La cruzada de trasfondo

02/10/2006
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El gobierno de EEUU tomó la decisión de que sus objetivos Estratégicos se debían combinar con los objetivos militares. La aprobación de la ley política antiterrorista, por la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, y su aprobación en el Senado, incluyendo la construcción de un muro en su frontera sur, no es mas que la legalización de la implementación de la estrategia “Perímetro de Seguridad”, con la que EEUU está forzando a que se involucren los países del continente, principalmente con los que tiene frontera. Esto a costa de restringir la movilización de personas, principalmente las provenientes de México, América Central y del Sur. El presupuesto que EEUU asignó a los programas de seguridad, asciende a US$34 mil 800 millones. Este monto no afecta al presupuesto de Defensa, que podría ascender a US$439 mil millones en 2007, un 5% más que en 2006. Estas acciones son un paso más en la nueva Estrategia de seguridad Nacional estadounidense. Hay una mezcla de objetivos nacionales, de defensa y de seguridad, con los económicos. El gobierno de EEUU tomó la decisión de que sus objetivos Estratégicos se debían combinar con los objetivos militares. De esa manera, en su política energética, incorpora la estrategia para apoderarse del petróleo de Irak, luego el de Irán y ya disponen de la alianza incondicional del otro gran productor: Arabia Saudita. Esa estrategia provoca una amenaza para la paz mundial, en la medida que la maquinaria bélica de EEUU es, en estos momentos, la única forma que está utilizando para resolver sus problemas internos y los asuntos internacionales; desde posiciones de fuerza, de dónde se deriva que la guerra es la única salida. De esa manera, la política militar forma parte de su avanzada en el nuevo orden mundial, lo que se transforma en una política de agresión y confrontación, basada en la supremacía militar. Política que de manera intencional, ignora todas las normas y tratados internacionales. Antes fue la amenaza soviética la que provocó el desarrollo de su arsenal militar, ahora, a partir de sobredimensionar los fundamentalismos musulmanes; y el afán de imponer su sistema político disfrazado de democracia y lucha por la libertad; interviene en los asuntos internos de otros Estados, calificándolos como “eje del mal” o la punta de lanza del terrorismo. Una forma de disfrazar el interés por apoderarse de las reservas de petróleo del mundo. Lo que no termina de entender Washington es la sicología de muchos millones de habitantes de esos países, que no aceptan el despliegue que realizan los norteamericanos y sus aliados, y desarrollan una enconada resistencia contra la agresión y ocupación, así como contra la imposición de ideología y sistema político ajeno. En eso consiste la autodeterminación de los pueblos, y en eso consiste la lucha legítima por su soberanía. Es la misma lógica utilizada por el pueblo de Viet Nam, de cuya guerra no parecen haber sacado las más elementales enseñanzas. De nuevo Estados Unidos se encuentran empantanado en un conflicto, sin posibilidades de ganar la guerra, y en la que los niveles de resistencia de los pueblos invadidos han ido creciendo. En su momento varios líderes europeos pidieron al gobierno de Washington separar los temas petróleo y terrorismo. Las supuestas armas de destrucción masiva en Irak era un tema tratado en la ONU, completamente diferenciado del terrorismo. Pero el antiterrorismo lo convirtieron en su cruzada particular, por lo que arrastró al mundo en su vorágine. Por supuesto que los beneficiados son los de siempre, los consorcios del complejo militar industrial, que tienen sus representantes en la propia Casa Blanca, y que con la venta de armamento y equipo han logrado billonarias ganancias. Por eso no es casual que el Gobierno de Guatemala ignore las preocupaciones manifestadas por los países donantes, en relación a los patrullajes conjuntos y a las funciones que el Ejército y la Policía Nacional Civil deben cumplir en la seguridad interna y externa. Persiste el criterio de que deben continuar por ser “un problema vital”. Las Justificaciones son muchas, como igual de numerosas son las contrapropuestas de los diferentes sectores sociales que adversan el empecinamiento. De esa manera se convierte en un obstáculo para consolidar el Estado y cultura democrática. Pesan, desde luego, los compromisos a cumplir respecto del papel que nuestro país debe jugar en la Estrategia de Seguridad de EEUU. Por ello los norteamericanos necesitan copar el Consejo de Seguridad y tener mayoría a la hora de tomar decisiones, sobre el curso de acción a seguir respecto a los países del “eje del mal” e ir sobre su petróleo. Los tratados de libre comercio regionales le permiten monopolizar los mercados nacionales, lo que es una herramienta eficaz para presionar y condicionar sus economías. La autonomía de las naciones está siendo cambiada por las presiones de la seguridad; por ejemplo cuando los gangsters vendían protección, a cambio de extorsionar a los comerciantes; algo muy difundido por los mareros locales. Sin embargo el propósito final es lograr la defensa del territorio norteamericano, con lo cual están alineando a todos los ejércitos que pueden influir o todavía ordenar, como los centroamericanos y algunos caribeños. También obliga a que estos Estados deban aumentar su gasto militar y adoptar una política energética continental en su beneficio. De esa manera, la estandarización de equipo, armamento, tácticas y estratégicas, conllevan el propósito de detener la amenaza del terrorismo, pero no de nuestros países, sino de EEUU. Las leyes antiterroristas que se han aprobado en El Salvador y Guatemala, y posiblemente en Honduras y Costa Rica, no tienen el propósito de enfrentar las amenazas locales, sino contribuir a enfrentar amenazas norteamericanas. De la misma forma, la lucha contra la narcoactividad en nuestros países, es una forma de mantener los ejércitos sobre actividades de campaña y “siempre listos”. Pero no se observa la misma lucha al interior de EEUU, conociendo que es el más grande consumidor de estupefacientes. La presencia del Secretario de Defensa, Donald Rumfsfeld, en la Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, inaugurada ayer en Managua, será el escenario propicio para consolidar su determinante influencia sobre las fuerzas armadas de la sub región; aunque no se descarta que intente hacer el último esfuerzo para unificar a las fuerzas políticas de derecha, con la intención de evitar el triunfo del sandinista Daniel Ortega, el próximo 5 de noviembre. En la cruzada por alcanzar un puesto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, se encuentra de por medio, los intereses estadounidenses. - Arnoldo Villagrán - Analista de Incidencia Democrática. Fuente: Incidencia Democrática (Guatemala)
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