El valor del conocimiento ancestral
20/08/2013
- Opinión
La academia occidental ha venido denominando “conocimiento local” a los conocimientos propios de nuestros pueblos originarios. Esta concepción tiene una connotación racista, en tanto que nuestros “conocimientos locales” son conocimientos universales. Nuestros abuelos y abuelas nos heredaron la concepción de que el conocimiento es propiedad de todos y todas, y por lo tanto, la ciencia tiene que estar al servicio de la humanidad para lograr su equilibrio y armonía espiritual y material. Esto demuestra que nuestros abuelos y abuelas tenían un conocimiento de largo alcance, no pensaban solo para ellos o para la “localidad”. De ahí que somos creadores y creadoras del primer calendario maya más exacto que tuvo y tiene la humanidad.
En nuestros saberes ancestrales, la formación para la vida es integral y está a cargo de los padres y abuelos, la niñez siempre es acompañada por adultos, lo que fortalece su desarrollo psíquico y emocional. Generalmente el aprendizaje se lleva a cabo en forma gradual, desde lo más simple a lo más complejo hasta lograr afinar la destreza necesaria para las tareas asignadas. Ninguna tarea que se le asigna a la niña o niño pone en riesgo sus derechos y su desarrollo físico, psíquico y espiritual. La enseñanza de valores y normas de conducta tienen un peso enorme y rigen todos los aspectos de la vida familiar y comunitaria, entre los más relevantes están: el respeto a los mayores, el valor comunitario, vocación por el trabajo, el respeto y carácter sagrado a la madre naturaleza y el universo, ser agradecido-a, y respetar todas las formas de vida planetaria.
En nuestros pueblos originarios, la construcción del conocimiento es colectiva, la comunidad se convierte en investigadora, valida el conocimiento, lo mantiene y lo reproduce con el fin de que esté al servicio de todos y todas. Tanto la vida como el conocimiento los concebimos de manera integral. Por eso cuando la persona se enferma, el médico-a maya no solo cura a la persona que sufre la enfermedad, sino también a la familia con la que convive, a la comunidad a la que pertenece y lo hace a través del fuego sagrado y el contacto permanente con la naturaleza. El conocimiento desde la visión de nuestros pueblos no es perjudicial, se construye pensando en la vida tanto individual y colectiva, porque busca mantener equilibrio y armonía en las relaciones de los seres humanos y la comunidad; y de estos con la madre naturaleza y el universo. Desde la cultura occidental el conocimiento y el poder son mercancías vendibles a altos precios, porque a través de estos factores se mantiene controlada y sometida a la población, esta es una práctica del capitalismo y del modelo de Estado que tenemos a nivel mundial, y que cada vez es reforzada por las universidades; de ahí que entre otras de nuestras demandas sean crear estados y universidades multilingües y plurinacionales.
Lo más hermoso de nuestra cultura ancestral maya es que todo el conocimiento no lo produjo la universidad ni el Estado, sino nosotras y nosotros mismos, por eso lo vivimos y transmitimos de generación en generación.
Rigoberta Menchú Tum
Premio Nobel de la Paz
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