Premio Nobel de la Paz se queda solo para hacer la guerra a Siria
Negativas en Reino Unido e Italia a secundar agresión a Siria
30/08/2013
- Opinión
La decisión norteamericana de lanzar ataques militares contra Siria tropieza con obstáculos políticos. En dos de los países aliados, Reino Unido e Italia, hubo pronunciamientos adversos. El riesgo de guerra, de todos modos, se mantiene alto.
Fiel a su conducta de mentir y asegurar impertérrito que tales mentiras son verdades irrefutables, el gobierno norteamericano dio por sentado que el gobierno sirio atacó con armas tóxicas el pasado 21 de agosto a población civil de Ghouta, en la periferia de Damasco.
“Nadie pone en duda que se usaron armas químicas en Siria a gran escala. Y las fuerzas del gobierno sirio son las únicas capaces de llevar a cabo ese ataque”, juró Barack Obama, como si su credibilidad cotizara a precio oro. Su Secretario de Estado, John Kerry, reiteró que las pruebas son “claras y convincentes” de que Bashar Al Assad fue el responsable de ese presunto crimen de guerra.
El problema de Obama y Kerry, menudo problema, es que cuando hicieron esas afirmaciones aún trabajaba en Damasco la misión de investigación de la ONU, que hoy emprenderá el regreso a Nueva York. Recién allí rendirá un informe a Ban Ki Moon, el secretario general. Esos investigadores internacionales tuvieron el permiso de Al Assad para visitar cuatro días los lugares donde se habría producido aquel ataque y recoger pruebas: Ghouta, Zamalka, Ain Tarma y Yobar, así como la localidad de Al Muadamiya. Ellos fueron atacados por francotiradores y lo más probable es que fueran los grupos terroristas que ponen bombas y piden la invasión de potencias extranjeras. El gobierno, como quedó dicho, autorizó la inspección porque afirma que no tiene nada que ocultar.
Hablando de inspecciones, la semana que viene llegaría a Damasco la jurista suiza Carla del Ponte, ex integrante la Corte Penal Internacional y que reviste en la Comisión de Investigación sobre violaciones a los Derechos Humanos en Siria, de la ONU. Su palabra será importante y la Casa Blanca le desconfía pues en mayo pasado estuvo en Siria y afirmó que habían sido los “rebeldes” quienes habían empleado gas sarín.
Obstáculos para Obama
El apuro de Obama y sus socios principales, David Cameron, inglés, y Francois Hollande, francés, lo llevaba a bombardear Siria antes del 5 de setiembre, cuando deben viajar a Rusia para participar de una Cumbre del venido a menos “G-20”.
Ese plan bélico empieza a sufrir algunas postergaciones, primero por razones logísticas y militares, pues no les resulta sencillo acomodar todas las piezas navales y aéreas en la zona en pocos días. Y sobre todo por motivos políticos: la agresión a Siria es una causa que repugna a muchas conciencias en el planeta, incluso donde se pergeña dicha agresión. En Estados Unidos, Reino Unido y Francia, el índice de rechazo llega al 60 por ciento o más, un registro que aumenta en otros países más refractarios a la invasión, como Alemania e Italia.
En el mundo árabe, incluso en gobiernos de mucha afinidad con los designios de Washington, como Arabia Saudita, Qatar y Bahrein, sede de la VI Flota, también se palpa un sentimiento popular de descontento con la posibilidad de una guerra contra Siria. Y eso lleva a que esas casas reales petroleras no quieran comprometerse pública y formalmente con la agresión norteamericana, aunque la alientan bajo cuerda, como el régimen jordano y en forma más abierta, Turquía.
La lista corta de contrariedades estadounidenses es la siguiente:
-Ban Ki Moon pidió dar una oportunidad a la paz y la diplomacia, y aguardar al regreso de los inspectores, lo que implicó una velada crítica al lanzamiento ya de los misiles Tomahawks.
-Italia declaró que no sería de la partida ni permitiría el uso de las seis bases de la OTAN en su territorio en contra el país árabe, sino había legitimación de las Naciones Unidas. Así lo manifestaron la canciller, Emma Bonino, y el ministro de Defensa, Mario Mauro.
-El parlamento británico rechazó, en votación bastante pareja, de 285 votos en contra y 272 a favor, el pedido de Cameron para autorizar la participación de fuerzas militares propias en la operación contra
Damasco.
Siria se defiende
Mientras el imperio y sus más solitarios aliados cavilaban sobre la mejor manera de sobreponerse a esos obstáculos en su camino hacia bombardear Damasco, Al Assad ejercitó una correcta defensa política (y seguramente, aunque al cronista no le consta, también militar, porque ese país cuenta con un ejército fuerte, que ha recuperado el control del territorio, y unas defensas antiaéreas envidiables).
El primer ministro Wael al Halqi advirtió: “Siria va a ser el cementerio de los invasores, no se va a asustar por sus amenazas colonialistas y ninguna fuerza del mundo podrá vencerla”. Recordó, sin faltar a la verdad, que “los países que golpean los tambores de guerra contra Siria son los mismos que cometieron las masacres en Irak, Líbano y otras naciones”.
Además el vicecanciller Faisal Miqdad expresó el jueves 28 que su país había entregado a la ONU todas las pruebas y documentaciones demostrando que en realidad las armas químicas fueron utilizadas por los grupos terroristas, concretamente el Ejército Libre de Siria y el Frente al Nusra, afín a Al Qaeda.
El canciller, Walid Al Moallem, había desafiado dos días antes a las potencias agresoras a aportar qué evidencias tenían sobre la responsabilidad del gobierno en el empleo de ese armamento prohibido. Y hasta el momento esos imperios hicieron mutis por el foro...
Los aliados de Damasco, como Rusia y China, han operado en el Consejo de Seguridad bloqueando proyectos como el británico, presentado el 28, para habilitar el uso de la fuerza multinacional invocando el Capítulo VII de la Carta de la ONU. Y al día siguiente volvió a fracasar otra reunión del Consejo, que por lo visto deberá aguardar al regreso de los inspectores y la presentación de su informe.
De lo contrario, si EE UU se obstina en golpear inmediatamente a Siria, lo hará en un marco de soledad política y operativa, violando la legalidad internacional y las reglas de la ONU. Sería cuando ya tiene abierto un frente importante en Afganistán y otro no completamente clausurado en Irak. No parece el mejor marco estratégico para ganar en el nuevo teatro de guerra ni completar con buen resultado los más antiguos.
Bien Argentina y Unasur
Frente a semejante riesgo para la paz en Medio Oriente y el mundo, sobre lo que advirtió otra vez Fidel Castro el jueves 28, la Argentina se ha posicionado correctamente.
El Palacio San Martín reclamó que dicho conflicto tenga una solución política y no bélica. Allí se planteó: “lo que Argentina jamás propondrá, ni avalará, es una intervención militar extranjera. El gobierno y el pueblo argentino no serán cómplices de nuevas muertes”.
Con esa línea política, el vicepresidente Amado Boudou viajó a la reunión de la Unasur en Paramaribo, en Surinam, donde ayer se aprobaban varias resoluciones. Entre ellas una auspiciada por Venezuela, Ecuador y Bolivia, en contra de la invasión al país árabe.
Por supuesto que la prensa monopólica, siempre insatisfecha con la política internacional de Cristina Fernández de Kirchner en lo mucho que tiene de tercermundista, encontró motivos para criticar.
El columnista de “La Nación”, Martín Dinatale (“La Argentina, sin una postura definida aún”), escribió el viernes 29 que “por un exceso de ambigüedad en este caso se puede llegar a caer en el peligro del ridículo”. ¿Será que estos medios añoran las “relaciones carnales” de tiempos menemo-cavallo-ditellistas, cuando se mandaban dos barcos al Golfo Pérsico a secundar al imperio en la primera guerra contra Irak?
El Nobel de la Guerra
Se han enumerado los elementos positivos que problematizan los planes del Pentágono, pero eso no significa que tal riesgo se haya disipado y menos desaparecido. Bajar a punta de misiles el gobierno de Al Assad, apropiarse de los recursos naturales (gas y crudo) de Siria en detrimento del comercio que éste tiene con Rusia y China, aislar políticamente a Irán, aterrorizar al mundo árabe, establecer en el este del Mediterráneo sus propias bases, etc, suponen una presa apetitosa como para que el hegemonismo yanqui deseche pronto la idea de comérsela.
La VI Flota del Mediterráneo ya cuenta con cuatro destructores, el USS Mahan, el Gravely, el Barry y el Ramage, que pueden lanzar misiles. Cada barco tiene 45 Tomahawks, con gran poder de destrucción y supuesta puntería milimétrica, aunque en la guerra real siempre provocan lo que George Bush y sus generales llamaron cínicamente “daños colaterales”.
La zona está infectada de barcos estadounidenses, porque en el Golfo Pérsico navega el Portaaviones Nimitz, con otros cuatro destructores (Stockdale, Lawrence, Shoup y Higgins). En el Mar Arábigo está el portaaviones Harry Truman y los destructores San Jacinto y Gettysburg. Más cerca del blanco, el Pentágono dispone de las bases aéreas de Turquía (Incirlik y Esmirna), y las que le ofrece Londres en Chipre (Acrotiri y Dhekelia).
En diciembre de 2009 Obama recibió, aunque parezca increíble, el Nobel de la Paz en Oslo. El comité Nobel justificó la premiación por su “extraordinaria apuesta para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos”. Los genocidas están en la Casa Blanca, pero los canallas también moran en Noruega y Suecia...
https://www.alainet.org/en/node/78912
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