La autoproclamación de los opositores venezolanos, se “lleva en la sangre”
- Opinión
La autoproclamación de Juan Guidó, es una práctica ancestral de los opositores en la historia de Venezuela. Parece ser que, casi como obligado, al no acceder por la vía legal, los reaccionarios acuden a esta vieja pericia. Lamentablemente, se está haciendo viral tal maña en algunos gobiernos conservadores de América Latina.
Ya nuestro Libertador Simón Bolívar tenía claro que “nuestro principal problema es la anarquía de nuestros políticos, de nuestro ejército, de nuestra iglesia, de nuestros comerciantes, y hasta de nuestro pueblo… cada quien cree tener la solución, cada quien quiere ser un lider y desde el primer momento, cada quien enfrenta al contrario; es decir, cada quien quiere hacer una cosa distinta y adopta posiciones antípodas sin causa aparente y sin importar la voluntad de la mayoría”.
En el caso de la historia venezolana, el escritor José Roberto Duque señala que “José Antonio Páez inauguró en la Venezuela republicana esa práctica que después repitieron varios patriarcas, caudillos o titiriteros: gobernar el país por encima del Presidente que, por lo general, era alguien impuesto por él. Los hermanos José Gregorio y José Tadeo Monagas hicieron carrera un poco a la sombra de Páez, pero después de una cantidad de movimientos y morisquetas (que agotarían el espacio de esta página) José Tadeo, captado o seducido por los liberales, fue electo Presidente ante el disgusto del dueño del país: el conservador Páez”.
Otro antecedente histórico es el acto ruin, llamado el “Carmonazo”, lo observamos cuando el empresario venezolano Pedro Carmona Estanga, una vez consumado un Golpe de Estado contra el Presidente Hugo Chávez Frías, el 12 de abril 2002, se proclamó y autojuramentó como mandatario de Venezuela.
Como dato histórico, algunos autoproclamados, no se autonombraron así, pero sus hechos los colocan en la historia como tales, tal es el caso de Cristóbal Colón, antes de su llegada por ejemplo, existían en nuestras tierras, imperios aztecas, incas, éramos territorios libres, originarios, cada pueblo con su cacique, con su religión, idioma, costumbres; cuando fuimos invadidos e injerenciados por Colón, quien se autoproclamó como usurpador de la Abya Yala indígena.
Por cierto, a Colón lo acompañó la Iglesia Católica del momento, y es que los sacerdotes se han autoproclamado y aquella también, como los representantes de Dios en la Tierra, quienes fueron capaces de enarbolar la Inquisición, invadir América y concretar el mayor genocidio de la historia de la humanidad.
Hurgando en la historia latinoamericana y mundial, nos percatamos que ésta está llena de estos actos canallas, y que también es la historia de traidores vendidos al mejor postor, que siempre causaron mucho daño y siempre terminaron mal, “de autoproclamados están llenas las calderas del infierno” reza un proverbio, veamos sin orden cronológico algunas infamias de este tipo.
Trump designó a su autoproclamado Juan Guaidó, su caballo, como presidente encargado de Venezuela. Algunos analistas señalan una relación entre Trump y Calígula el emperador romano, comparando así que Trump, en su excentricidad, superó a Calígula, quien autoproclamo a su caballo Incitatus como cónsul, el más alto cargo de la magistratura de la república imperial romana.
Estas proclamaciones llegaron a tal punto que, recientemente, un escritor, investigador social y artista Alejandro Muñoz, tomó la decisión al estilo Guaidó de autoproclamarse-juramentarse como mandatario de Colombia, en las calles de Bogotá, más específicamente en el lugar donde cayó asesinando Jorge Eliecer Gaitán.
Antes de finalizar y para no hacer tan larga la lista de autoproclamados, deseamos mencionar algunos casos puntuales:
El asesino de masas y autoproclamado "Emperador" Jean-Bédel Bokassa, del Imperio Centroafricano (1976-1979).
En el año X (1802), otra constitución dictada por Napoleón otorgó carácter vitalicio a su consulado y sirvió como preámbulo para su “autoproclamación” como monarca del Primer Imperio Francés.
La literatura no está exenta de autoproclamados. En su obra “El mal menor”, Maruan Soto Antaki cuenta la historia de Joshua Abraham Norton I, quien se autoproclamó como Emperador de USA y México, a finales del siglo XIX.
Finalmente, en ocasión del Aniversario 40 de la Revolución Nicaragüense, el escritor Atilio Borón, nos recuerda que William Walker en 1856, aventurero norteamericano, médico, abogado, periodista, militar y filibustero, decidido a ejercer la presidencia nicaragüense, expulsa al presidente de turno y se autoproclama como primer mandatario de Nicaragua.
Esta muestra histórica de autoproclamados, nos revela que la aventura “guaidana”, el hecho en sí, no es digna de orgullo, ni mucho menos para vanagloriarse, es una pantomima nada creativa y que históricamente es una larga lista de errores, nada digna de protagonismo, así como que se lleva en la sangre de los venezolanos y de algunos líderes del mundo.
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