En un mundo multipolar y pluricéntrico

Entre el vasallaje sumiso del orden unipolar y la potencia emergente del sur

30/01/2020
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El gigante del sur se debate actualmente por definir su identidad geopolítica; sin duda los resultados de las últimas elecciones y el giro total a la extrema derecha reaccionaria del país amazónico ha estremecido a la sociedad brasileña y detenido el curso de la política nacional y exterior que habían colocado a Brasil en un lugar cada vez más importante en el concierto internacional.

 

La imagen de potencia emergente conseguida con su presencia en el BRICS y proyectada a las masas con las olimpiadas y el mundial de fútbol estaba ubicando al país en un lugar largamente anhelado por su estamento político, diplomático y militar, es decir, en el club de las potencias del globo.

 

Los cambios políticos en esta gestión se han caracterizado por el mencionado giro a la derecha aderezado con un fuerte tono reaccionario y hasta fascista, amén de evidentemente racista, clasista y xenófobo; en política exterior cambiaron las prioridades, el estilo y políticas de Trump se asumieron como modelo, los Estados Unidos e Israel pasan a ser aliados fundamentales al tiempo que se van enfriando la participación en el BRICS y todos los mecanismos de integración regional, la relación con China, vital para la economía brasileña parece estar en observación, como también se marca un claro distanciamiento con Rusia.

 

El giro en política exterior apunta a un rol de aliado regional de los estados unidos; el problema con esto es que estados unidos no tiene aliados sino vasallos que deben seguir sus designios y cumplir su voluntad, que en su mitología política es la mismísima voluntad de la providencia. La relación de vasallaje se evidencia desde Temer con la fusión (venta) de Embraer al gigante Boeing, la pretensión de ceder la base de cohetes del norte de Brasil y una actitud injerencista y bélica contra el vecino país bolivariano.

 

Pareciera que la decisión está tomada y que Brasil se dirige inexorablemente hacia el rol de sátrapa del imperio en su patio trasero, pero aquí es necesario analizar la composición de las bases del gobierno de Bolsonaro; si bien es cierto ganó las elecciones con un notable respaldo popular, esa legitimidad se encuentra seriamente debilitada, hasta el punto que los ciudadanos en las redes sociales, en medio de la crisis geopolítica en medio oriente, le piden a Bolsonaro que por favor no se pronuncie; al parecer las continuas humillaciones autoinflingidas frente a Trump y las vergonzosas actitudes frente a los incendios amazónicos ya hacen que el pueblo dude seriamente de su presidente; por otra parte está claro que el grupo de los Chicago Boys se mantiene como el principal promotor y soporte del gobierno en su camino hacia el norte, no obstante, la otra columna sobre la que se soporta el gobierno la constituye la rama militar, en este punto es necesario detenerse pues la doctrina militar nacionalista choca abiertamente con la actitud sumisa y entreguista del presidente y sus Chicago Boys, la razón en realidad es muy sencilla: Brasil nunca fue colonia, siempre fue imperio, primero parte del imperio portugués y luego constituido como el imperio del Brasil, por lo tanto la visión del estamento militar y el diplomático de amplia tradición, es la de un Brasil grande y poderoso, autónomo y soberano, el gran gigante del sur en definitiva.

 

El debate subyace en estos momentos en la clase dirigente de Brasil, es cierto que aún no es tan evidente ni público pero eso solo puede ser cuestión de tiempo, las fricciones ya se están produciendo desde la propia gestión de Temer cuando el estamento militar exigió que la división de aviones militares de Embraer no fuera incluida en la fusión con Boeing, y esto no es cualquier cosa, el ala militar de Embraer produce aviones ligeros de ataque a tierra (super tucanos), aviones de alerta temprana (radares voladores) y aviones de transporte militar con calidad de exportación; actualmente en apenas cien días los militares ya se han manifestado públicamente en contra de la cesión de la base de cohetes de Alcantara, como también ha sido pública y notoria su negativa a respaldar una aventura militar contra Venezuela; de tal forma que es probable que en poco tiempo las fisuras se vuelvan grietas.

 

Hay que admitir que los militares brasileños no son precisamente cercanos ideológicamente a Lula y sus ideas pero sospecho que en el fondo reconocen que fue durante su gestión que Brasil se acercó más al anhelado sueño de grandeza nacional; justo por esa razón creo que el mensaje de Lula, durante la entrevista previa a su liberación, sobre la grandeza de su país y el vasallaje vergonzonso al que la conducía Bolsonaro, más que al pueblo, estaba dirigida a los militares, quienes siguen representado el factor clave de poder en Brasil y América Latina.

 

En conclusión el Brasil se enfrentará más temprano que tarde a una decisión fundamental sobre su destino geopolítico y su lugar en el mundo, por ahora el debate parece estar concentrado en las clases dirigentes pero cada vez más la sociedad toda se involucrara en esa discusión tan vital para su futuro, y sí, hablo del debate entre el vasallaje sumiso del orden unipolar y la potencia emergente del sur en un mundo multipolar y pluricéntrico. 

 

Prof. Oswaldo Espinoza

Pltgo. Msc. Docente de estudios políticos. Investigador CIM.

 

https://www.alainet.org/en/node/204489?language=es
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