En la víspera de la consulta sobre la ubicación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, promovida por Andrés Manuel López Obrador y Morena, a realizarse del 25 al 28 de octubre, varias de las voces periodísticas y académicas más conocidas del oligopolio mediático, empiezan a reciclar la tesis de que AMLO es su “peor enemigo” al enredarse en una promesa de campaña y los poderosos adversarios que tiene y tendrá más al realizar lo que enuncia como cuarta transformación, son colocados en segundo plano.

Es la misma idea, actualizada, que en 2006 pretendió justificar lo que el 40% de los ciudadanos estimaron como fraude electoral de Felipe Calderón, el gobierno de Vicente Fox y su partido, así como los poderes fácticos que a una sola voz y desde sus consorcios comunicacionales impusieron el eslogan “Un peligro para México” y más tarde la “guerra contra el narcotráfico” para legitimar al soldadito alcoholizado.

Esgrimieron que AMLO fue derrotado por sus grandes errores, la beligerancia e intransigencia, incapacidad para articular alianzas con el proyecto populista de “matriz venezolana”, primero frente a Calderón Hinojosa y seis años más tarde ante Enrique Peña Nieto, señalado hace días por el presidente electo de cometer fraude con la compra de millones de votos. El hecho es que la mediocracia lo mantuvo en secreto, pero no hay denuncia posible de ocultar siempre.

No descubro conspiración alguna que no sirve para explicar procesos políticos. Pero sí establezco continuidad y coherencia de los adversarios de Obrador que dan la cara y los 50 plutócratas que la ocultan tras el Consejo Coordinador Empresarial.

Están en su derecho los que no acostumbran ensuciarse las manos haciendo “política abierta” para defender sus estrechos intereses, entre ellos el NAIM en Texcoco, donde tienen inversiones. Pero se trata de que el debate fluya y es preciso expresar las opiniones propias, como lo hace con aciertos y errores AMLO para salir airoso de la promesa de campaña consultando a la gente.

O los dirigentes de Acción Nacional que todo lo reducen a “una simulación, una frivolidad y una payasada”, pero no quitan el dedo del renglón. O Manuel Granados que preside las ruinas del Partido de la Revolución Democrática porque su jefe Miguel Mancera (“sin partido”), lo impuso como gerente y exige al Instituto Nacional Electoral que investigue “el posible uso ilegal de recursos”.

Que parasiten para que se atasquen en la marginalidad, justo cuando el país requiere alternativas. Mas resulta incomprensible que Lorenzo Córdova entre al juego con el desafortunado: “Como presidente del INE no me voy a pronunciar respecto de ningún mecanismo que no esté contemplado en la ley. Supongo que quien está organizando esto está contemplando todo lo que está previsto en la protección de datos personales. Supongo, pero como no tengo idea, no me voy a pronunciar” (sic). Tiene mucha más claridad el jurista Ernesto Villanueva:

(https://www.sdpnoticias.com/nacional/2018/10/17/criptocracia-consulta-de-naicm-ilegal).

Y Leo Zuckermann, quien se pavonea últimamente de ser “neoliberal”, repite como loro que es “un arguende” de López Obrador porque él tomara la decisión.

Caricaturizar la consulta aeroportuaria, magnificando los yerros de los impulsores, es el camino que recorren, pero difícilmente influirá en la decisión final y acaso tampoco en el respaldo ciudadano al presidente electo, entre otros factores porque la oposición a que continúe la magna obra de Texcoco y se ubique en Santa Lucía, no adquirió carácter de movimiento social de mayor significación.

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