Pence paseó por A. Latina su prepotencia imperial: Venezuela y migrantes en la mira

29/06/2018
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Mike Pence con el presidente ecuatoriano Lenin Moreno
Foto: Twitter Presidencia Ecuador
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La tercera gira del vicepresidente estadounidense Mike Pence por América Latina reafirma la concepción de que Washington la considera su patio trasero y sin tapujos dejó en claro que su estrategia está dirigida principalmente a fortalecer el aislamiento del gobierno constitucional venezolano y acabar con el gobierno popularmente reelegido el 20 de mayo.

 

Como en décadas anteriores, EEUU quiere quebrar los intentos de soberanía de los países de la región, para convertirla en una zona primordial de los negocios de las megacorporaciones trasnacionales y zona de seguridad ante los avances comerciales y geoestratégicos chino, ruso e incluso europeo. Pero no siempre son avances lo que logra Pence, como antes sucediera con el despedido secretario de Estado y magnate petrolero Rex Tillerson.

 

Pero, a la vez existen  otros objetivos, como apaciguar las protestas en especial de Honduras, el Salvador y Guatemala, los países más afectados por la política migratoria del presidente Donald Trump, con la salvaje separación de los niños migrantes de sus padres con la llamada política de tolerancia cero, repudiada incluso por los europeos.

 

El itinerario fue bien planificado. La primera escala fue para estrechar vínculos con el golpista Michel Temer, para asegurarse que el expresidente Luis Ignacio Lula da Silva sea mantenido preso y no pueda participar en las elecciones presidenciales de octubre, e insistir en colocar tropas estadounidenses en la base de Alcántara en Maranhao.

 

El alcalde de Manaos, Arthur Virgilio Neto –del centroderechista PSDB-, se negó a recibir a Pence. “Respete la soberanía de mi país y el orgullo del pueblo amazónico. Por favor regrese a su casa (…) No trate de enseñarnos a ser solidarios. Los mexicanos pueden hablar del tratamiento que su país le da”, le dijo.

 

En Ecuador Pence anunció una donación de 1,5 millones de dólares para luchar contra la corrupción y reforzar a la sociedad civil, en una aspiración para “iniciar un nuevo capítulo en las relaciones bilaterales”. El presidente Lenin Moreno mencionó coincidencias en temas de economía, comercio, desarrollo, seguridad y migración, y dijo que se acordó ampliar la cooperación para combatir el crimen transnacional en la frontera norte, donde "Ecuador captura toneladas de narcóticos cada año.

 

Moreno pidió mejorar el acceso de productos no petroleros al mercado estadounidense con una reducción de aranceles, Previo a la declaración conjunta, Pence expresó que espera de Ecuador "una colaboración más estrecha" para hacer frente al "colapso de la dictadura venezolana y la depravación".  Nada dijeron sobre las pretensiones del Comando Sur de EEUU de restablecer la base militar de EEUU en Manta.

 

En Guatemala los temas a tratar en el encuentro fueron la ayuda humanitaria para los afectados del volcán de Fuego, la lucha contra el narcotráfico, la violencia en la frontera y la polémica ley "tolerancia cero" que afecta a miles de indocumentados en EEUU.

 

El fortalecimiento de fronteras, migración y lucha contra el narcotráfico fueron los temas en los que se centró la reunión en Guatemala entre Pence y la secretaria de Seguridad estadounidense Kirstjen Nelsen, cargada de recomendaciones hacia los centroamericanos, y en los que se comprometieron los presidentes de los países del Triángulo Norte en mejorar. “Si quieren venir a EEUU, por favor vengan, pero vengan legalmente; si no, no lo hagan”, dijo Pence

 

Jimmy Morales, presidente anfitrión, indicó a Pence que “así como se respetan las disposiciones legales (en EEUU) también se sugiere que ese país hable sobre una reforma migratoria, en donde los guatemaltecos que tienen muchos años de vivir allí puedan comenzar un proceso para legalizarse, y aseguró que para el fortalecimiento de las fronteras se incrementa la fuerza policial y se fortalece al Ejército.

 

Mujeres encarceladas por protestar en Washington

 

Melania, la esposa de Trump, realizó el jueves un segundo viaje por sorpresa a la frontera con México, tras su fallido intento por convertir su primer viaje en una “operación de control de daños” a favor de su esposo, con la mala idea de usar una chaqueta que causó indignación entre organizaciones humanitarias por la leyenda en la espalda que decía “A mi realmente no me importa. ¿Y a tí?”.

 

Al igual que ocurrió con el primer y fallido intento por tranquilizar el ambiente de rechazo y condena por la detención y separación de menores de edad que, además, fueron enjaulados, la oficina de prensa de la Casa Blanca fue incapaz de garantizar el acceso a camarógrafos y fotógrafos al encuentro que mantendrá Melania con los niños.

 

El tormento de padres buscando a sus hijos separados ante una masiva burocracia indiferente es acompañado con una creciente ola de protestas incluyendo una ocupación de oficinas del Senado en Washington, mientras cientos de manifestantes provenientes de casi todos los estados del país encabezados y convocados por mujeres en la iniciativa #womendisobey (mujeres desobedecen), marcharon el jueves en Washington.

 

Las mujeres bloquearon el tránsito frente al Departamento de Justicia, de allí marcharon al Capitolio para realizar un acto masivo de desobediencia civil ante las oficinas del Senado, donde se sentaron y/o acostaron sobre el piso con cobijas plateadas como las que usan los niños en los centros de detención, coreando y gritando por la reunificación y liberación de familias inmigrantes. Al menos 575 fueron arrestados, incluyendo la representante federal Pramila Jayapal y la actriz Susan Sarandon.

 

Pence, el relevo de la ultraderecha


Pence, ex gobernador de Indiana es un opositor declarado al aborto y al matrimonio gay. Abogado y locutor, tiene la elegancia al hablar que a Trump le falta. Es la carta de los republicanos para una sucesión. Hoy, además de presidir el Senado, tiene la función de ser portavoz de la política del Gobierno.

 

El vicepresidente es la cara más visible de la internacional capitalista, que moviliza el movimiento libertario de extrema derecha (libertarians en inglés) y, obviamente, está muy bien financiada: funciona a través de un inmenso conglomerado de fundaciones, institutos, ONGs, centros y sociedades, unidos entre sí por hilos poco detectables, entre los que se destaca la Atlas Economic Research Foundation, o la Red Atlas.

 

La red, que ayudó a alterar el poder político en diversos países, es una extensión tácita de la política exterior de EEUU – los think tanks asociados a Atlas son financiados por el Departamento de Estado y la National Endowment for Democracy (Fundación Nacional para la Democracia – NED), brazo crucial del soft power estadounidense y directamente patrocinada por los hermanos Koch, poderosos billonarios ultraconservadores.

 

La red Atlas tiene 13 afiliadas en Brasil, 12 en Argentina, once en Chile, ocho en Perú, cinco en México y Costa Rica, cuatro en Uruguay, Venezuela, Bolivia ,y Guatemala, dos en República Dominicana, Ecuador y El Salvador, y una en Colombia, Panamá, Bahamas, Jamaica y Honduras. Su impulsor es el multimillonario Charles Koch, quien adoptó la tesis de James McGill Buchanan para desarmar el Estado, con una estrategia operativa en defensa de la santidad de los derechos de la propiedad privada. Para que prospere el capitalismo hace falta ponerle cadenas a la democracia, dijo.

Pence actúa como balance de Trump (el presidente lo calificó como “su perro de ataque (…) un experto en el combate cuerpo a cuerpo”), un autoritario que no tiene idea de qué es el trabajo en equipo, y el tándem funciona bien. Sus posiciones ultraconservadoras sobre el aborto y la homosexualidad, entre otros temas, le han valido fuertes críticas durante su gestión en Indiana. Con una homofóbica ley de libertad religiosa que abría las puertas a la discriminación de los homosexuales se granjeó especial repulsa pública y debió dar marcha atrás.

 

El vicepresidente es la cara amable, educada, ultraconservadora, que debe morigerar los rechazos caprichosos de Trump de las obligaciones asumidas por EEUU en convenios y acuerdos con otros países, sin explicación lógica ni sin medir las consecuencias: los acuerdos sobre el Cambio Climático, las sanciones económicas y financieras, las tarifas a China y otros países (sin medir las consecuencias para la propia economía de EEUU), sus constantes amenazas de salir del TLCAN y el abandono de los acuerdos nuclear con Irán, pese a la oposición de sus aliados europeos.

 

La posible sustitución de Trump no es una idea descabellada y mucho dependerá de las elecciones parlamentarias de noviembre: la pérdida de algunas bancas puede adelantar un juicio político (impeachment) o que Trump tenga que comparecer ante el Gran Jurado debido la investigación realizada por el Fiscal Especial, Robert Muller. De asumir Pence la presidencia, el partido republicano se fortalecerá, muchas de las medidas tomadas por Trump se anularán y mejorarán las relaciones con la Unión Europea, China y Rusia... pero no habrá cambios en la relación con América Latina.

La negativa de Trump de asistir la reunión de la OEA en Perú fue una demostración más de su pensamiento hegemónico hacia América Latina, y le dio la oportunidad a Pence de contactar y adelantar acuerdos con los presidentes asistentes y proclamar públicamente la política que considera debe seguirse con Venezuela, Nicaragua y Cuba, lo que lo hizo lucir “presidenciable” a los ojos de los estadounidenses. También adelantó que tomará medidas con las deportaciones de los inmigrantes, cuyas remesas representa una parte importante de los ingresos de los países de la región.

Venezuela

Para atacar a Venezuela, Pence emplea los mismos argumentos que la oposición venezolana (¿o será al revés?). Criticó a la OEA por no aplicar la Carta Democrática Interamericana y porque no suspendió a Venezuela: el plan imperial es aislarla económica y diplomáticamente, además de buscar socios para hacer realidad la amenaza continua de nuevas sanciones, embargos e incluso el empleo de la fuerza.

Pence es el que coordina consensos en la sociedad estadounidense al colocar a Venezuela como un país en total colapso, que significa un riesgo para la sociedad norteamericana: "Un Estado fallido en Venezuela amenaza la seguridad y la prosperidad de todo nuestro hemisferio y del pueblo de los Estados Unidos de América", señaló.

 

En sus giras anteriores, sus visitas a Colombia, Argentina y Chile han tenido también una posición clara por parte de los mandatarios de esos países sobre la opción militar contra Venezuela. Pero desde Santos (en retirada) a Macri (en el peor momento de su gobierno), han reconocido que la acción militar no sólo complicaría la situación de Venezuela, sino que además colocaría a la región entera en un ciclo de gran inestabilidad y amenaza bélica, una verdadera amenaza a la seguridad del hemisferio.

 Las palabras y acciones de Pence recuerdan la tristemente famosa Doctrina Monroe de América para los (norte) americanos: recordó que mientras Trump se ocupa de agredir a Corea y el Medio Oriente, en la división de tareas a él le toca Latinoamérica. Y trata de imponer un imaginario colectivo a través de las fake news, como que el colapso de Venezuela a manos de Nicolás Maduro ha perjudicado a naciones y economías en todo el hemisferio, ha propagado enfermedades que habían sido totalmente erradicadas, y ha brindado apoyo a los narcotraficantes y organizaciones criminales.

 

 Y en Lima, en ocasión de la asamblea de la OEA, dijo haber entregado en el último año más de 39 millones de dólares en supuesta ayuda humanitaria, dinero que administran los dirigentes opositores venezolanos que siguen el libreto de Washington. Insiste en establecer a Venezuela como un “Estado fallido”, con la intención de continuar agrediéndolo con medidas violatorias de la legislación internacional, como un embargo petrolero y reconocimiento de un gobierno paralelo en el exilio.

Las excusas son varias: una intervención para restablecer la democracias, una contra un Estado canalla (rogue state) o fallido (failed state) y/o una “humanitaria”. El tema de la crisis humanitaria es alimentado por toda una serie de ONG con objetividad dudosa -y financiamiento cierto- y retomado por el sistema mediático hegemónico para legitimar una intervención militar extranjera “con fines humanitarios”.

Hace unos meses, siguiendo el mismo argumento de la crisis económica y las recomendaciones de Pence, el gobierno de facto brasileño ordenó un despliegue militar en la frontera con Venezuela, mientras Colombia, decidió construir campamentos para refugiados en las ciudades fronterizas.

Calmo pero imperial, el ultraconservador Pence, con el apoyo de los Koch y la Red Atlas, piensa que su camino hacia la Casa Blanca debe cimentarse en la destrucción de Venezuela, Cuba, Nicaragua, y cualquier país que intente políticas soberanas o que no favorezca la entrega de sus riquezas y recursos naturales a las megacorporaciones trasnacionales y estadounidenses en especial. Para eso está en su tercera gira latinoamericana.

 

Washington insiste en liquidar los actuales y futuros gobiernos populares en nuestra región, en momentos en que su hegemonía se resquebraja ante la emergencia de China y Rusia como alternativas para el comercio y desarrollo de América Latina.

 

Álvaro Renzi Rangel

Sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

 

 

 

 

 

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