Ante la elección del nuevo Papa

Bergoglio es el nuevo Papa: No es la peor noticia

13/03/2013
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“Habemus Papam”, resonó en la plaza de San Pedro. El humo blanco anunció que había un nuevo jerarca de la iglesia católica. Más de dos tercios, de los 115 hombres y ancianos reunidos en el Vaticano se habían puesto de acuerdo.
 
Salió vestido de blanco con una cruz sencilla, un hombre de 76 años llamado Jorge Bergoglio. Desde ahora Francisco I, el nuevo Obispo de Roma, el nuevo Papa. Dice emocionado sus primeras palabras, habla del “fin del mundo” y con un extraño gesto pide que sea el pueblo el que bendiga a este nuevo funcionario de alto nivel del Vaticano.
 
El mundo está extrañado: la primera vez en la historia de esta añeja institución que un latinoamericano es elegido Papa. La tierra que congrega a más del 40% de cristianos del mundo, tiene ahora sentado en Roma a “uno de sus tierras”. Este dato tiene resonancia histórica, aunque lo que realmente marcará historia es el caminar que desarrolle Francisco I en sus años de Papado, que a juzgar por su edad, no serán muchos más que 10.
 
El nuevo Papa llega en una hora histórica estremecedora: la crisis ambiental, sistémica, económica, política, de sentido… la crisis profunda que atraviesa toda la realidad es el marco en el cual comienza a caminar su papado Francisco I. A estos desafíos no puedo responder solo un hombre, ni aun siendo un gran jerarca. Parece claro, que los cambios radicales necesarios para estos tiempos, no nacerían de una reunión de 115 hombres (y solo hombres) de más de 60 años. Pero hay que mirar en este entretejido político e histórico, las grietas, las posibilidades que se abren para que la vida crezca “desde el pie”.
Por todo esto, y sin caer en trampas personalistas, es importante decir una palabra sobre ¿Quién es el nuevo Papa?
 
Francisco I es Jesuita. Esto quiere decir, que tiene la sensibilidad propia de los religiosos y la formación propia de esa compañía.
 
Francisco I fue superior de los Jesuitas de Argentina desde 1973 hasta 1979. Este ministerio está encuadrado en los años de mayor represión del genocidio cívico-militar que sufrió la republica argentina, desde del golpe de estado del 24 de marzo de 1976. En este periodo, Bergoglio tuvo un alejamiento de la Iglesia popular, comprometida con los pobres y un acercamiento (por decir poco) con las cúpulas de poder militares. Todavía en la actualidad es investigado (ya prestó declaración), por el secuestro de dos sacerdotes jesuitas en 1976.
 
La complicidad de la jerarquía católica durante este periodo está probada históricamente, con ejemplos como el cardenal Primatesta y con el sacerdote Von Wernich condenado por genocidio. Nos queda todavía confirmar el nivel de complicidad del actual Papa en la persecución de militantes cristianos (en este caso dos sacerdotes), comprometidos en el cambio social. De lo que estamos seguros, es que pudiendo cuidarlos, “les soltó la mano” (como decimos en Argentina).
 
Francisco I fue arzobispo de Buenos Aires desde 1998. Conoció esta ciudad y acompañó de diferentes maneras a sectores excluidos y maltratados de esta gran ciudad. Supo de abrazar en el dolor, de lo que soy testigo visual en la misa del primer aniversario de la tragedia de Cromañón (un incendio en un concierto de Rock donde murieron 200 jóvenes), y exigir justicia con toda la fuerza de las víctimas.
 
También en su ministerio en Buenos Aires, no dudo en denunciar con fuerza profética algunos de los males que “trituran la carne del pueblo”. Y les puso nombre: la trata de personas, el trabajo esclavo, la prostitución, el narcotráfico en los abriros, y muchos etcétera… (solo para acércanos a sus palabras, este video de una cooperativa que trabaja contra el crimen organizado http://www.youtube.com/watch?v=TV2ZEOXqOsE ).
 
Francisco I es un hombre abierto al dialogo con los márgenes y desde el dolor. Creo que aquí está la mayor virtud y fuerza del nuevo Papa. En Buenos Aires acompaño con fuerza procesos eclesiales muy populares, que caminan en la marginalidad de la iglesia católica, que caminan al borde de la legalidad, que se comprometen en vida y suerte con las mayorías empobrecidas (la vicaria de curas villeros de los barrios marginales la cuidad y su apoyo a los curas vagos son solo dos ejemplos emblemáticos).
 
Por todo lo anterior dudo mucho que su papado tenga continuidad en las prácticas inquisitoriales de los anteriores dos papas. Francisco I confiamos que sea un Papa más abierto a la pluralidad y con una gran sensibilidad pastoral, para acompañar a los que sufren de maneras nuevas.
Finalmente, Francisco I es Francisco. Los que creemos en cambiar el mundo desde el amor revolucionario de la fe, confiamos en que ese nombre sea programático. Que la vida del pobrello de Asís, ayude no solo a “abrir las ventanas de la iglesia” (como exigió el Vaticano II), sino a salir de la Iglesia al encuentro con el mundo, a parir nuevos mundos, nuevos sueños, nuevos Reinos de justicia y paz.
 
La vida nueva se va pariendo desde abajo. Somos muchos y muchas los que juntitos desde abajo esperamos activamente el amanecer. Hoy nos toca esperar contra toda esperanza, contra todo pronóstico (¿De esta iglesia esclerótica de Jesús podía salir vida nueva?)…
 
Como hace 800 años, cuando Francisco de Asís enfrentado al Jesús crucificado-resucitado (mártir de los pobres) escucho que Diosito le pedía que reconstruyera su iglesia, hoy el pueblo de Dios le grita al nuevo papa, “Francisco ayúdanos a transformar el mundo”.
 
Francisco Bosch (estudiante de Teología)
Las Palmas- El Salvador
https://www.alainet.org/en/node/74479
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