ONU, Palestina y Panamá: Recono(cer) o no recono(cer)
- Opinión
(That is the question. Hamlet)
“No, caros amigos, compañeras:
No es cuestión de libros sagrados, sino de justicia;
no es cuestión de leyes, sino de derechos históricos.
La Humanidad sufre un Estado de Sitio
bajo la ley dictatorial de un solo imperio,
este Apartheid sionista de prisiones y exterminios,
de lavanderías étnicas y gritos despavoridos,
de niños abandonados, de niños sin niñez,
y de esta esclavitud que nunca acaba”.
“Simplemente, Ahed” (Julio Yao, poesía)
Todos los seres humanos y los pueblos tienen el derecho a la existencia, al igual que los Estados, porque éstos son su caparazón. Pero los Estados pueden tener existencia efímera. Muchos de éstos han desaparecido (y están desapareciendo) de los mapas del mundo. En cambio, los pueblos permanecen básicamente inmutables a lo largo del tiempo y al margen de la cartografía y los intereses imperantes del momento.
El pueblo palestino es un pueblo y un Estado, como lo demuestran los hechos jurídicos en su entorno: una nación y Estado, si se quiere, bajo expropiación, agresión y amenaza de destrucción y exterminio étnico (Apartheid) por parte del sionismo israelita, con la complicidad de EUA, que tiende su manto protector sobre las Fuerzas de Ocupación de Tel-Aviv.
La ONU reconoce al Estado palestino aunque lo haya hecho mediante una épica banal, fútil y desgastante, pero la verdad es otra: Palestina es un Estado de pleno derecho, aunque lo etiqueten como un Estado “Observador”, un Estado “No Miembro de la ONU”, “Autoridad Nacional Palestina” u “Oficina Comercial Palestina”, entre los tantos epítetos eufemísticos y degradantes que usualmente se emplean para soslayar o disputar diplomáticamente (cínicamente) que el pueblo palestino ejerza sus derechos, a fin de ocultar lo que no son sino actos de sumisión, cobardía y servilismo de muchos Estados que le temen a “la ley dictatorial de un solo imperio” y a “este Apartheid sionista de prisiones y exterminios”.
“Autoridad” se denomina a la Autoridad del Canal de Suez, una agencia de Egipto; a la “Autoridad del Canal de Panamá” (ACP), una agencia de Panamá, o a la Autoridad del Valle del Tennessee, una agencia de EUA. Pero, denominar al Estado de Palestina como, ¿“Autoridad Nacional Palestina”?
Desde 2018, Palestina fue reconocida como Estado por parte de la Asamblea General de la ONU, que incluye a aliados de EUA, pero considerable número de Estados no lo hicieron.
Palestina es un pueblo mártir de la indolencia, la incompetencia y el abandono internacional, de los que no escapan algunos Estados árabes que, como Emiratos Árabes Unidos recientemente, abandonan la causa palestina en aras de “ganancias” dudosas, ilegítimas y engañosas.
La República de Panamá ha hecho de la causa palestina la piedra de toque de su carácter como un cuasi protectorado. A pesar de estar permanentemente sujeta su escuálida política exterior a las presiones extranjeras desde la invasión de 1989, el pueblo panameño siempre ha hecho suya la liberación de Palestina, al igual que, en reciprocidad, los palestinos y su Estado han apoyado siempre la causa de Panamá.
Otra cosa son sus gobiernos; otra cosa son los Estados, que han gateado entre el no reconocimiento y el reconocimiento del Estado palestino. Sin embargo, la visita del presidente Juan Carlos Varela de Panamá al presidente Mahmud Abás, en Ramala, en mayo de 2018 -- en la que el primero instó a restablecer una mesa de diálogo que ponga fin al conflicto palestino-israelí – constituyó el reconocimiento diplomático, tácito y definitivo de Panamá a Palestina como Estado, dejando detrás las anteriores contradicciones y balbuceos.
Ahora solo falta el establecimiento definitivo de relaciones diplomáticas plenas entre Panamá y Palestina y la designación de sus embajadores respectivos. No es fácil para un país como Panamá, al que le han robado su independencia.
Pero no desmayemos e insistamos, porque, a pesar de los pesares, el pueblo de Palestina no perecerá ni se diluirá en los océanos de la cobardía y el temor ni en los caprichosos mares de la cartografía. ¡Nosotros tampoco!
El sionismo es una forma de racismo.
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