Bitcoin: ¿la moneda que no fue?
29/01/2014
- Opinión
El pasado 6 de diciembre, el Banco Central de la República Popular China prohibió a sus instituciones financieras involucrarse de manera directa o indirecta en transacciones relacionadas con los bitcoins, al mismo tiempo que enfatizó la importancia de fortalecer las medidas en torno al dinero virtual. Se trata de la primera ocasión en que la RP China, el mayor mercado para los bitcoins, toma medidas precautorias sobre la base de que “el bitcoin no es una moneda con significado real y tampoco goza del mismo estatus que una divisa.”1
Otros países también han mostrado su escepticismo en torno a los bitcoins, los cuales se pueden usar para intercambiarlos en línea por dinero real, o se les puede emplear igualmente para comprar bienes y servicios en la red. A Francia, por ejemplo, le preocupa su volatilidad e inestabilidad, al igual que la inexistencia de regulaciones por parte de las autoridades, dado que no hay un banco central que respalde su emisión. Por lo tanto, tener bitcoins no es una inversión confiable, porque así como su precio puede subir dramáticamente, también se puede desplomar. Basta mencionar, por ejemplo, que cuando la China anunció la medida descrita, el precio del bitcoin que se cotizaba en 6 mil 790 yuanes (unos mil 143 dólares), bajó a 4 mil 500 yuanes en una hora, con lo que se depreció en un 35%. Más tarde escaló a 5 mil 500 yuanes.2 Empero, con el ejemplo referido, es claro que el bitcoin es un medio de cambio dotado de un alto nivel de incertidumbre. Antes de continuar, es importante explicar qué es el bitcoin y por qué genera reacciones tan encontradas.
Las monedas digitales
En el mundo real, la moneda constituye un equivalente de una amplia gama de bienes y servicios por los que se le puede intercambiar. Cuando este equivalente no existía, se recurría al trueque, en el que alguien, poseedor de excedentes de cierto bien, los intercambiaba por lo que necesitaba, siempre que la contraparte requiriera el bien que el primero le ofrecía. Sin embargo, un sistema de este tipo no resultaba apropiado en circunstancias en que lo que se ofrecía a cambio no era requerido, es decir, si “A” tenía manzanas que ofrecía a cambio del algodón que “B” poseía, el trueque era funcional siempre que “B” necesitara manzanas –y claro, si “A” requería algodón. Empero, en el caso de que “A” quisiera limones, el trueque ya no era una opción. De ahí que se buscara un equivalente “general”.
Se cuenta que entre los primeros medios de cambio se utilizó el cauri (Cypraea moneta) empleado, todavía hasta no hace mucho en el continente africano, si bien se sabe que su uso se extendió a otras partes de Asia y América. El cauri es una pequeña concha que cumplió la función de ser un equivalente aceptado por una gran cantidad de comunidades para desarrollar transacciones. “El león de Lidia es la moneda oficial acuñada más antigua que se conserva. Se encontró en Turquía hacia el año 650 a.C. Se fabricó por orden del rey Alyattes como medio legal de intercambio, y estaba hecho de oro y plata. Hubo otros para los que se usaron metales como el cobre, el bronce y el hierro, pero se prefería la primera por su escasez y su incorruptibilidad, ya que no se estropeaba aunque se almacenara mucho tiempo. En el actual Paquistán se han encontrado monedas que datan del año 2900 a.C., pero quizás las más antiguas provengan de China y sean anteriores al 5000 a.C”.3
En las culturas precolombinas, el cacao era usado como moneda. Ello obedecía a que no todos podían tener acceso a él, solo los nobles y los mercaderes. El cacao además, era fácil de almacenar, de conservar y de transformar. Tras la conquista, se cuenta que Hernán Cortés entendió la importancia del cacao, por lo que dispuso que se le siguiera usando como medio de cambio, al lado de otras monedas hechas de oro y cobre a las que se llamó tepuzque o chapuza, es decir, “mentira”.4
Las monedas metálicas eran difíciles de transportar y almacenar, razón por la que surgieron los billetes. El papel moneda se haría muy popular en el siglo XVIII y ya para finales del siglo XIX se estableció una paridad con el oro. En el momento actual, las monedas y los billetes son el medio de cambio por excelencia en las diversas sociedades del mundo, sin que ello niegue la existencia de mecanismos para la adquisición de bienes y servicios, como el trueque, que siguen siendo empleados en diversas latitudes. Cabe destacar que a las monedas y los billetes se les usa porque las sociedades tienen confianza en que se les aceptará para la adquisición de bienes y servicios, lo que significa que la moneda es una “promesa” de pago, si bien es respaldada por los bancos centrales de los países.
Las llamadas criptomonedas, de las que los bitcoins forman parte, funcionan de manera distinta. “Las criptomonedas son monedas ‘libres’, y ‘descentralizadas’, permiten poseer y transferir valor entre dos personas en cualquier parte del mundo. Se dice que a diferencia del papel moneda, no se les puede falsificar, y que tampoco pueden generar inflación y no hay ninguna autoridad, entidad financiera o gobierno que pueda controlarlas, su valor depende de la confianza que se deposita en ellas que las reafirma como medio de intercambio válido”.5
Existen diversas criptomonedas. Si bien el bitcoin es muy popular, hay también litecoins y PPcoins, que ocupan el segundo y tercer puesto en función de su uso y popularidad. A propósito del bitcoin, su creación en 2008 es atribuida a Satoshi Nakamoto, nombre que se cree que corresponde a un alias. Este personaje dio a conocer el bitcoin en una lista de correo electrónico de criptografía. Ya para 2009, Nakamoto presentó un software necesario para intercambiar bitcoins que hasta ahora es mantenido por voluntarios de código abierto.6 El propósito de este software es que cualquier persona pueda intercambiar dinero en la red de manera segura sin la intervención de bancos o empresas como PayPal. De ahí que se empleen técnicas criptográficas que permitan asegurar que el dinero recibido es genuino, aun cuando no se conozca al remitente. Una persona interesada en utilizar bitcoins puede entonces descargar el ya citado software, conectarse a internet y generar dos claves únicas de uso, una privada, que se almacena en el servidor de sus desarrolladores, y otra pública. Ambas son indispensables para intercambiar bitcoins con otras personas.
“Al realizar una transacción, el software de bitcoin realiza una operación matemática para combinar la clave pública de la otra parte y su propia clave privada con la cantidad de bitcoins que desea transferir. Después, el resultado de esa operación es enviado a través de la red distribuida por bitcoin para que la transacción pueda ser verificada por los clientes del software de bitcoin que no participan en la transferencia.”7
Uno de los riesgos al realizar transacciones con bitcoins es que las claves sean descifradas, con el peligro subsecuente de que alguien más pueda acceder a los bitcoins de una persona y la desfalque. Esto es cada vez más posible porque el sistema opera como una suerte de rompecabezas, lo que a la luz de la existencia de computadoras con capacidades cada vez más sofisticadas puede efectivamente ayudar a que se efectúen transacciones que perjudiquen a los usuarios. Parte del problema estriba también en la lentitud para verificar la transacción, puede tomar hasta 10 minutos, lo que explica que muchas personas se desesperen y opten por desarrollar la transacción sin pasar por esta fase.8
En este sentido, litecoin y PPcoin son monedas que operan con mayor velocidad a la hora de realizar las verificaciones correspondientes. El proceso para generar monedas electrónicas se conoce como “minería”. La minería de litecoin ciertamente no goza de la popularidad del bitcoin. Si bien ambas utilizan el mismo sistema basado en la tecnología criptográfica, las principales diferencias son que en lugar de tener el límite de emisión de 21 millones como es el caso de los bitcoins, los litecoins cuentan con un límite máximo de 84 millones de unidades. Cada dos minutos y 30 segundos se crea un litecoin frente a los 10 minutos que requiere un nuevo bitcoin.9 Los desarrolladores de litecoin, por su parte, sostienen que no pretenden competir con bitcoin, sino complementarlo.
Por su parte el PPcoin está tratando de superar la “minería” convencional, por lo que en lugar de asignar PPcoins a quienes cuentan con mayor capacidad de cómputo, se proporcionan en una suerte de lotería donde las posibilidades de ganar PPcoins de un “minero” dependen de cuántas PPcoins tiene.10
Otra divisa virtual es el solidcoin, de código abierto, basada, como en los casos de las otras monedas aquí expuestas, en algoritmos criptográficos. Lo que distingue a solidcoin es que sus transacciones son permanentes. Adicionalmente, en 2012 fue creado MinChip, respaldado por el gobierno de Canadá, que consta de un chip que almacena valores y otro código que permite transferirlos.11 Con esta acción, para muchos, Canadá le está dando la razón a los bitcoins, aunque el hecho de que un país tome las riendas en la creación de una moneda virtual, presumiblemente, con la protección y responsabilidades que otras divisas en la red no ofrecen, no deja de ser fascinante y da cuenta de la velocidad con la que las transacciones en línea están evolucionando para responder a las necesidades de los usuarios.12
¿Una moneda para hackers?
Al igual que ocurre con diversos ilícitos que son perpetrados en la red por cibercriminales como el robo de identidad, uno de los problemas que enfrentan las monedas virtuales es la seguridad en las transacciones. La lógica de las monedas virtuales estriba, en buena medida, en la desconfianza imperante en torno a las instituciones y claro, en la facilidad con la que los cibernautas desean operar en la red para adquirir bienes y servicios sin tener que contar necesariamente con una cuenta bancaria o una tarjeta de crédito. El mensaje de bitcoin parece ser entonces que los bancos centrales, como emisores autorizados de las monedas, no son infalibles ni incapaces de evitar fraudes. Con todo, esta afirmación muy bien podría resumirse en el dicho aquél del “burro hablando de orejas”.
Cuando una persona realiza una compra en la red y proporciona los datos de su tarjeta de crédito, goza de una cierta protección antifraudes. Pero en el caso de los bitcoins, si “algo sale mal”, no hay quien pueda responder ante las pérdidas que se generen. Para muestra basta un botón. Un banco virtual australiano, Inputs.io, anunció recientemente el cese de sus operaciones afirmando que le habían robado 4 mil 100 bitcoins (equivalentes a un millón 200 mil dólares) y que no tenía manera de indemnizar a los afectados.13 Inputs.io confirmó que entre el 23 y el 26 de octubre pasado, un grupo de cibercriminales irrumpió en la red usando cuentas de correo electrónico con una técnica de restablecimiento de contraseñas. No se sabe bien a bien si este ilícito fue posible por errores en el servicio o por imprudencia de los clientes. Lo cierto es que historias como ésta son cada vez más frecuentes.14
El “altruismo” de los bitcoins
Para los artífices de bitcoin, estas historias pretenden generar miedo entre los usuarios a fin de obligarlos a seguir usando los canales tradicionales a la hora de efectuar transacciones electrónicas (es decir tarjetas de crédito o PayPal). Se acusa a los bancos centrales y a instituciones crediticias privadas, de orquestar una campaña que limita la libertad para adquirir bienes y servicios en línea sin su concurrencia.
Así, quienes defienden la existencia de bitcoins sostienen que “en esta etapa (…) por fin podremos observar el ingenio humano en la búsqueda de soluciones a los problemas, sin delegar la confianza y las propias responsabilidades en otras personas. Por fin podremos comprobar si nosotros, como sociedad civilizada, realmente somos capaces de aprender a lidiar con un mundo incierto, anónimo y peligroso, utilizando nuestra intuición y nuestros propios sentidos en lugar de acatar ciegamente las normas establecidas, confiando en que las autoridades saben lo que hacen – unas autoridades cuyas normas arbitrarias debemos aceptar sin cuestionar”.15
Se supone que la idea que subyace a los bitcoins y otras monedas virtuales es el altruismo, esto es, hacer que los ciudadanos con acceso a Internet, puedan realizar transacciones fácilmente y sin costo. El planteamiento es, a todas luces, atractivo. En México, por ejemplo, los usuarios de los bancos y de los sistemas crediticios que ofrecen tiendas departamentales y otros establecimientos, están cansados de las diversas comisiones que deben pagar, amén de los inconvenientes que cotidianamente se presentan cuando “se cae el sistema”, las largas filas para hacer pagos, o de que los cajeros automáticos se queden “sin dinero”. Los migrantes mexicanos en Estados Unidos, que emplean mecanismos como Money Gram, deben pagar una comisión infame para hacer la transferencia de los recursos a sus familiares en México.
No obstante hay que entender que si bien en México las comisiones de los bancos son excesivas –comparadas con las que existen en otros países–, lo cierto es que al ofrecer un servicio el banco o la tienda departamental de que se trate debe pagar salarios y capacitación de sus empleados, locales, luz y un sinfín de costos asociados a la actividad bancaria y crediticia en general.
Este es un tema que demanda mayor liderazgo y supervisión de parte de las autoridades, dado que, por ejemplo, las carteras vencidas constituyen un enorme problema que para muchos, constituye una bomba de tiempo. Pero si una persona pone su dinero en el banco, generalmente el banco no lo pierde –claro, hay situaciones como el famoso “corralito” que padeció Argentina a principios del presente siglo, o escenarios donde, ante una crisis, los bancos podrían no ser capaces de resguardar debidamente los recursos que los ahorradores pusieron en sus manos, como ha ocurrido con los fondos de pensión en diversas naciones. En México todavía está muy fresco en la memoria el FOBAPROA y claro que ello genera ansiedad y preocupación en la población.
Con todo, los bitcoins, no parecen ser más seguros ni mejores que los bancos, no al menos en el momento de escribir estas líneas. Para transitar a un escenario en que los fraudes sean la excepción, será necesario que mejoren las medidas de seguridad para las monedas virtuales y que, como lo ha hecho Canadá, exista alguien que responda en el caso de que “algo salga mal”. Asimismo, en un país como México, donde la cultura bancaria y la bancarización de la población son más bien escasas, la posibilidad de que los usuarios sean víctimas de algún fraude al usar monedas virtuales son muy altas.
Es entendible que las personas se sientan frustradas ante la manera en que operan las instituciones crediticias y bancarias tradicionales, pero la solución no parece ser pasarlas por alto. El uso de los bitcoins constituye, de hecho, una llamada de atención para que los bancos, PayPal, tiendas departamentales y otras instituciones, garanticen la accesibilidad a sus sistemas crediticios en condiciones seguras y más equitativas de lo que se ha visto hasta hoy. Asimismo, los bitcoins seguramente deberán evolucionar a favor de sistemas de seguridad más sofisticados y a plataformas costosas que llevarán a que realicen algún cargo a los usuarios de las mismas, porque por más altruista que pueda ser la idea de “hacer transacciones en línea sin costo”, no hay que olvidar que el camino al infierno está plagado de buenas intenciones.
Como siempre se debe recordar que si es “demasiado bueno”, es que algo anda mal. La prudencia se impone ante todo y solo el tiempo dirá si las sociedades pueden organizar su vida económica sin la concurrencia de las instituciones, por más imperfectas y cuestionables que éstas sean.
Notas:
1 Zhu Shanshen (6 December 2013), “PBOC bars Banks from Bitcoin transactions”, en Shanghai Daily.
2 Ibid.
3 Finanzas para todos (s/f), “Historia de la moneda”, disponible en http://www.finanzasparatodos.es/gepeese/es/inicio/laEconomiaEn/laHistori...
mentos_historicos_economia_historia_monedas.html
4 Lucía Aranda Kilian (s/f), El uso del cacao como moneda en la época prehispánica y su pervivencia en la época colonial, disponible en http://www.mcu.es/museos/docs/MC/ActasNumis/El_uso_cacao_como_moneda.pdf
5 Cryptominers (s/f), “Criptomonedas: bitcoins y litecoins”, disponible en http://cryptominers.com/bitcoin-litecoin
6 MIT Technology Review (25 de mayo de 2011), “¿Qué es Bitcoin y por qué es importante?”, disponible en http://www.technologyreview.es/read_article.aspx?id=37638
7 Ibid,
8 MIT Technology Review (16 de abril de 2013), “Bitcoin no es la única criptomenda que existe”, disponible en http://www.technologyreview.es/read_article.aspx?id=42902
9 Marion Mueller (15 de abril de 2013), “Diferencias entre bitcoin y litecoin”, en Oro y Finanzas.com, disponible en http://www.oroyfinanzas.com/2013/04/diferencias-bitcoin-litecoin/
10 MIT technology Review (16 de abril de 2013), Ibid.
11 Mario Mueller, Ibid.
12 Luis Arroyo (4 de abril, 2012), “Canadá lanzará moneda virtual MintChip, su propia versión de bitcoin”, en Conéctica, disponible en http://conectica.com.mx/2012/04/04/canada-lanzara-moneda-virtual-mintchip-su-propia-version-de-bitcoin/#!pNUE3
14 TyN Security 813 de noviembre de 2013), “Hackean la moneda bitcoin en el banco virtual Inputs.io”, disponible en http://www.tynsecurity.com/374486-Hackean-la-moneda-Bitcoin-en-el-banco-virtual-Inputsio-.note.aspx
15 El Bitcoin.org (13 de septiembre, 2012), “Mito: para evitar las estafas, alguna autoridad tiene que regular bitcoin”, disponible en http://elbitcoin.org/mito-para-evitar-las-estafas-alguna-autoridad-tiene-que-regular-a-bitcoin/
- María Cristina Rosas es profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México
etcétera, 29 de enero, 2014
https://www.alainet.org/en/node/82758
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