La pobreza, ¿postal de discriminación o espacio de redención?
- Opinión
¡Qué carajo! les importa a los más pobres del mundo el crecimiento sostenido de las principales economías.
Para qué les sirve eso, si ni siquiera tienen derecho a la vida, a respirar libremente, ni muchos menos a soñar con alcanzar la dignidad humana.
Ellos seguirán viviendo inhumanamente sin acceso a la alimentación, vivienda, salud, educación y mucho menos a una sana recreación.
Datos del Banco Mundial apuntan que casi la mitad de la población en el universo vive con menos de dos dólares y cincuenta centavos al día. Hay 400 millones de niños en pobreza extrema.
Y anualmente seis millones de infantes menores de 5 años mueren de desnutrición crónica.
Sin embargo, el propio organismo financiero mundial dice que el crecimiento de las economías emergentes y en desarrollo en lo que resta del 2019 descenderá al 4%. Pero ya en 2020, crecerá a un ritmo del 4,6%.
La luz de esperanza que ilumina a los desamparados de la fortuna es Dios, al que siempre apelan conscientes de que por lo menos encontrarán en él la compasión necesaria para reconfortar el alma.
Pero también, ¿cuál sería la actitud de Jesucristo al contemplar la disparidad de una sociedad donde millares de gentes mueren por carecer de alimentos?
A los pobres del mundo pocos les importan aquellas cifras maquilladas de crecimiento y estabilidad de la macroeconomía que orgullosamente ofrecen los representantes de los organismos financieros.
Sencillamente porque esas riquezas se quedan en manos de sectores poblacionales privilegiados transformando la convivencia social en espacios cerrados, inseguros, violentos, excluyentes y soberbiamente desiguales.
La riqueza secuestrada
Los organismos financieros mundiales y los propios gobiernos soportes de la influyente democracia representativa deben sentir vergüenza ante la inmensa miseria que bordea cualquier rincón del planeta.
En naciones donde la democracia ha alcanzado niveles de madurez todavía la insalubridad, corrupción, falta de servicios básicos y desempleos siguen castigando a la ciudadanía que acude a las urnas a elegir a sus autoridades.
La pobreza está considerada como la nueva herramienta de la esclavitud moderna porque condena a millares de seres humanos a vivir en el oscurantismo, atraso, excluido, doblegado y sin ninguna expectativa de cambios.
Y otra pregunta: ¿Para qué sirve la riqueza material en este planeta si al final no ha transformado los rostros de la desigualdad y la injusticia?
¿Qué beneficios nos dejan esos crecimientos económicos si cada vez hay más pobreza y desigualdades?
Por el contrario, las masivas exclusiones en el seno de la sociedad generan mayores resentimientos que se traducen en violencia callejera, asaltos, insatisfacciones, movilizaciones sociales, paralizaciones de los aparatos productivos y deterioro generativo de la convivencia y armonía entre los comunitarios.
Es un imperativo que la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los organismos financieros mundiales y los gobiernos de las naciones más desarrolladas e industrializadas elaboren y propicien la aplicación de un nuevo modelo comercial y económico que genere más riquezas, empleos y sobre todo, mayor inclusión social de los depauperados de siempre.
África, Asia, América Latina y hasta muchos países del “primer mundo” demandan un nuevo esquema de redistribución de los bienes productivos que tenga como norte principal al ser humano.
López Obrador Vs. Alberto Fernández
En el ámbito político latinoamericano se reflexiona constantemente sobre el impacto que continúa teniendo el neoliberalismo en las decisiones gubernamentales y lo que ello representa para la vida de millones de ciudadanos de la región.
El presidente electo de Argentina Alberto Fernández en su primer encuentro con el presidente de México, José Manuel López Obrador, reconoció los grandes retos que tiene Latinoamérica en materia económica y política.
Ambos líderes dialogaron en la capital mexicana por más de una hora sobre las relaciones diplomáticas y comerciales de sus respectivos países.
Se anticipa que podrían gestar un nuevo eje político e ideólogo moderado orientado a fortalecer los vínculos con sus vecinos a través del Grupo de Puebla. Y tratar de alcanzar mejores entendimientos hacia la administración del presidente Donald Trump.
Fernández, experimentado dirigente peronista optó por efectuar su primer viaje al exterior acudiendo a México y no a Brasil, como es tradición en los gobernantes que asumen el poder en Argentina.
Evidentemente que las relaciones Brasil-Argentina podrían verse disminuidas a partir del 10 de diciembre cuando ingrese a la Casa Rosada su nuevo inquilino.
Las declaraciones del presidente brasileño Jair Bolsonaro tras la victoria en primera vuelta de Alberto Fernández pronostican que los tradicionales rivales del fútbol y la política suramericana estarían más separados que nunca.
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