Argelia, el otoño del patriarca
- Análisis
Cada vez aparece cada vez más confusa la situación interna de Argelia, según algunas fuentes dicen que finalmente, jaqueado por las protestas populares y el desgarramiento de sus bases de sustentación, fundamentalmente el ejército, el presidente Abdelaziz Bouteflika presentó su renuncia, después de 20 años en el cargo, aunque el asesor presidencial Ali Bou Ghazi, definió como dudosa la renuncia de su jefe.
Así todo la versión sobre la dimisión presidencial se habría producidos a las pocas horas de que el jefe del Estado Mayor, y viceministro de Defensa, el general Ahmed Gaid Salah, pidiera la salida inmediata de Bouteflika, que hasta hace pocas semanas aspiraba a un quinto mandato, a pesar de un estado de salud extremadamente delicado desde 2013, por lo que se sospecha que en realidad el país está gobernado por una camarilla capitaneada por el hermano menor del presidente Said. El general Salah, hasta hace pocas semanas un gran aliado del presidente, hizo conocer el comunicado donde se solicitaba la renuncia tras una reunión en la sede del Estado Mayor con los altos mandos del Ejército y sin darle la oportunidad al presidente de llegar al 28 de abril, fecha en que había prometido dimitir.
El derrumbe de Abdelaziz Bouteflika, termina con una carrera política de 60 años, que se inició en el fragor de la lucha contra Francia. Tras la victoria del Frente de Liberación Nacional (FLN) en 1962, fue elegido como ministro de Juventud, Deportes y Turismo, para más tarde asumir como Ministro de Relaciones Exteriores, convirtiéndose en el jefe de la diplomacia argelina más joven de la historia, cargo que renovó en seis oportunidades. En 1965 junto al Ministro de Defensa el coronel Houari Boumediene, encabezó el derrocamiento de Ahmed Ben Bella, el padre de la revolución argelina. Tras la muerte de Boumediene, en 1978, Bouteflika fue uno de los presidenciables aunque el cargo finalmente quedó en Chadli Beyedid, quien lo designó Ministro Consejero. Acusado de desviar fondos de su ministerio a diferentes cuentas bancarias de Suiza, Bouteflika, para no ir preso, en 1981 partió hacia el exilio, en Suiza, Francia y los Emiratos Árabes Unidos que terminó en 1987. En1999 fue elegido con el 74% como presidente con el apoyo de un sector de las Fuerzas Armadas, del FNL y del Movimiento integrista moderado En-Nadha (Renacimiento).
Tras la década de guerra civil, en la que se produjeron 200 mil muertos, Bouteflika puso a prueba sus dotes de negociador llegando a un acuerdo con los líderes islamistas de la insurgencia, la sociedad laica y los militares logrando controlar durante las dos décadas siguientes los resabios de la guerra civil, sin grandes contratiempos e incluso sortear la trágica Primavera Árabe, que arrastró a varios de sus colegas regionales. (Ver: La demorada primavera argelina.)
Durante la guerra de liberación (1954-1962) en que el Frente Nacional de Liberación (FNL) logra derrotar a Francia, en la que Argelia perdería cerca de medio millón de ciudadanos, Bouteflika comandó el frente del sur en la frontera con Malí y en 1961 entró clandestinamente a Francia para contactar allí a los líderes revolucionarios.
Ya como Ministro de Relaciones Exteriores, fue una voz potente en el movimiento de los países del Tercer Mundo y los No Alineados, enfrentando al mismísimo Henry Kissinger, en los momentos más críticos de la Guerra Fría, participando activamente en Naciones Unidas, donde presidió la Asamblea General en 1974.
También en 1975, tuvo a cargo las negociaciones con Ilich Ramírez Sánchez (Carlos) líder del comando pro palestino Brazo de la Revolución Árabe, para la liberación de los ministros de la OPEO (Organización de Países Exportadores de Petróleo) tomados de rehenes en el asalto a la sede de la organización en Viena, que habían sido llevados a Argel. Tras los ataques del 11 de septiembre, Bouteflika se convirtió en un firme colaborador de los Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo, intercambiando información de inteligencia y cooperación militar.
La vasta experiencia política de Bouteflika lo llevó a realizar una última jugada, ya al borde de la dimisión, el domingo por la noche, el presidente armó un nuevo gobierno, intentando mantener el control más allá del fin de su mandato anunciado que había tomado “decisiones importantes” antes de renunciar. Lo que fue tomado por los diferentes grupos surgidos en las protestas como una amenaza dada la capacidad gatopardista del anciano presidente.
Un muy estrecho desfiladero
Argelia, por sus dimensiones, su posición geográfica, su presencia política en el continente, su trágica historia reciente y ser un gran productor de hidrocarburos, es un país demasiado importante para permitirse el “lujo” de una deriva demasiado prolongada, por lo que su ordenamiento institucional, prácticamente ya ha sido puesto en marcha, de todos modos la situación es sumamente delicada y hay muchos intereses afectados. Tras la salida de Bouteflika, son muchos los casilleros que algunos finalmente avanzan, mientras otros quedan definitivamente fuera del juego. En la última marcha contra el presidente más de 20 millones de argelinos salieron a las calles de todas las ciudades y pueblos de país, demasiada gente para transitar por un muy estrecho desfiladero.
El gabinete que Bouteflika designó el último domingo quizás pueda mantenerse durante algunos meses en el poder, siempre y cuando la opinión pública y los líderes de emergidos de las protestas que se iniciaron a fines de febrero, no pretendan hacer tabla rasa y comenzar de foja cero, una vez más.
Para dirigir la transición también sonó el nombre del expresidente Lamine Zerwal (1994-1999) ya que el ejército no estaba de acuerdo con que, según la constitución, sea el presidente del Senado, Abdel Qader Ben Salah, un aliado de Bouteflika, quién temporalmente se haga cargo del ejecutivo.
Según las últimas informaciones, la transición estaría a cargo del ex ministro de Interior Nouredin Bedaui, confirmado este lunes como jefe del Gobierno de transición, y mientras que como Jefe de Ejército continuaría el general Ahmed Gaïd Salah, quien emerge como el nuevo hombre fuerte del país, que algunos ya comparan con el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi
Por su parte Abdallah Jaballah, el jefe del Partido Islamista de Justicia y Desarrollo, vinculado a los Hermanos Musulmanes (HM) cuyos seguidores han sido grandes protagonistas de las manifestaciones de febrero y marzo, ha rechazado el plan interino del ejército, al que calificó como de “nulo e inválido”, lo que podría provocar un escenario demasiado parecido al de 1991, en que el Frente Islámico de Salvación (FIS), se habían impuesto en las elecciones parlamentarias del año anterior, lo que provocó la nulidad de las elecciones por parte del Ejercito, decisión que terminó envolviendo al país en una década de terror y muerte.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
Del mismo autor
- Afganistán, la catástrofe anunciada 22/06/2021
- Ceuta, despojos en la playa 24/05/2021
- Afganistán: hasta siempre míster Biden 20/05/2021
- Netanyahu en defensa propia 17/05/2021
- Afganistán, solo desierto y sangre 06/05/2021
- Somalia: Hacia el abismo más profundo 27/04/2021
- Pakistán: Por Allah contra todos 21/04/2021
- Afganistán, sin tiempo para la paz 16/04/2021
- India: Mao ataca de nuevo 14/04/2021
- Yemen: Los Akhdam, el estigma y la guerra 05/04/2021