El gobierno “del cambio” y el desafío de la CELAC

08/06/2014
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Manuel González Sanz, canciller de Costa Rica.
 
A un mes de haber asumido el poder en Costa Rica, gracias a un triunfo electoral en segunda ronda sin precedentes en América Latina –obtuvo el respaldo de un 78% de los votos emitidos-, el gobierno del presidente Luis Guillermo Solís empieza a dar sus primeros pasos en medio de la compleja herencia de las últimas administraciones neoliberales y de la audacia de algunas decisiones del nuevo gabinete (por ejemplo, la inclusión en la agenda pública de ciertos temas de Derechos Humanos que confrontan a la conservadora sociedad costarricense). Pero también, el llamado “gobierno del cambio” muestra gestos de ambigüedad en algunas áreas en las que todavía no logra posicionarse con claridad ni deslindarse de los lastres del pasado reciente. Y esto resulta particularmente evidente en materia de política exterior, donde la continuidad de los discursos y las prácticas diplomáticas que nos alejan como país del resto de nuestra América, parecen imponerse.
 
Las primeras manifestaciones de Solís sobre temas propios de política internacional y de integración regional, cuando todavía era candidato presidencial del Partido Acción Ciudadana, en febrero de este año, ya dejaban entrever algunos signos de contradicción: en una entrevista para el diario El País de España, se apresuró a marcar distancias con el bloque de países del ALBA, del que dijo no verse como miembro “en un sentido político” (¿se puede participar de otra manera que no sea política en el sistema internacional?), y en su lugar, enfiló sus intenciones hacia la integración en la iniciativa neoliberal de la Alianza del Pacífico. Pocos días después, y ante la presión de empresarios industriales y agrícolas, preocupados por el desmantelamiento casi total de cualquier instrumento arancelario para regular el comercio de bienes con los países de la Alianza, Solís viró en sus planteamientos y moderó su discurso para no perder el respaldo de esos sectores.
 
En ese diálogo con el medio español, el presidente Solís también explicó que si bien no comulga con el esquema de integración del ALBA, presumimos que por razones ideológicas y de la hegemonía geopolítica que ejerce Estados Unidos en el área, y que condiciona la política exterior de Costa Rica, sí consideraba posible “aprovechar espacios que el ALBA ha abierto para negociaciones multilaterales, como la CELAC”, organismo que actualmente preside nuestro país.
 
Pese a esta mirada positiva sobre las posibilidades que ofrece el foro latinoamericano y caribeño, en una entrevista concedida al diario La Nación, el nuevo Canciller de la República, Manuel González Sanz, dio declaraciones en sentido contrario a las del mandatario Solís, y llega al punto de definir como una carga para Costa Rica la presidencia de la CELAC.  “No critico la decisión que se tomó en su momento de asumir la Presidencia de la CELAC (2013) –dijo el Canciller- pero teniendo un cambio de gobierno, implica para Costa Rica un esfuerzo adicional. Lo óptimo hubiera sido tener esta presidencia después, tal vez ni siquiera en el 2015. (…) Los recursos económicos y humanos para esta coordinación, en un marco de austeridad, nos ponen en una situación comprometida”.
 
Más allá de las consideraciones económicas a las que alude el Canciller, siempre relativas en función de las prioridades y objetivos estratégicos que defina la política exterior de un Estado que comprenda sus responsabilidades regionales, lo cierto es que las palabras de González Sanz envían un pésimo mensaje sobre el interés de Costa Rica por consolidar la CELAC; y a la vez, ponen en entredicho el protagonismo que “el gobierno del cambio” podría asumir en caso de presentarse alguna crisis en la que su mediación sea necesaria. Una posibilidad no lejana, en la actual coyuntura latinoamericana.
 
Enfrentar el desafío de ser y estar plenamente en nuestra América, de participar activamente en este tiempo de construcción de autonomía e independencia, de “inventar o errar” –al decir del maestro Simón Rodríguez-, de marcha unida “como la plata en las raíces de los Andes”- según nos lo recomendara José Martí-, y en definitiva, de forja de una política exterior latinoamericana y soberana en torno la CELAC, parece ser un desafío que sobrepasa la creatividad, el valor y el compromiso de las dirigencias políticas costarricenses.
 
Ojalá que el nuevo gobierno rectifique sus pasos a tiempo y sea capaz de perfilar un rumbo nuestroamericano a su política exterior. De no hacerlo, habrá perdido una oportunidad histórica de romper el autoaislamiento y el aldeanismo que nos condenan.
 
 
- Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
 
 
https://www.alainet.org/en/node/86188
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