De realismo político fue la lección que ofreció Margarita Zavala ante las cámaras de Las Estrellas, antes que frente al Instituto Nacional Electoral, cuyo Consejo General le disculpó 327 456 firmas con irregularidades y pese a ello la convirtió con apenas 3 575 firmas por encima del mínimo requerido, en la primera candidata “independiente” en la historia mexicana, pero antecedida en 1982 por la aspirante partidista Rosario Ibarra de Piedra, tenaz luchadora contra la desaparición forzada y la liberación de los presos políticos, la querida Tía Rosario.

Y política que no asume la realidad para mantenerla o cambiarla, está pérdida. Zavala Gómez del Campo asumió la cruda realidad, no concitaba más del 3% de la intención del voto, en una puja “polarizada”, explica, pero mucho menos que la de julio de 2006 cuando Felipe Calderón, su esposo y principal promotor y la más grande rémora de su campaña presidencial, quien se impuso con el decisivo apoyo de la plutocracia a través del Consejo Coordinador Empresarial y el muy temprano reconocimiento de “triunfo” por George W. Bush, antes de que éste enviara al diablo a las instituciones mexicanas.

Valores, coherencia política, honestidad y dejar en libertad a mis votantes son argumentos esgrimidos por la abogada que se presenta como experta en campañas, entre ellas para fungir como representante de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal entonces e integrante de la Cámara de Diputados, en ambos casos por la cómoda vía de la representación proporcional.

También toma distancia del sentido patrimonialista del voto para mantenerse en una oportunista ambigüedad que, seguramente, concluirá antes del 1 de julio, para orientar sus contados votos hacia José Antonio Meade o Ricardo Anaya, quienes ya le tendieron la alfombra roja en cerrada disputa de elogios.

De acuerdo a las cuentas de sus admiradores, como Joaquín López-Dóriga, Zavala arrancó con 24% de intención del voto desde la filas panistas, cuando se disputó la candidatura con Ricardo Anaya y éste monopolizó 1.4 millones de anuncios para imponer su candidatura desde la presidencia del PAN. Porcentaje aquél que la colocaba por encima de Andrés Manuel López Obrador y la entonces panista juraba y perjuraba: “Soy la única que sé cómo ganarle a López Obrador”.

Tan supo cómo hacerlo la hermana de Ignacio Zavala, su jefe de campaña, todo en familia –menos la prima Marcia Matilde Gómez del Campo, socia y fundadora de la guardería ABC de Hermosillo, donde murieron 49 niños el 5 de junio de 2009–, que de 24% pasó a 10% ya como candidata dizque independiente, favorecida con recursos económicos de plutócratas como Alberto Baillères, para terminar en 3%, que más bien apunta a 2%, tras “un esfuerzo heroico”, dice la excandidata que tira la toalla por así convenir a los intereses del grupo político de panistas y ex denominados calderonistas y con tan fuertes vínculos con el grupo gobernante que hicieron presidente del Senado a Ernesto Cordero, delfín de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús para 2012.

Ambigüedad también existe en la renuncia al financiamiento público, misma que ratificó el día 16. Mas el 13 de abril su representante ante el INE, Fernanda Caso, anunció que devolvería 2.3 millones de pesos. Sin embargo, de acuerdo con el jornalero Enrique Galván Ochoa “hay cuentas pendientes en el renglón del financiamiento privado. Margarita declaró ingresos, al 14 de mayo, por 14 millones 584 mil 791 pesos, de los cuales sólo había comprobado 7 millones 98 mil 795 pesos.”

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