Al fin de la batalla
La campaña electoral hacia el 6 de junio mostrará al anticomunismo peruano en todo su auge, el que se usará como una herramienta poderosa en contra del profesor Pedro Castillo.
- Opinión
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: “no mueras, te amo tanto! ”
César Vallejo
No podríamos los peruanos decir que estamos “al fin de la batalla”. Esta lucha culminará –en este periodo- el 6 de junio, cuando seamos capaces de derrotar a la variante nipona del “modelo” neonazi que quiere imponer al modo que lo hiciera en la última década del siglo pasado, y que pretendiera reeditar con una mayoría ficticia en el parlamento disuelto a fin de septiembre del 2018.
De todos modos, como en el poema de Vallejo, aquí también, y hasta nosotros, llegó la voz del hombre peruano que nos exige mantenernos vivos para perseverar en una lucha que se nutre de la sangre de los asesinados, del recuerdo de los desaparecidos, del martirio de los torturados, del sacrificio de los encarcelados, del grito de las mujeres esterilizadas; vale decir, de la memoria viva que alimenta el corazón y la conciencia de los peruanos.
La derecha en nuestro país tiene diversos voceros. Uno de ellos, ha dicho muy orondo que si bien es cierto que la vertiente naranja posee una “pesada mochila” de oprobio y vilezas; el profesor Castillo tendrá en su contra una herramienta más poderosa: el anticomunismo.
Este, ha sido alimentado en todos los países, y en el nuestro, para mantener aterrorizada y esclavizada a la población entera.
Vendrán los comunistas y te quitarán a tus hijos, te expropiarán tus miserias, te privarán de tu derecho a pensar, te arrebatarán tu cocina y hasta las tazas de tu repostero, te impedirán salir y conversar con tus amigos, te encerrarán tras un muro de silencio.
Pero, además, vendrán para quedarse –añade Alfo M. desde su cómodo refugio en Madrid, donde comparte aires con el ínclito juez Hinostroza Pariachi, también protegido por la Keiko.
Y para confirmar todo ello trucarán fotos, y nos pondrán una de Pedro Castillo no montado en un caballo, sino en un coche bomba. Nos dirán que descubrieron agendas que confirman que Castillo era el encargado de llevar las actas del Comité Central de Sendero, y que redactaba las proclamas de Abimael. Nos dirán también que con Castillo, Elena Iparraguirre, será la “Primera Dama” en Palacio de Gobierno.
Y encontrarán quien les crea eso porque ahí estarán, desde Milagros Leiva hasta Rossana Cueva, pasando por Phillis Butters, José Barba, Guillermo Thordike y Rafael Rey, repitiendo tarde, mañana y noche las mismas “primicias”.
Pero sería maravilloso que esta vez el pueblo les diga ¡Basta! Esas monumentales mentiras, no engañan más. Hay que llamar a las cosas por su nombre y hablar de lo que realmente interesa a los peruanos: el hambre, la miseria, las enfermedades, la educación y el trabajo.
Y demostrar cómo la clase dominante liderada por el Keikismo en los últimos veinte años y antes por el padre; expolió al país y se robó todo, hasta mimetizarse con una oligarquía envilecida y en derrota. Keiko Fujimori, con pose angelical, asegura que ella, “no terruqueará” al profesor Castillo.
Para eso tiene sus Pitbull que nos dirán que el Perú naufragará, que se quedará sin créditos, sin recursos y sin dólar por culpa de una “política extremista”; y que mejor era la otra, sin oxígeno, sin camas UCI, sin hospitales y sin escuelas.
Desde el anticomunismo se puede olvidar que el mejor poeta peruano –César Vallejo- fue comunista; que el más ilustre pensador del siglo XX, José Carlos Mariátegui, también lo fue. Y que lo fueron en el mundo hombres y mujeres del valor de Henri Barbusse, Pablo Picasso, Nazim Hikmet, Paul Valery, Dolores Ibarruri, los esposos Curié, Pablo Neruda y Saramago.
Con sus nombres en la memoria, ¿alguien podría decir que las ideas del socialismo son sinónimo de atraso o salvajismo, que el socialismo implica ignorancia y atraso espiritual?
En contraste, cabe evocar a los anticomunistas: Adolfo Hitler, Al Capone. Lucky Luciano, Francisco Franco, Jorge Rafael Videla, Augusto Pinochet, Alberto Fujimori.
En los años 50 del siglo pasado, el Presidente de Guatemala, Juan José Arévalo, escribió un libro que hoy tiene plena actualidad: “El antiKomunismo en América Latina”. En él se burlaba de las rabietas imperiales que buscan denigrar las legítimas aspiraciones de los pueblos de nuestro continente.
Por eso, premonitoriamente, escribía la palabra con “K”, que podría ser el símbolo electoral de Keiko en nuestro tiempo. La “K” permitía incorporar todos los males de la tierra, a las demandas legítimas de las poblaciones.
Hoy se denigra a Cuba, pero la Patria de Martí tiene la mejor educación de América Latina, confirmada por la UNESCO; la mejor política de salud de nuestro continente, como lo acredita la OMS; los mejores programas de empleo, como lo reconoce la OIT.
Y ahora mismo tiene lo que ningún país del continente: sus propias vacunas para enfrentar el COVID. Y contra ella dicen “no queremos ser como Cuba” ¿Les han preguntado a los cubanos si ellos quisieran ser como el Perú, con sus miserias y sus muertos?
En nuestro tiempo, el anticomunismo no es sino un estropajo que sirve para encubrir vilezas. A su sombra solo se puede cobijar la hez de la sociedad que busca imponer a cualquier precio, el fascismo redivivo. ¡Hay que cerrarle el paso!
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