Tetrasofia: conciencia de la tierra y del cosmos

12/05/2020
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El ser humano desde siempre se dio cuenta que su vida dependía del sol, que la luz era su fuente de existencia y de prolongación sobre la tierra. Bajo esta comprensión, organizó todas sus formas de vida a su alrededor pues sabía y tenía conciencia que el “padre sol” era el centro de todo (heliocentrismo o vitalismo solar). Los pueblos de Amerindia (América) sabían desde hace por lo menos 2000 años que la Tierra giraba alrededor del sol y de que este planeta era redondo, como se ha demostrado ampliamente por estudiosos serios de las culturas precolombinas.

 

No existe ninguna cultura en el mundo que no se haya manejado así. Todas las sociedades de la Tierra funcionaron dentro de una conciencia solar y lunar. Así lo entendieron y lo vivieron por más de 500.000 años dentro de esa conciencia. Por ello, el sol era considerado dios, padre o madre (según la cultura), espíritu, energía vital, fuente dadora de vida, etc. Todo el accionar de vida de estos pueblos, se prolongaba y se dirigía hacia el sol, la luna, las estrellas, por lo que su conciencia era cósmica y vibraban en la cuarta dimensión o tetraconciencia, como mínimo.

 

La tetraconciencia es diferente a una conciencia tridimensional, pues ésta, percibe la realidad en una dimensión física o corporal de largo, ancho y altura. La triconciencia cuando se desprendió de la tetraconciencia inventó una serie de nuevas creencias y ciencias (principio de identidad, principio del tercero excluido, geometría euclidiana, etc.) que diferían de los principios del milenario vitalismo de tetraconciencia, y al cual nosotros le vamos a denominar tetrasofía. La triconciencia correlativamente organizó un nuevo mundo social, económico, reproductivo, educativo, dentro de estas tres dimensiones.

 

La triconciencia procedió a recrear una nueva concepción de la vida, la que se detenía en el objeto (objetivismo) y no en la totalidad (holismo), en el texto (heliocentrismo) y no en el contexto (geocentrismo). En otras palabras, dejó de comprender que hay un campo energético o campo interrelacionado que sostiene y contiene lo material y lo espiritual. Mas bien, procedieron a calificarlo de idolatría y en su remplazo promulgar el dios antropomorfo y único. Dicho en palabras científicas, no entendieron que hay una curvatura del espacio/tiempo que guarda la memoria universal de la materia/energía, y que los pueblos orientales lo llaman los registros akáshikos. Los astrofísicos modernos explican claramente, cuando señalan que hay una materia oscura (95%) que envuelve a lo atómico (5%).

 

La triconciencia no se quedó contenta y siguió avanzando hasta llegar a la conciencia de dos dimensiones o dialéctica y finalmente, a la de una dimensión o monoconciencia. Proceso en el cual, se fue estrechando el marco de percepción de la realidad para entrar cada vez más en la especificidad o especialidad (reduccionismo), y paralelamente construyendo sistemas y modos de vida dentro de esas características. Nano-concepción que llegó a la conclusión de que todo era mecánico, separado e independiente uno del otro (física newtoniana-cartesiana).

 

Cada una de estas percepciones o conciencias fue creando un mundo y una realidad que ha sido justificada por cada una de ellas, a través de distintas teorías y creencias. Sin embargo, dogmas que se han ido cayendo paulatinamente o que han sido modas de cierto tiempo, pues no tenían ninguna solidez profunda.

 

La ciencia relativa (física de grandes cuerpos) y quántica (mecánica de cuerpos subatómicos) lo explica claramente. Incluso, estas ciencias no solo saben que en la vida hay cuatro dimensiones, sino que hay otras dimensiones mayores, unos hablan de 11 y otros hasta de 26 dimensiones. Todas estas dimensiones, están empatadas o emparentadas como una cebolla, en la que la capa de afuera contiene a la del interior y así sucesivamente. Posición ésta, que coincide con la de las culturas vitales ancestrales, solo diferenciándose en la cantidad de dimensiones descubiertas, y por los métodos utilizados para redescubrirlas.

 

De esto, podemos llegar a la conclusión que la cuarta dimensión es el punto de inflexión o de quiebre entre dos tipos de conciencias o concepciones: la conciencia integral y la conciencia reductiva. Quien comprende la vida en 4 dimensiones, puede hacerlo cada vez en mayores dimensiones; y, por el contrario, quien no la enraíza se acerca cada vez a dimensiones más estrechas o claustrales.

 

Los tres primeros estados de conciencia son los estados básicos, y quienes activan el cuarto estado de conciencia entran al estado holístico y van expandiendo su conciencia cada vez a niveles más sutiles o refinados, y su propósito es fusionarse conscientemente con el Todo, a través de activar al 100% sus capacidades. Dicho de otra forma, los tres primeros niveles reflejan la conciencia densa o pesada, principalmente el miedo que es la falta de amor y la cual activa la violencia, la guerra, el dominio, la extinción del otro. Conciencia reducida, que es la que hemos vivido los 500 últimos años como humanidad en su conjunto, y que ha llegado a su tope cuando se ha reactivado la conciencia de cuarto estado, con el aparecimiento de filosofías como el biocentrismo, la ecología profunda, la democracia horizontal, la sociocracia, etc.

 

Del heliocentrismo al geocentrismo

 

¿Es que en algún momento de la conciencia humana hubo una “involución” o una pérdida o un adormecimiento de la cuarta dimensión? Esta ruptura o quiebre empieza a producir hace unos 5000 años con el aparecimiento del patriarcado, madura hace unos 2500 años con el surgimiento de la civilización, y alcanza su clímax y tope con el capitalismo neoliberal en nuestro tiempo.

 

Límite, que surge cuando se replantea o se cuestiona a la visión mecanicista por una serie de personajes que trastocan todo el sistema tri-bi-unidimensional: Einstein (Teoría de la Relatividad), Max Planck (Teoría Quántica), James Lovelock (Teoría Gaia), Heisenberg (Teoría de la Incertidumbre), Dominique Temple (Teoría de la Reciprocidad), etc. Todos los cuales, desarman a la teoría geocéntrica (antropo-andro-occidocéntrica) que fuera sistematizada y configurada hace 2500 años en Grecia, luego impuesta a los pueblos europeos y ellos al mundo, gobernado el mundo entero en estos últimos 500 años (globalización). Dogma geocéntrico que sigue vigente, en el fondo o en su estructura, a pesar de la muerte de Giordano Bruno y de millones de personas por la Santa Inquisición por desmitificar la teoría geocéntrica.

 

Este tránsito de la tetraconciencia a la monoconciencia se dio en un proceso paulatino, en la que el milenario vitalismo heliocéntrico (no confundir con el heliocentrismo de Aristarco de Samos o de Heráclides de Ponto) fue perdiendo terreno -no solo metafóricamente hablando sino literalmente- hasta que terminó imponiéndose plenamente el geocentrismo en un período de 2200 años, desde Aristóteles hasta Copérnico y Galileo. Momento en el cual, se empieza el proceso de reversión y que le ha tomado a la humanidad más de 300 años para el renacimiento tetrasófico que estamos viviendo actualmente con la física cuántica y otros postulados.

 

Las sociedades luni-solares tetrasóficas estuvieron comandadas y organizadas en forma circular, horizontal, complementaria y armónica, siguiendo una matriz natural o vital. Las dinastías se estructuraban en forma de equilibrio entre lo masculino y lo femenino, y las proyecciones de organización familiar, económica, cultural, ritual, eran reproducidas en forma femenina, aun cuando en ciertos casos eran hombres los que aparecían como cabezas visibles en la dirección social. Comprendieron que, si la vida se reproduce a partir de la mujer, todo debía seguir el mismo curso (matrilinajes). No existen vestigios de violencia extrema, ni la creación de armas sofisticadas de muerte durante esta etapa de convivencia tetrasófica.

 

En este período de interrelación entre lo sensitivo y lo racional, las relaciones fueron relativamente estables en todos los niveles de la vida humana. Los vestigios de violencia pura solo aparecen desde hace 5000 años en Eurasia central (Mesopotamia, Egipto, Grecia, Roma), y que coinciden con otros fenómenos, como el arribo del sedentarismo que condujo al aparecimiento progresivo del comercio y del mercado. Y como prolongación de este nuevo fenómeno de transacción, el nacimiento de la moneda, la matemática y la escritura.

 

Todos ellos, productos o efectos realizados principalmente por los varones (cerebro lógico, analítico). En cambio, en la época matricial se activó la agricultura, la medicina, la astronomía, la ritualidad, la artesanía, etc. Mientras el varón vagaba de un lado a otro buscando alimentos, la mujer asentada en un lugar se dedicaba a la observación, la experimentación, el estudio de su entorno, y de esta manera inventando la ciencia en varios niveles. Ellas eran muy respetadas por los varones por el gran nivel de cosmocimiento y sabiduría que ellas poseían. De ahí, la organización colectiva y el funcionamiento cosmunitario de las antiguas sociedades. Sistema que sigue un modelo espiral de vida, y que difiere del modelo patriarcal que es vertical y piramidal, el cual, surgirá en contraposición a éste en un período subsecuente cuando se activa la triconciencia.

 

Posteriormente, los varones que antes se dedicaban exclusivamente a recolectar los productos, -ahora un grupo de ellos- pasa a la actividad exclusiva de intercambiar los productos entre regiones. Grupo que además comienza a llevar y traer nuevas costumbres, tecnologías, creencias; por lo que pausadamente van adquiriendo un gran poder económico, el cual despertará en ellos la ambición de tener más ventajas que los otros. Especialmente, los comerciantes van acumulando y apropiándose de estas nuevas ventajas y del excedente de la cosmunidad. Paralelamente irán alcanzando más poder material, bélico y productivo, todo lo cual conducirá al surgimiento del patriarcalismo (triconciencia) hasta confluir en el geocentrismo (biconciencia) y a la formación de su sistema social denominado el capitalismo (monoconciencia).

 

En el patriarcado se empieza una guerra contra todo lo femenino o todo lo que representa la feminidad de la vida: diosas, mujeres, naturaleza, corporalidad, afectividad, sexualidad, intuición, sensitividad… Las primeras atacadas serán las diosas, las que terminarán siendo consideradas creencias paganas e idolátricas. Luego, las mujeres pasarán a ser consideradas brujas, la naturaleza en salvaje, el cuerpo en debilidad, la afectividad en romanticismo, la sexualidad en pecado, la intuición en irracionalismo, la sensitividad en banalismo, etc., etc. Así hasta el día de hoy, en que se comienza a replantear todo. Aunque, todavía sigue imperante y lucha por mantenerse y perpetuarse más la teoría geocéntrica o de monoconciencia. A pesar, de que la ciencia moderna ha demostrado el heliocentrismo, las instituciones creadas y surgidas en el geocentrismo siguen latentes todavía, especialmente la iglesia y el Estado.

 

De la tetrasofía a la dialéctica

 

Hasta hace 5000 años la tetraconciencia estaba vigente en toda la humanidad, pero en el oeste de Asia (Mesopotamia) hace unos 4000 años se comienza a desarrollar (ó subdesarrollar) la triconciencia, que a su vez hace 3000 años conducirá a la biconciencia, y desde hace 2000 años a la monoconciencia. Esta última, que es una conciencia de claustro que ha alcanzado su punto máximo en la conciencia miope o posmoderna, en donde todo gira en y alrededor de sí mismo (libertad individual). Los estudiosos han comprobado que cada nuevo descubrimiento, invento, difusión e imposición le ha tomado 1000 años a cada humanidad.

 

La teoría geocéntrica se consolidó y se estructuró más claramente en la Grecia clásica, cuyos máximos representantes y padres de este nuevo mundo, serán Sócrates, Platón y Aristóteles. Este último incluso dará una nueva ruptura (“involutiva”) mucho más grave, al consolidar intelectual y teóricamente, el paso de la tridimensionalidad o triconciencia a la bidimensionalidad con la estructuración de la conciencia dual o lógica dialéctica. De acuerdo a su etimología, el concepto remite a dos términos griegos: día (de lo uno a lo otro) y legein (razonar, determinar, definir); por lo que su sentido más ordinario equivaldría a una contraposición o lucha entre dos lógoi o razones.

 

Aristóteles es el que mejor precisa esta categoría dualista y que será más claramente definida como dialéctica. Pero ya no la dialéctica de Heráclito que veía en la contradicción una dinamización sino todo lo contrario una inmovilización, que debía ser resuelta con la sobreposición de una sobre la otra. Es decir, para Aristóteles y todos los dialécticos, la vida funciona por la lucha de dos fuerzas, en la que una de ellas tiene la verdad y debe ganar: el bien contra el mal, la sabiduría contra la ignorancia, el logos contra el mito, la razón contra la sensorialidad, la ciencia contra la religión, lo civilizado contra lo bárbaro… Y así, hasta sus últimos inventos en estos últimos tiempos: lo avanzado contra lo atrasado, lo desarrollado contra lo subdesarrollado, lo moderno contra lo antiguo, el primer mundo contra el tercer mundo, etc., etc.

 

Entre los dialécticos, es Hegel (idealismo) quién le dará más empuje, y finalmente el gran sostén será Marx (materialismo). Entre cada uno de ellos hay una serie de intelectuales y científicos (todos hombres, no existe ninguna mujer) que seguirán los mismos presupuestos, a nivel de la economía, la medicina, la filosofía, la ciencia, la organización social, la religión. Los cuales, crearán distintos sistemas o mundos que los defenderán y los impondrán con la muerte (guerra, conquista, explotación).

 

Todas las creencias inventadas por la biconciencia se estructurarán más ampliamente y se consolidarán en forma global en la monoconciencia, a través de una serie de instituciones: monárquicas, monoteístas, monopólicas, monogámicas, monoculares, monomaníacas, etc., etc. Monolectismo que ha alcanzado su máximo “esplendor” en la sociedad individualista, existencialista, libertina, anoréxica, bulímica, hikikomori, de hoy en día.

 

Las élites monolécticas consolidaron el esclavismo patriarcal, sistema que se ha ido desarrollando y perfeccionando -a medida de los descubrimientos armamentísticos y productivos- hasta la actualidad, de ahí que sigue vigente el patriarcocentrismo dentro del capitalismo. El máximo patriarca de la autodenominada civilización occidental es Abraham (4000 años) con su teoría del dios antropocéntrico, luego tenemos a Moisés (3000 años) y el dios único, posteriormente a Platón (2000 años) y su inferioridad de la naturaleza, hasta los escolásticos (Tomás de Aquino) y su monocultura cristiana (1000 años), para finalmente terminar con Marx y su materialismo histórico. La religión y el ateísmo son dos lados de la misma moneda, el idealismo y el materialismo, muy diferentes al vitalismo. Estos personajes son las máximas figuras de quienes lograron representar el pensamiento de cada época, pues, cada sociedad fue modificándose y encontrando a sus expositores más claros.

 

En otras palabras, la identidad occidental (occidentalidad) se irá perfeccionando gradualmente, en la que una élite toma el control y su propósito de vida es la conquista del mundo, a través de ampliar y consolidar su poder en distintos períodos, y que ellos lo llaman: esclavismo, feudalismo, mercantilismo, capitalismo, socialismo. Este camino, es el proceso en el que se irá perfeccionando el control económico, político, ideológico y militar, hasta llegar a la etapa actual en que hemos llegado a la auto esclavización, el logro fundamental del esclavismo. Ya no son necesarias fuerzas exteriores de esclavización, ahora cada uno se esclaviza a su manera y forma: Hemos llegado a la sociedad de claustro perfecta, todos adorando al dios mercado, trabajando y viviendo para él. El mono-teocismo en su máxima expresión.

 

La identidad occidentalista se inició en la antigua Mesopotamia-Persia, y se perfeccionó en el imperio greco-romano, a través de la fusión del semitismo con el helenismo, y que dio lugar al aparecimiento del cristianismo. El emperador romano Constantino y luego Teodosio, consolidaron plenamente a la autodenominada civilización, tal como la conocemos hasta el presente, en que solo se ha ido puliendo a través del tiempo.

 

Proyecto civilizatorio que empezó su expansión hace unos 1700 años a través de la conquista, colonización y evangelización del mundo. El primer territorio conquistado por la occidentalidad fue el resto de Europa, imponiendo el monismo cristiano y con ello terminando con las culturas milenarias vitalistas, bajo el argumento de que les estaban salvando de la idolatría. A su vez, los europeos occidentalizados en un período de 1200 años, con los mismos argumentos se lanzaron a la extirpación de idolatrías de todo el mundo. Empezando la conquista del África, luego de Amerindia, Oceanía y del resto de Asia, en estos últimos 500 años.

 

El vitalismo tetrasófico de Amerindia

 

Las monarquías europeas se lanzaron a la occidentalización o civilización de nuevos territorios, en el afán desaforado de encontrar nuevas riquezas. Llegaron a Abya Yala o Amerindia y se encontraron con pueblos que seguían viviendo en una conciencia tetrasófica o vitalista soli-lunar. Lo cual, para la conciencia monista resultaba un estado salvaje, primitivo, arcaico, bárbaro, atrasado… Es decir, se repitió la historia de Europa en Amerindia, cuando la élite occidentalista del imperio greco-latino pensaba lo mismo de los pueblos europeos y a los que los llamaban pueblos bárbaros. Y luego, los europeos cristianizados han pensado lo mismo del resto del mundo, y ahora, la mayoría de la población mundial piensa igual de aquellos pueblos que todavía no han sido civilizados, es decir, monomizados.

 

Para la occidentalidad, su proceso histórico ha sido la evolución o desarrollo desde el mito (herejía, superstición, paganismo) hasta la razón (lógica, intelecto, raciocinio). Pero, ahora sabemos que lo que sucedió fue la separación y la imposición de la razón sobre el mito, lo que los llevó al reduccionismo paulatino hasta llegar al objetivismo miope de hoy en día. Del vitalismo luni-solar al geocentrismo, de la conciencia vitalista a la conciencia mecanicista, de la tetrasofía a la monoconciencia.

 

Dicho de otra forma, hace 2500 años se impone definitivamente en Grecia el sistema de lucha de contrarios (dialéctica) sobre el sistema de armonía de complementarios (tetrasofía). Esta concepción de disputa de opuestos, en todo su proceso de existencia ha tenido diferentes acepciones o expresiones: ley de superiores sobre inferiores, ley de la síntesis, ley de unión y lucha de contrarios, ley del tercero excluido, ley de la identidad, ley de la negación de la negación, lucha de clases, ley de la competencia, ley de la eficiencia, etc., etc. Leyes que hoy se encuentran seriamente cuestionadas por la ciencia moderna relativista-cuántica y por la conciencia ancestral latente en ciertas cosmunidades alejadas de la civilización, pero principalmente en nuestra memoria genética (ADN) y en el inconsciente colectivo de toda la humanidad.

 

Estas visiones cuánticas se conjugan actualmente en el denominado biocentrismo, pero que todavía tiene algunos rezagos del geocentrismo y especialmente de la lógica dialéctica. En todo caso, el biocentrismo nos da herramientas para comprender que la vida es la que ha creado el universo y no al revés como creían las teorías mecanicistas newtonianas-cartesianas y las evolucionistas darwinianas. Ninguna de estas dos teorías ha sido capaz de explicar el origen de la vida, en cambio, el biocentrismo, apoyado por el relativismo y la quántica, han logrado explicar que la energía vital es la autogeneradora de vida. Lovelock se dio cuenta de algo bien simple: la vida al propagarse tiende a modificar su entorno. Hoy parece algo obvio, pero en el tiempo del darwinismo más ortodoxo, se proclamaba que las especies más aptas sobrevivían y evolucionaban, pero hoy sabemos que se adaptan a los cambios ambientales. Nadie parecía pensar que una forma de adaptarse a esos cambios ambientales, era una fuerza capaz de asimilar el entorno, pues todos somos hijos de los grandes ecosistemas y de la Tierra en su conjunto, la que nos va moldeando y transformando.

 

Si bien, la mente actual está funcionando en una bidimensionalidad, nuestro cuerpo físico -que está nutrido por la biosfera- sigue funcionando en una tetradimensionalidad. Por tanto, necesitamos salir de la conciencia individualista a la conciencia colectiva, lo que implica, el no ser solamente ser humano sino ser humanidad, pero principalmente ser tierra y ser cosmos.

 

Necesitamos remontar a nuestra conciencia personal la conciencia biosférica, para funcionar en correspondencia y reciprocidad como un solo organismo que somos todo el planeta y toda la vida en su conjunto. Es nuestra oportunidad, sino la vida (biosfera) que es más fuerte que nosotros nos llevará dentro de su cauce. No es posible irse en contra de la vida por más tiempo, pues la vida tiene mayor conciencia y terminará enrumbando el camino a pesar de la tenaz resistencia del monismo de estos 2000 años. Lo hacemos conscientemente o la crisis, el cambio climático, la enfermedad, el sufrimiento, la pandemia se encargarán de ello.

 

La tetrasofía, a nivel social, hoy en los Andes ha tomado el nombre de Sumak Kawsay o Buen Vivir, convirtiéndose en una alterativa al capitalismo monista ante la crisis global que la ha generado. Buen Vivir que se inscribe en el Movimiento Mutualista Mundial, la que se convierte en una salida concreta y posible, para que la humanidad siga existiendo sobre la Madre Tierra.

 

 

https://www.alainet.org/en/node/206488
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