La paz ganó otra oportunidad
16/06/2014
- Opinión
En Colombia triunfó el mal menor. Ganó Juan Manuel Santos, el ex ministro de Defensa de Álvaro Uribe, un hombre de derecha que lo único que puede mostrar públicamente es la posibilidad cierta de un acuerdo de paz, que ponga fin al único conflicto bélico de importancia que existe hoy en nuestra Latinoamérica y que lleva ya décadas, con un altísimo costo en vidas humanas, familias destruidas y comunidades arrasadas.
La primera gran derrotada es la derecha de EE UU que necesitaba de un fracaso de Santos, para no sólo destruir las negociaciones con las FARC, sino volver al escenario de guerra y, por sobre todo, ampliar la posibilidad de una invasión militar a Venezuela.
Sale también fortalecida la Unasur como herramienta de búsqueda de consensos, de construcción de diálogos y escenarios que alejen la posibilidad de enfrentamientos entre naciones hermanas, como ya ocurriera con la intervención de Néstor Kirchner para evitar el conflicto armado entre Colombia y Venezuela.
Este resultado electoral, también, puede potenciar una agenda positiva, explicitada en los acuerdos logrados, hasta ahora, en La Habana, pero que necesitarán una construcción política diferente al momento de su implementación: la propiedad de la tierra, las organizaciones campesinas, la lucha contra el narcotráfico, la reparación a las víctimas del conflicto (decenas de miles), entre otras, le plantean a la sociedad en general y a la izquierda colombiana en particular, un desafío diferente. La izquierda debe tomar nota de lo que hubiese representado un triunfo del candidato de Álvaro Uribe y preguntarse por qué después de años de militancia y la constitución de diferentes partidos y estructuras, vastos sectores de la población no la visualizan como una alternativa, y prefieren la abstención a apostar a una nueva opción político-electoral, alejada de los partidos tradicionales.
Si bien es cierto que en las últimas décadas miles de dirigentes y militantes han sido perseguidos y asesinados, lo cual no puede desconocerse ni minimizarse; también es probable que frente a una realidad tan compleja, las viejas recetas y metodologías de construcción de consensos deban revisarse definitivamente.
No puede, sin embargo, esta circunstancial alegría por la derrota de los sectores de ultraderecha y más beligerantes de Estados Unidos y de los ligados a Álvaro Uribe, hacernos caer en triunfalismos simplistas: el camino a recorrer todavía es arduo y seguramente de esos grupos de poder se articularán nuevas estrategias para desestabilizar los acuerdos de paz.
En este contexto, surge claramente también la necesidad de que los países de la región sigan con mayor atención aún, lo sucedido este domingo en Colombia. La responsabilidad es un desafío de los pueblos y los gobiernos, pues lo que ocurra allí, junto a los intentos de desestabilización a Nicolás Maduro, tienen y tendrán un impacto directo en toda la ingeniería institucional vía la Unasur, la CELAC y el propio Mercosur, gestada en estos últimos años en la región.
16.06.2014
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