La OACI, Qatar y la política del poder

29/05/2013
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Imagine el lector que un buen día, un acaudalado país sugiere trasladar la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de Nueva York a, por ejemplo, Dubai. Para ello, el próspero emirato (siguiendo con este ejemplo), ofrecería edificar instalaciones con innovaciones tecnológicas de vanguardia y otras obras de infraestructura que buscarían que la estancia de los representantes de los países miembros de la ONU, fuera, para decir lo menos, placentera. Asimismo, el ya citado emirato estaría efectuando un lobby sin precedente para ganar adeptos a su propuesta, argumentando que los países occidentales siempre han acaparado las sedes de los principales organismos internacionales, cosa que, en las condiciones actuales, no es justo, considerando la pérdida de liderazgo y las dificultades económicas que aquejan a Estados Unidos y la Unión Europea, naciones más preocupadas por sus problemas internos que por los desafíos que encara el mundo.
 
La propuesta entonces, no parece tan descabellada, si bien entraña un desafío a una regla no escrita en la política mundial: los organismos internacionales importantes tienen sus respectivas sedes en países desarrollados, en particular en aquellos que son jugadores globales de primer orden. Así, por ejemplo, la ONU, como ya se explicaba, se asienta en Nueva York; el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional tienen su residencia en Washington D. C.; la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), curiosamente reside en Viena; y diversos organismos especializados del Sistema de Naciones Unidas, radican en París, Ginebra y Roma. Hasta recientemente, nadie se había atrevido a cuestionar esta realidad geopolítica. Pero el mundo ha cambiado mucho.
 
El hipotético escenario descrito se revela como plausible a la luz de la propuesta del gobierno de Qatar de “adquirir” (léase “reubicar”) la sede de la Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI) que actualmente reside en la ciudad de Montréal, en Canadá. La OACI no es un organismo internacional tan visible en la política mundial, pese a su importancia. Creada en 1944 como resultado de la Convención de Chicago, la OACI se aboca a los problemas de la aviación civil en el mundo y promueve reglamentos y normas de validez universal en materia de aeronáutica. Su sede se encuentra en la ciudad de Montréal desde 1947, y hacia 2016 expiraría la “concesión” para mantenerla ahí, cosa que pocos cuestionarían, de no ser porque a Qatar se le ocurrió proponer una “mudanza” de la misma.
 
Así, el gobierno de Qatar decidió “buscar” el traslado de la sede de la OACI al emirato árabe. La lógica no explícita de este planteamiento estriba en que Canadá, bajo el gobierno del conservador Stephen Harper, tiene una política exterior pro-israelí en torno a los temas que tienen que ver con Palestina. No es ningún secreto que la administración de Harper ha buscado un acercamiento estrecho con Estados Unidos en diversos temas de la agenda política internacional y que, por ejemplo, en el otoño de 2012 se opuso a que Palestina tuviera un estatus como observador en Naciones Unidas, tema apoyado por diversos países árabes, Qatar incluido. No queda claro qué tanto apoyo le brinda Qatar a Palestina en el momento actual, pese a lo que, en las condiciones actuales, le permite contar con un pretexto precioso para la consecución de su objetivo.
 
Para que Qatar pueda lograr que la OACI se asiente en su territorio a partir de 2017, requerirá que 115 miembros de los 191 que tiene la OACI voten, el próximo otoño, a favor se trasladar la sede de la citada institución. Por supuesto que, al margen del lobby de Qatar, muchos países querrán evitar un precedente que, a la postre, podría privarlos de las sedes que albergan en su seno.
 
El tema se ha convertido en un dolor de cabeza para el gobierno de Harper, al que el mundo percibe como pro-estadunidense y, por lo mismo, alejado del activismo internacional que tantas glorias le ha valido a la política exterior de Canadá en otros tiempos. Ottawa alega que, a la fecha, no hay “quejas” respecto al funcionamiento ni el trato que las autoridades canadienses le prodigan a las representaciones de los miembros de la OACI en Montréal. Asimismo, Canadá ha buscado el apoyo de Estados Unidos para evitar la salida de la OACI de su territorio. Al respecto, el embajador de Estados Unidos ante el Gobierno canadiense ya ha dicho que “no ve razón alguna” para mudar la sede de la OACI y que Washington no apoyará ninguna iniciativa sobre el particular.
 
Para reforzar el mantenimiento de la sede de la OACI en Canadá, el gobierno de Harper ha dispuesto la asignación de mil 400 millones de dólares para modernizar las instalaciones del organismo internacional y equiparlo con innovaciones en el terreno de la seguridad. También se comprometió a facilitar la expedición de visas para los delegados y representantes de los países miembros de la OACI. Asimismo, el gobierno de Quebec está de acuerdo en asumir todos los costos operativos de la OACI con una inversión de 15 millones de dólares de aquí al 2026. De esta manera, la sede permanecería en la ciudad canadiense, al menos hasta 2036.
 
Al margen del desenlace de este episodio, la importancia que reviste estriba en que la geopolítica mundial está cambiando y que no es factible dar por sentado que todo permanecerá sin cambio en un mundo tan dinámico como el actual. Claro que muchos podrían cuestionar las pretensiones de Qatar y decirle que si tan interesado está en darle presencia a la región del Medio Oriente en los organismos internacionales, entonces debería comenzar por trasladar la sede de la OPEP de Viena a Doha o un lugar cercano. En cualquier caso, Canadá seguramente logrará quedarse con la sede de la OACI, al menos por ahora, si bien nada le garantiza que la rebatinga para sacarla de Montréal concluirá el próximo otoño. El tema, sin duda, resurgirá en el futuro, y muy posiblemente involucrará a otros organismos internacionales.
 
- María Cristina Rosas es profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Preside el Centro de Análisis e Investigación sobre Paz, Seguridad y Desarrollo Olof Palme, A. C. Correo electrónico: mcrosas@unam.mx
 
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