrá producido un acto de rebelión bolivariana contra la intervención extranjera y la arrogancia imperialista.
Debe saber el mundo que el pueblo chavista es quien más sufre la crisis que vivimos. Nosotros padecemos tres veces los graves problemas que aquejan a Venezuela: como asalariados, la mayoría chavista cargamos con el peso de la hiperinflación y la carestía; tenemos que combatir contra el enemigo externo como contra quienes no quieren a la patria, y peor aún, aquellos que disfrazados de revolucionarios se han enriquecido robando dineros de la nación, o medran entre la burocracia ineficiente e indolente. Dolor material y moral. No hemos luchado tanto para que tipos como Luisa Ortega y Rafael Ramírez –y otros muchos roedores en evidencia o entaparados- vivan en el extranjero como magnates. Tampoco para que el país esté tan fregado.
Contra todo eso votaremos el próximo domingo: contra la impertinencia del “Cartel de Lima”, pandilla de mandaderos del patrón gringo; contra la injerencia depravada del imperialismo con sus tentáculos visibles e invisibles; contra la grotesca manipulación monetaria que ha destruido nuestra moneda, los raspacupos, cadivistas, comisionistas, banqueros, corruptos, matraqueros; contra todo cuanto ofenda la ética a que estamos obligados los bolivarianos. Porque ante los desmanes de la elite corrupta que recién se va “descubriendo”, muchos fuimos marginados o estigmatizados por haber hecho las críticas oportunamente, o por no ser del agrado de enseñoreados entornos adulantes.
II
La militancia chavista conocemos perfectamente la difícil situación del país y sabemos concienzudamente sus causas. Nadie crea que logra engañarnos. Ni el discurso de algunos oportunistas “gobierneros” de que “don’t worry, be happy”; ni los augurios apocalípticos que a diario bombardea la mediática transnacional antibolivariana.
Hay claridad más allá de las limitaciones. Puede fallar la electricidad, pero no la luz que emerge como flama liberadora desde las cavernas de nuestra historia. Escasean víveres que una imposición consumista convirtió en necesidades, pero nunca falta el huerto solidario que heredamos de los amores más puros. Desconfiamos de la burocracia a la vez que requerimos lo mejor de servidores públicos comprometidos. Nunca renunciamos al derecho de exigir lo justo y cuestionar lo desacertado. Luchamos por el buen vivir, y nos mueve el deseo del bien común. Es el rango de nuestro socialismo.
III
Cuando el domingo 20 de mayo de 2018 vayamos a votar por la tarjeta más roja que lleve el rostro de Nicolás Maduro, seguro estaremos votando contra todo lo que representa nuestro principal y más peligroso adversario: Donald Trump.
Votaremos por la dignidad mancillada de México, a cuyos ciudadanos llaman “violadores”, los deportan en masa y les hacen un muro para tildarlos de indeseables. Votaremos por el México de Villa y Zapata, contra estos mequetrefes de hoy que lo arrodillan al “pinche gringo”; para que renazcan 43 jóvenes y no masacren decenas de periodistas. Para que se acabe la “ley de Herodes”.
Sufragaremos en forma democrática, segura y tecnificada, contra los que mataron a Sucre y atentaron contra Bolívar aquella noche septembrina; estos mismos que ansían vernos de rodillas y parecen no conocernos estando allí tan cerca. Recuerden algo malos vecinos, cuando vuestro acomplejado leguleyo dijo “hasta este riachuelo no más”, nuestro Libertador apenas afilaba su espada para tallar tras sobre las cimas del universo, un nuevo mundo.
Marcaremos votos como claveles rojos para Berta Cáceres, contra los cobardes asesinos criados en bases militares gringas. Nuestro voto es un grito de protesta contra todo patriarcado, todo machismo, toda traición de la hermandad del hombre. Votamos por Milagros Sala haciendo una casa común para los desterrados, por Santiago Maldonado rescatando territorio del mapuche originario invencible.
El chavismo vota contra el genocidio en Palestina invadida por un engendro imperialista, cuya fuente de poder es estar sustentado por el capital financiero global. Votamos contra todo apartheid, racismo, fascismo, nazismo, sionismo, capitalismo. Votaremos para seguir aupando patrias saharauis y boricuas; sufragio que reivindica la utopía de una mejor humanidad.
IV
Es nuestro voto un canto para alimentar la lucha que tenemos por delante. No es un domingo para el reposo, sino una carga de energía para la batalla al despertar. Los enemigos de nuestros sueños chillarán su maledicencia previsible. Nosotros tornaremos al hogar, a la modesta mesa, con la calma del vencedor que sabe que cada combate es sólo una mínima jornada en la causa constante e inmortal de sembrar futuro.
Somos conscientes que nuestra victoria se construye con días de entrega colectiva, no con furias ni arrebatos charlatanes, sino con paciente ternura, audaz tenacidad. Seremos manos trenzadas en tricolor cadena de amaneceres; el almanaque que suma vidas sin tiempo, esperas sin cansancio, edades sin renuncia.
Ritual incomprensible para momios. Las nuestras son victorias magnánimas. Nada de venganzas, nada de vetustos enconos. Tenemos mucho por hacer: todo cuanto soñaron –y aún no lograron- los mejores hijos de la humanidad.
IV
Por eso votamos por el rojo más rojo del pentagrama electoral. Porque somos incorregiblemente rojos como la victoria roja contra el nazismo, como los rojos poemas del rojo poeta Neruda, o Alberti, o Dalton, o Machado, o Nazoa, o Valera Mora, o Guillén, o Gelman, como todos los mejores poetas que son rojos todos sin excepción; rojos como el canto de los rojos cantores, nuestro Alí Primera, nuestro Víctor Jara, nuestro Viglietti, nuestro Silvio Rodríguez, nuestra Gloria Martín, nuestra Lilia Vera, nuestra Yolandita Delgado; rojas canciones que nos alumbran los Techos de Cartón, que nos llaman A Desalambrar, que nos hicieron Asaltantes del Poder, que nos convocan a la perseverancia eterna.
Para lo que nos requiera la revolución en cualquier circunstancia, votaremos con los bolsillos vacíos, sin prebendas indignas, sin ofertas electoreras, sin “dando y dando”, con renuencia a las promesas, con renuncia de expectativas personales, con un cheque en blanco a la vida, sin condiciones ni más garantías que las que emanan de nuestras propias convicciones, votaremos por la inmarcesible gloria del ejército emancipador que aún lidera El Libertador Simón Bolívar.
No necesitamos más justificación que estar del lado correcto de la historia: contra el imperialismo siempre; siempre con el pueblo trabajador.
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