Rayuela: Medio siglo

Álvaro Cuadra

19/05/2013

Opinión

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En junio de este año se cumplen cincuenta años desde que en 1963 se publicara Rayuela, la gran novela de Julio Cortázar. A medio siglo de distancia, hay un antes y un después de esta obra. Esto es así no solo por su trascendencia literaria sino por su profundo impacto en lo que podríamos llamar el “imaginario” latinoamericano. En términos históricos, la aparición de esta novela singular puede ser descrita como uno de los hitos del llamado “boom latinoamericano”, el momento estelar de nuestras letras y de nuestra cultura. No olvidemos que ya la Revolución Cubana había instalado a nuestra región en el centro del interés mundial.

La novela misma, se ha dicho, incorpora en nuestra lengua muchos de los hallazgos de l’avant-garde de los años veinte del siglo pasado, en particular la herencia del surrealismo. En rigor, se trata de una novela o una “post novela”, según algunos, que instala en el español de América el dispositivo “collage” Cada lector es invitado a ser un “cómplice” en la creación, a escoger el orden de los capítulos, aunque el autor nos ofrece su “Tablero de Dirección• Una novela compleja que contiene los criterios de su propia factura en las llamadas “morellianas”, una novela que nos lleva al borde, utilizando un lenguaje original, acaso primordial, “el gíglico” Una “post novela”, en fin, que parece adelantarse medio siglo a nociones que hoy nos son familiares, tales como: “hipertextualidad”, “construcción fractal”, “universos paralelos”, “constelaciones en red”, solo por mencionar las más evidentes.

Como todo gigante, Julio Cortázar se adelantó a su época y revolucionó su presente histórico y literario, trascendiendo los modos aceptados del pensar, sentir y actuar. Rayuela, en este sentido, sigue ofreciéndonos un paisaje fresco y muy contemporáneo. La mirada cortazariana se eleva desde lo trivial y cotidiano para ofrecernos un horizonte otro, no olvidemos que el título original de esta “post novela” era “Mandala”, una suerte de “iluminación profana” que nos invita de manera lúdica - a ratos “patafísica” - a sumergirnos en la profundidad de la experiencia humana. Como nos enseñaron los surrealistas, la vida es ante todo “imaginación”, antesala de eso que llamamos “libertad”Más allá de su virtuosismo escritural y de su seducción formal, esta “post novela” de Cortázar merece ser entendida como uno los escritos hispanoamericanos más radicales y profundos del siglo XX.

En Rayuela, como en la vida de Julio Cortázar, comparecen París y Buenos Aires, dos escenarios que se encuentran íntimamente unidos, como en un espejo imaginado por Magritte. Así, Banfield regresa junto al Pont des Arts, del mismo modo como Horacio y la Maga, para protagonizar una singular “histoired’amour” :“El amor, esa palabra” La Maga inspiró a toda una generación, como antes “Nadja” de Breton, mostrándonos que el amor en toda su radicalidad es “iluminación”, contacto con lo axial, una manera de ir de la Tierra al Cielo, saltando de una casilla a otra.

Por último, para quienes tuvimos el privilegio de conocerlo personalmente, Julio Cortázar es “amistad” en el más alto sentido del término. Son muy pocas las figuras que logran trascender el tiempo. El olvido gana de manera ineluctable y los recuerdos e imágenes se van tornando difusos. Con Cortázar ocurre lo contrario, a medida que envejecemos, la silueta del amigo se va haciendo más nítida y sus palabras más transparentes, todo lo que era olvidadiza ausencia se convierte en presencia vigorosa e inspiradora. Es como tomarse un café cerca de la estación Châteud’Eau, al norte de París, o fumarse un “faso” con un vecino en calle Corrientes, comentando el último partido de River, cosas así.

Álvaro Cuadraes investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. ARENA PÚBLICA. Plataforma de Opinión. Universidad de Arte y Ciencias Sociales. ARCIS. Autor de “A Cuarenta Años: Crónica de un golpe de estado” http://alainet.org/active/63526

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