Boris Johnson: ¿Qué se les traer quien puede ser el muy posible futuro gobernante británico?
- Opinión
A fines de julio el Reino Unido va a tener un nuevo primer ministro. La bancada del Partido de gobierno ha seleccionado dos candidatos para ese puesto. Estos son el actual ministro de relaciones exteriores Jeremy Hunt y quien le precedió en dicho cargo Boris Johnson. Este último es el mejor estratega electoral que tiene Inglaterra y el más popular en las filas tories, por lo que parece que él va a ser el nuevo mandatario.
La principal demanda que tienen los militantes tories es inmediatamente lograr el Brexit (salida del Reino Unido de la Unión Europea, UE). Hace tres junios menos del 52% del electorado votó por separarse de la UE, pero todavía dicha ruptura no se ha podido dar. La fecha de partida ha sido aplazada 3 veces siendo el último plazo aprobado por la UE este 31 de octubre.
Johnson irrumpe con fuerza dentro de los tories porque él promete que en la noche de las brujas él va a producir la pócima mágica que permita salir de la UE con o sin acuerdo bilateral. Su contendor, Hunt, cree que se debe hacer todo lo posible por evitar romper sin acuerdos pero no logra despegar.
¿Cuál Johnson?
Una encrucijada es saber en qué dirección va a ir él. Johnson es el único tory que ha logrado derrotar al laborismo en su bastión principal (Londres) y en dos oportunidades consecutivas (2008 y 2012). Su habilidad consistió en acercarse a las bases y a las ideas de su principal oponente para restarle fuerzas. Johnson giró hacia la “izquierda” apareciendo como ecologista, feminista, defensor de los inmigrantes, promotor del salario mínimo vital y campeón de las minorías étnicas.
A fin de quitarle electores latinos a Ken (quien había asociado Londres con la Alternativa Bolivariana de Chávez, Castro, Morales, Correa y Ortega) en mayo 2008 Boris vino a un debate que organizamos para la comunidad de habla española y luego en el cierre de campaña estuvo 3 horas con los dirigentes que defendíamos el mayor mercado latino de Londres donde prometió que él, a diferencia del municipio local laborista, no lo iba a demoler.
A pocos meses de ser alcalde él vino a una asamblea con 2,000 iberoamericanos donde prometió reconocer a esa minoría étnica y pidió la amnistía a indocumentados, algo que ningún partido entonces se atrevió a plantear. Él vino en bicicleta, medio con el que siempre se movilizaba. Él instauró un sistema de bici-vías y miles de bicicletas de alquiler. Su equipo de comunidades fue liderado por negro y dos de sus tenientes alcaldes fueron gays.
Cuando se dieron las Olimpiadas de Londres 2012 Boris apareció como la gran figura de ésta, aunque el mérito de haber conseguido que Londres fuese seleccionada para tal torneo lo tuvo Ken. Johnson quería ser el arquetipo del Londres liberal, multicultural y multirracial abierto a Europa y al mundo. Él, además, causa mucha simpatía con sus bromas y excentricidades.
Cuando en el 2016 se iba a dar el referéndum para decidir sobre la UE, todos esperaban que él fuera a apoyar al primer ministro David Cameron, quien, al igual que él y que todos sus familiares, eran del ala modernizadora del conservadurismo. Sin embargo, él decidió convertirse en su principal rival. Boris se dio cuenta que la militancia tory quería salirse de la UE y que si él se convertía en el paladín del Brexit él iba a ser el que terminase por reemplazar a Cameron como primer ministro.
Boris se convirtió en el más grande propagandista del Brexit y se movió hacia las posiciones de Nigel Farage, quien había sido durante 2 décadas el más ferviente promotor de la ruptura con la UE y que ganó las elecciones al euro-parlamento del 2014 (como luego las ha hecho a las del 2019). Gracias al empuje que Boris le dio a dicha campaña es que ganó el salirse de la UE.
Al día siguiente de su derrota en el referéndum Cameron renunció a su puesto. Boris estaba con todo el empuje para sucederle, pero decidió retirarse pues pensaba que era mejor no librar una batalla que no estaba seguro de ganar, pues él solo compite cuando sabe que va a ganar y gana con todo.
Este 23 de mayo se dieron las elecciones al euro-parlamento donde los tories recibieron la peor paliza electoral que hayan tenido. En sus 3 siglos de historia éste ha sido el partido que más ha gobernado a sus islas (y a cualquier democracia multipartidaria del mundo). Por primera vez quedaron quintos y debajo del 9% de los votos. Al día siguiente la primera ministra Theresa May tuvo que anunciar su retiro para dar pase a que su partido escoja quien le suceda.
Elección del primer ministro
Mientras en toda república el mandatario es electo directamente por la población, Reino Unido es una monarquía parlamentaria donde el jefe de Estado es una reina que ha heredado el trono y lo ha de ejercer vitaliciamente. El jefe de gobierno es el “primer ministro de su majestad”, quien es designado por la corona en base al líder del partido que pueda comandar la mayoría absoluta dentro de la cámara de los comunes.
Esta última no electa mediante la representación proporcional de lo que saca cada partido a nivel nacional, sino que cada uno de sus 650 miembros son electos por su respectivo distrito electoral. Con este mecanismo dicha cámara usualmente queda dominada por los dos grandes partidos que se alternan en el poder (conservadores y laboristas), quienes se quedan con un 90% de las bancas.
Cuando un primer ministro renuncia o recibe un voto de censura, el partido que comanda el 50% más uno de los 650 comunes escoge su líder y la reina le nombra como su primer ministro.
Este sistema ha llegado a una gran crisis. Los conservadores que en las euro-elecciones de mayo 2019 perdieron en todos los 650 distritos electorales y donde sacaron apenas 1,5 millón de votos, casi 10 veces menos que los que sacaron en las elecciones generales de junio 2017, son quienes deben elegir al nuevo gobernante.
Este partido tiene casi tantos militantes como otros partidos que tienen escasa o nula presencia en el parlamento (como los de Farage, liberal-demócratas o verdes) y 4 veces más registrados para votar en sus internas que el laborismo. Mientras en las internas del partido de gobierno de Bolivia (MAS) votaron 450,000 personas (lo que para el Reino Unido deberían ser 2,700,000 personas debido a que su población es 6 veces mayor), en las del oficialismo británico solo votan 160,000 personas (menos del 0.3% de la población).
El 99.7% de los 67 millones de británicos no va participar en la elección de su mandatario. Casi todos los militantes tories son blancos británicos (en un país donde un octavo de sus habitantes pertenecen a minorías étnicas). La mayoría son varones, pudientes, jubilados o cercanos a jubilarse, viven en el próspero sur de Inglaterra (un quinto del territorio del Reino Unido, mientras que no hay tories en Irlanda del Norte, uno de los 4 países que conforman dicho reino), o están tan firmes en el Brexit que han declarado que no les importa si para lograr ello Escocia o Irlanda del Norte se escinden para quedarse en la UE o si la economía o su partido colapsan.
El mismo Johnson, que antes se inclinó hacia la “izquierda” y el liberalismo para ganar Londres, cuando ya dejó de querer ser el alcalde capitalino para iniciar su carrera hacia ser primer ministro dio otro giro. Esta vez se volcó a la derecha para aparecer como el paladín del Brexit y caer bien en la militancia tory.
Cuando Johnson fue el líder de la campaña para salirse de la UE o cuando fue candidato a la alcaldía de Londres iba a t odas partes él iba a todas partes, polemizaba con muchos y aparecía en TV a cada rato. Esta vez él huye de los periodistas y de los debates en TV. No quiere exponerse a que le hagan preguntas incómodas, como el saber cuántos hijos extramaritales tiene después que una que ya ha reconocido. Su cálculo es que él esta vez no compite ante las masas sino para una extrema minoría quien ya ha definido que su prioridad absoluta es un Brexit inmediato y a quienes él aparece como el único que lo puede hacer, meta que dejó fuera de su puesto a los dos últimos gobernantes tories.
Anti-Boris
Su rival Hunt no convence a los que quieren Brexit ya pues él antes estuvo de acuerdo con seguir en la UE y tampoco apasiona a los pro-europeos de su partido pues él quiere prometer que él también va a realizar el Brexit, aunque se demore un poco más a fin de lograr mejores negociaciones.
El problema con Johnson es que los conservadores han ido perdiendo parlamentarios hasta quedarse reducidos a 312 de los 650 parlamentarios (y pronto han de perder otro debido a una petición de sus electores). Sin mayoría parlamentaria absoluta y con un partido muy dividido cualquier intento de lograr un Brexit sin acuerdos para el 31 de octubre resulta poco viable. Son varios pesos pesados y ministros conservadores quienes han dicho que van a vetar cualquier intento de ello. Algunos incluso han anunciado que en ese caso van a pedir la caída del primer ministro, aunque sea de su partido.
Las encuestas en Escocia muestran que crece allí el independentismo y que si Johnson llega al gobierno la mayoría de dicho país va a querer separarse de Inglaterra. Una salida sin acuerdo con la UE implicaría re-establecer los controles fronterizos entre las dos Irlandas, algo que va a generar tanto rechazo en Irlanda del Norte que allí han de crecer quienes demanden un referéndum para reunificar su isla.
Un inminente gobierno conservador que quiera hacer un Brexit duro va a encontrarse con el veto del parlamento y la tenaz oposición de Escocia, Irlanda del Norte, Gibraltar, Londres y las grandes urbes. A la postre lo más probable es que la impasse parlamentario resulte en dar paso a un nuevo referéndum o en adelantar nuevas elecciones generales, las que podría ganar Jeremy Corbyn, el más izquierdista líder que haya tenido el laborismo.
-Isaac Bigio es politólogo economista e historiador formado en la London School of Economics donde enseñó política latinoamericana
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