Dentro o fuera del euro?: Diez ideas
03/03/2013
- Opinión
1. La pertenencia de un país a una zona monetaria común puede ser muy positiva y deseable pero solo pueden si se cumplen determinadas condiciones. En otro caso, una moneda común se convierte en un experimento que provoca más problemas de los que puede resolver (Ver Juan José R. Calaza, Teoria economica de la moneda única : El euro contra España. Ed. Pirámide, Madrid 1998. Un análisis más resumido en Juan Torres López, El euro: lo que nos quieren contar. Sevilla 1995. En www.juantorreslopez.com/wp-content/uploads/EURO.pdf).
2. La unión monetaria europea prácticamente no cumplió cuando se aprobó, y ni siquiera ahora, ninguno de esos requisitos. Pero no por un simple fallo de diseño: tanto los países con capacidad para generar grandes excedentes de capital como las grandes empresas con fuerte dominio del mercado se benefician extraordinariamente de este diseño.
3. En las condiciones a las que acabo de hacer referencia fue inevitable que las economías (llamémosle periféricas en un sentido amplio) que se iban incorporando a la unión monetaria desde posiciones más atrasadas, estuvieran condenadas a sufrir graves perjuicios:
a) Un progresivo proceso de descapitalización interna y de auténtica colonización por parte de los capitales procedentes de las economías “centrales”.
b) La especialización en actividades muy dependientes del ciclo y de los vaivenes de los flujos financieros (con especial incidencia de las burbujas), lo que aumenta su inestabilidad y la debilidad estructural.
c) Una gran dependencia, no solo económica, sino política, al fortalecerse los grupos oligárquicos.
d) Carencias de capital social cada vez más grandes.
En resumidas cuentas, la opción de integrarse en una zona monetaria de esta naturaleza era sencillamente suicida para los países de la periferia europea, entre ellos España.
4. España no tomó prácticamente ningún tipo de defensa para hacer frente a los peligros que iba a conllevar su entrada en el euro en las condiciones en que estaba diseñado y en las que se encontraba nuestra economía.
Es verdad que la pertenencia al euro ha permitido la entrada de un gran caudal de recursos pero eso hay que ponerlo al lado de los que han salido de España para retribuir a los capitales que se han adueñado de la inmensa mayor parte de nuestro aparato productivo prácticamente en todas las actividades económicas. El cambio que ha dado nuestro país es evidente pero igualmente lo es que se han dedicado principalmente a consolidar un modelo productivo caracterizado por el gran derroche energético, por el gran coste ambiental de las grandes infraestructuras, a la larga insostenible, muy desigualitario, y solo aparentemente orientado a ganar competitividad restringiendo costes salariales porque a la postre (cuando se ha producido la mayor contención salarial de la OCDE prácticamente desde que estamos en el euro) no ha permitido mejorar nuestra balanza exterior, sino todo lo contrario.
Tampoco la consolidación de ese modelo es casual: es el que mejor responde a la política de deuda, es decir, al objetivo explícito de generar más demanda de crédito para favorecer el negocio bancario y alimentar la ganancia especulativa que, en los años del euro, se ha disparado.
5. La extraordinaria magnitud de la crisis ha golpeado como un misil a la línea de flotación de la economía española que ahora se encuentra frente a cuatro grandes problemas o desequilibrios, obviamente entrelazados:
a) Una crisis de demanda muy profunda, agravada actualmente por la política de austeridad.
b) Una crisis bancaria.
c) Una crisis de deuda soberana y de deuda privada.
d) Una crisis de modelo productivo.
6. Para salir de una crisis de, al menos, las cuatro dimensiones que acabo de señalar, la economía española necesitaría disponer a muy corto plazo, al menos, de:
a) Un plan de estímulo que recupere la generación de ingreso y la demanda interna.
b) Una reconversión radical del sistema financiero para disponer de la financiación que evite la continuada destrucción de actividad.
c) La puesta en marcha de nuevas formas de generación de riqueza y empleo
d) Una reestructuración de la deuda.
e) Un banco central auténtico que aliviara el peso creciente de la deuda que generan los intereses vinculados a su financiación privada sin que sea suficiente con que intervenga puntualmente en los mercados secundarios.
f) Una reforma fiscal muy profunda y apoyada desde fuera para evitar salidas de capitales y una exacerbación de la evasión fiscal.
g) Y todo ello requiere, por encima de todo, capacidad de maniobra.
Es evidente que este tipo de medidas básicas requerirían la comprensión y complicidad en unos casos o el apoyo y la colaboración explícitos en otros de la Unión Europea. Pero es realmente impensable o incluso imposible que eso se de en el muy corto plazo de tiempo en que sería necesario aplicarlas (y posiblemente ni siquiera a medio plazo).
Por tanto, creo que los problemas de nuestra economía no tiene solución completa posible en el seno de la Unión Monetaria Europea si nos limitamos a aceptar las condiciones en que ésta está diseñada y las políticas que viene imponiendo en los últimos tiempos.
7. Ahora bien, la pertenencia a la unión monetaria (incluso en las condiciones imperfectas y dañinas actuales que he comentado) no impide que en cada país, y en concreto en España, se tomen medidas que permitirían dar un giro distinto a la evolución de la crisis.
- Se podrían obtener fondos que reactivaran la demanda interna revirtiendo las reformas laborales y financieras que han provocado una caída continuada de ingresos.
- Se podría disponer a corto plazo de financiación para la actividad económica a partir de fórmulas que incluso son variadas: nacionalizando bancos o creando una central de depósitos en la línea de propuestas de reforma bancaria que incluso el propio Fondo Monetario Internacional está aireando.
- Se podrían poner en marcha nuevas experiencias de actividad productiva, de canales de distribución o de impulso de nuevos sectores (Hay propuestas interesante al respecto en Antonio Quero, Bases para un Acuerdo Nacional para la salida de la crisis y la defensa de la soberanía económica. En http://www.basesenred.org/images/Bases_Acuerdo_Nacional_8-10-2012_II.pdf).
- España también tiene a su alcance la posibilidad de llevar a cabo reformas fiscales y de poner en marcha una batalla contundente contra el fraude fiscal que permitiría incrementar en una gran medida los ingresos fiscales.
- Aunque contraería mayores dificultades, ni siquiera es aventurado pensar que España podría diversificar las fuentes internacionales de financiación con el fin de romper a corto y medio plazo las servidumbres que viene imponiendo el capital europeo.
- E incluso se puede plantear la creación de una moneda paralela al euro y cerrada al mercado y a las operaciones de pago internas, tal y como ha propuesto Juan J. Calaza. Una propuesta muy importante porque, siendo compatible con la pertenencia al euro, permitiría un reflotamiento de la financiación y de la actividad en el mercado interno que es la condición previa y sine qua non para salir de la crisis (Juan J. R. Calaza, Para salir de la crisis sin salir del euro: España debe emitir europesetas (electrónicas), en: http://bit.ly/vurblgy Para entender la europeseta electrónica. Qué es y, sobre todo, qué no es, en: http://bit.ly/YFrfkl).
8. Un tercer escenario para hacer frente a la situación en la que se encuentra la economía española es el de la salida del euro que obliga a poner sobre la mesa dos consideraciones previas: la posibilidad intrínseca de llevarla a cabo, y las ventajas e inconvenientes que supondría.
La salida del euro ni siquiera se encuentra contemplada formalmente como tal en los Tratados Europeos, de modo que cabe pensar que solo se podría producir mediante una ruptura institucional radical con la Unión Europea. Lo que no quiere decir que no sea viable, como se propone en un reciente trabajo de Rober Bootle (Leaving the euro: A practical guide. En http://bit.ly/HM09dX. Vid. también Jacques Sapir, Si hay que salir del euro…. En Miguel Riera, ¿Salir del €uro? El Viejo Topo, Barcelona 2012).
Sobre sus ventajas e inconvenientes hay que considerar, por un lado, el impacto a corto plazo, muy traumático y costoso. Y, por otro, el que podría tener a medio y largo plazo, que solo podría ser positivo si se consigue no solo superar el efecto depresivo y desestabilizador inmediato de la devaluación interna y externa que supondría y de la descapitalización acelerada que produciría, sino se logra cambiar de dirección en no demasiado tiempo, poniendo en marcha actividad económica y proyectos empresariales en nuevos ámbitos y con incentivos y formas de propiedad, gestión y financiación muy distintas a las hoy día predominantes.
Sea cual fuere el saldo final de este proceso, no cabe la menor duda de que comportaría igualmente grandes dificultades, desórdenes y sacrificios, sobre todo, en los dos o tres primeros años.
9. En conclusión, me parece que hay un peligro más grande y un riesgo cierto en el futuro.
El peligro es el que comporta continuar en el euro bajo las políticas de recorte de derechos, de restricción del gasto y de descapitalización que se vienen llevando a cabo. Si no se frenan cuanto antes pueden dejar a España frente a una o dos décadas perdidas en el futuro inmediato y sumida no solo en una depresión económica sino ante continuas convulsiones sociales, algo muy peligroso en una sociedad donde el poder oligárquico procedente de la dictadura no solo no se ha desarticulado sino que ha salido reforzado en la democracia.
El riesgo es el que conllevaría romper con la inercia y enfrentarse a los poderes dominantes en Europa, aparte, naturalmente, del que significaría no poner en marcha adecuadamente alternativas llamémosle reformistas mientras se sigue perteneciendo al euro. Y, por supuesto, el de enfrentarse a los mercados y a los grandes grupos empresariales y financieros que están definiendo el camino que recorre Europa. Pero si España no lo asume cuanto antes, pagará un precio muy elevado.
Si hubiera que ordenar las alternativas por deseabilidad, creo que la más atractiva sería pertenecer a otra Europa sin los déficits sociales y democráticos actuales y a una zona monetaria única concebida cooperativamente para desarrollar a las naciones y no para que los centros de poder se aprovechen de las más frágiles. Pero es evidente que el deseo no es suficiente para hacer realidad los proyectos sociales. Lo ideal actualmente sería la estrategia intermedia, que proporcionaría ingresos, financiación y, sobre todo, capacidad de maniobra, reduciendo los abismos que hoy día conllevan permanecer en el euro con una actitud pasiva ante las políticas dictadas por los países europeos generadores de excedentes de capital o salir de él. Y de ser ésta inviable, muy posiblemente la única solución que quedaría sería la salida del euro, en cualquiera que fuesen las circunstancias en que se diera.
10. En cualquier caso, lo que me parece más relevante y la conclusión principal a la que deseo llegar es que ninguna de esas alternativas es viable en las condiciones políticas en las que estamos. Mientras predomine en España la fragmentación política y bajo el esquema de partidos y el equilibrio resultantes de los pactos de la transición ni se podrá tratar de modificar la situación en la que estamos dentro de Europa, ni se podrán poner en marcha reformas internas dentro del euro, ni, por supuesto, será viable salir de éste. Se requiere una previa modificación de nuestro marco político y el nacimiento de una nueva mayoría social en torno a un proyecto que en otro lugar se llamaría “nacional” pero que, como prueba de las dificultades que hay para ponerlo en marcha en España, aquí ni siquiera sabríamos qué calificativo deberíamos ponerle para definirlo como deseado por esa inmensa mayoría de personas y clases, colectivos sociales, sin herir un buen número de sensibilidades.
https://www.alainet.org/en/node/74164
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