Una Santa Cruz en serio?
15/04/2007
- Opinión
“Todos los habitantes de la Provincia de Santa Cruz gozarán en ella
de los derechos y garantías que la Constitución Nacional otorga,
los que serán asegurados por los poderes provinciales”.
Art. 3 de la Constitución de la Provincia de Santa Cruz
Santa Cruz apretada. Apretada Santa Cruz. Santa apretada Cruz.
Que más da el orden en que lo escribamos si la situación en la provincia de Santa Cruz es, desde donde se la mire, un verdadero estado caótico. El desorden existente en el “ejecutivo”, o sea el Gobierno Provincial, es consecuencia de lo que ya sabíamos todos que sucedería. La hegemonía de un poder autoritario que ha llevado al desarrollo irrespetuoso de la actividad “legislativa” donde no existe la participación opositora necesaria e imprescindible, aún en esta democracia imaginaria. Una “justicia” provincial diseñada a la medida del poder no puede más que ser consecuente en sus acciones genuflexas hacia el poder instituido.
Los hechos aberrantes de aprietes, atentados, amenazas, secuestro de ciudadanos e intimidaciones de todo tipo, entre otras, es la cosa común en estos días en la patagónica región. Haber dispuesto el envío de las fuerzas federales nos hace recordar aquella segunda década del siglo pasado, donde por motivos muy similares, fue el gobierno radical de Hipólito Yrigoyen quien dispuso la persecución seguida de aberrantes fusilamientos masivos de los peones de campo.
Ahora la cuestión se ve ampliada en los sectores que van siendo víctimas de un sistema de exclusión y desidia, que no solamente llega a los trabajadores de la educación sino a amplios sectores de la comunidad trabajadora, como los judiciales, municipales, estatales, sanidad, etc., etc. La inexistencia de diálogo establecida desde el gobierno provincial es conteste con la negación sistemática desde hace 16 años de establecer la discusión salarial en el ámbito de las paritarias. Para Santa Cruz la emergencia se mantiene intacta… pero claro que a la sombra de ella no han sido pocos los funcionarios y personajes ligados al poder kirchnerista que han visto crecer sus riquezas, patrimonios y prerrogativas, a la vez que aumentan de forma descomunal su altanera soberbia que los hace incapaces de comprender que el disenso y las discrepancias existen en la política.
Bajo estas circunstancias el pueblo santacruceño está intentando hacer frente a estas situaciones, ya son decenas de miles los que a lo largo y ancho de su inmenso territorio se movilizan. Son aquellos que han perdido los miedos impuestos desde el poder y que salen a las calles a decir ¡Basta! Una cuestión no menor si tenemos en cuenta la situación estado-dependiente de la gran mayoría de la población económicamente activa, y que a estas horas todo el país conoce sobre la forma que ella es digitalizada desde el poder. Los miedos a las represalias, a la persecución, a la inconveniencia de la denuncia y las manifestaciones se han ido quebrando. Y ahora, más allá de lo pervertido de la realidad, son los mismos detentores del poder los que se resguardan en el silencio, los que no abren una puerta al diálogo y los que encuentran en unos cuantos fúsiles y demás andrajos armamentísticos de ocasión la oportunidad de pretender amedrentar a la sociedad civil.
Es la mismísima justicia santacruceña la que ha ordenado el desalojo de la legislatura provincial tomada pacíficamente por los trabajadores públicos hace unos días atrás, esa justicia que se hace la desentendida cuando las más mínimas cuestiones de justicia social no son atendidas como corresponde por el autoritario poder. Vaya claro, que es aquel poder del Estado provincial el que está compuesto en todos sus niveles por familiares, políticos y útiles serviles del kirchnerismo. ¿Qué podemos esperar entonces? Muy poco, por cierto.
Es el mismísimo poder legislativo provincial, conformado por 22 diputados del partido de gobierno sobre los 24 totales, el que intenta presionar a las trabajadores para que abandonen el paro, la lucha y las movilizaciones, pero es el que se hace el distraído al momento de terminar con el decreto de emergencia económica que prohíbe la discusión salarial. ¿Esos son los representantes del pueblo? Sin dudas que no, son los acólitos sujetos impuestos por el régimen que ejerce el poder sin limitación alguna.
Es el mismísimo ejecutivo que tiene a la cabeza a un personaje incapaz y prepotente, que no encuentra más méritos en su existencia que el de ser un lacayo y espolique de Kirchner. De su gallardía nadie conoce el más mínimo antecedente, aunque la luz de los hechos lo presenta como un tímido y cobarde ejecutor de políticas preplaneadas. El gobernador Sancho hace más honor al secundón del “Quijote” que gobierna los destinos nacionales, que al de un buen ejecutivo provincial.
Como buen conocedor de la realidad santacruceña, de su historia y proyección, y sobre la que me he manifestado en infinidad de oportunidades no puedo menos que sentirme orgulloso de ese pueblo. Porque la lucha y movilización que lleva adelante tiene un valor especialísimo en una sociedad subsumida en los miedos; y la que ha sido presa y víctima constante de las dádivas de un poder feudal sordo y mendaz.
Nos sigue preocupando como los medios de comunicación nacionales, en su mayoría, se mantienen impávidos ante esta realidad. Pretenden hacerse los desentendidos y nos desinforman constantemente a todos. Mantienen un silencio que únicamente encuentra una justificación en la pauta publicitaria que los organismos provinciales y nacionales disponen de manera arbitraria con el consabido beneficio del silencio debido y oportuno.
Ciudades militarizadas, escuelas sometidas al control de la Gendarmería y Prefectura Nacional como de la policía provincial, cortes de luz en las movilizaciones, establecimiento de zonas liberadas, vigilancia atemorizante de las oficinas públicas, control policíaco de los ciudadanos, acciones de inteligencia y de presión sobre los estatales y cuantas cuestiones más nos podamos imaginar son hoy las políticas del Estado para nuestra querida Santa Cruz.
Ahora el futuro en esta parte de la historia de Santa Cruz la debe escribir su pueblo, laborioso y expuesto desde siempre a todo tipo de inclemencias y manejos espurios de sus gobernantes. Su constancia, la generosidad y nobleza de sus ánimos escribirán los cambios que todos anhelamos por considerarlos justos y humanos.
de los derechos y garantías que la Constitución Nacional otorga,
los que serán asegurados por los poderes provinciales”.
Art. 3 de la Constitución de la Provincia de Santa Cruz
Santa Cruz apretada. Apretada Santa Cruz. Santa apretada Cruz.
Que más da el orden en que lo escribamos si la situación en la provincia de Santa Cruz es, desde donde se la mire, un verdadero estado caótico. El desorden existente en el “ejecutivo”, o sea el Gobierno Provincial, es consecuencia de lo que ya sabíamos todos que sucedería. La hegemonía de un poder autoritario que ha llevado al desarrollo irrespetuoso de la actividad “legislativa” donde no existe la participación opositora necesaria e imprescindible, aún en esta democracia imaginaria. Una “justicia” provincial diseñada a la medida del poder no puede más que ser consecuente en sus acciones genuflexas hacia el poder instituido.
Los hechos aberrantes de aprietes, atentados, amenazas, secuestro de ciudadanos e intimidaciones de todo tipo, entre otras, es la cosa común en estos días en la patagónica región. Haber dispuesto el envío de las fuerzas federales nos hace recordar aquella segunda década del siglo pasado, donde por motivos muy similares, fue el gobierno radical de Hipólito Yrigoyen quien dispuso la persecución seguida de aberrantes fusilamientos masivos de los peones de campo.
Ahora la cuestión se ve ampliada en los sectores que van siendo víctimas de un sistema de exclusión y desidia, que no solamente llega a los trabajadores de la educación sino a amplios sectores de la comunidad trabajadora, como los judiciales, municipales, estatales, sanidad, etc., etc. La inexistencia de diálogo establecida desde el gobierno provincial es conteste con la negación sistemática desde hace 16 años de establecer la discusión salarial en el ámbito de las paritarias. Para Santa Cruz la emergencia se mantiene intacta… pero claro que a la sombra de ella no han sido pocos los funcionarios y personajes ligados al poder kirchnerista que han visto crecer sus riquezas, patrimonios y prerrogativas, a la vez que aumentan de forma descomunal su altanera soberbia que los hace incapaces de comprender que el disenso y las discrepancias existen en la política.
Bajo estas circunstancias el pueblo santacruceño está intentando hacer frente a estas situaciones, ya son decenas de miles los que a lo largo y ancho de su inmenso territorio se movilizan. Son aquellos que han perdido los miedos impuestos desde el poder y que salen a las calles a decir ¡Basta! Una cuestión no menor si tenemos en cuenta la situación estado-dependiente de la gran mayoría de la población económicamente activa, y que a estas horas todo el país conoce sobre la forma que ella es digitalizada desde el poder. Los miedos a las represalias, a la persecución, a la inconveniencia de la denuncia y las manifestaciones se han ido quebrando. Y ahora, más allá de lo pervertido de la realidad, son los mismos detentores del poder los que se resguardan en el silencio, los que no abren una puerta al diálogo y los que encuentran en unos cuantos fúsiles y demás andrajos armamentísticos de ocasión la oportunidad de pretender amedrentar a la sociedad civil.
Es la mismísima justicia santacruceña la que ha ordenado el desalojo de la legislatura provincial tomada pacíficamente por los trabajadores públicos hace unos días atrás, esa justicia que se hace la desentendida cuando las más mínimas cuestiones de justicia social no son atendidas como corresponde por el autoritario poder. Vaya claro, que es aquel poder del Estado provincial el que está compuesto en todos sus niveles por familiares, políticos y útiles serviles del kirchnerismo. ¿Qué podemos esperar entonces? Muy poco, por cierto.
Es el mismísimo poder legislativo provincial, conformado por 22 diputados del partido de gobierno sobre los 24 totales, el que intenta presionar a las trabajadores para que abandonen el paro, la lucha y las movilizaciones, pero es el que se hace el distraído al momento de terminar con el decreto de emergencia económica que prohíbe la discusión salarial. ¿Esos son los representantes del pueblo? Sin dudas que no, son los acólitos sujetos impuestos por el régimen que ejerce el poder sin limitación alguna.
Es el mismísimo ejecutivo que tiene a la cabeza a un personaje incapaz y prepotente, que no encuentra más méritos en su existencia que el de ser un lacayo y espolique de Kirchner. De su gallardía nadie conoce el más mínimo antecedente, aunque la luz de los hechos lo presenta como un tímido y cobarde ejecutor de políticas preplaneadas. El gobernador Sancho hace más honor al secundón del “Quijote” que gobierna los destinos nacionales, que al de un buen ejecutivo provincial.
Como buen conocedor de la realidad santacruceña, de su historia y proyección, y sobre la que me he manifestado en infinidad de oportunidades no puedo menos que sentirme orgulloso de ese pueblo. Porque la lucha y movilización que lleva adelante tiene un valor especialísimo en una sociedad subsumida en los miedos; y la que ha sido presa y víctima constante de las dádivas de un poder feudal sordo y mendaz.
Nos sigue preocupando como los medios de comunicación nacionales, en su mayoría, se mantienen impávidos ante esta realidad. Pretenden hacerse los desentendidos y nos desinforman constantemente a todos. Mantienen un silencio que únicamente encuentra una justificación en la pauta publicitaria que los organismos provinciales y nacionales disponen de manera arbitraria con el consabido beneficio del silencio debido y oportuno.
Ciudades militarizadas, escuelas sometidas al control de la Gendarmería y Prefectura Nacional como de la policía provincial, cortes de luz en las movilizaciones, establecimiento de zonas liberadas, vigilancia atemorizante de las oficinas públicas, control policíaco de los ciudadanos, acciones de inteligencia y de presión sobre los estatales y cuantas cuestiones más nos podamos imaginar son hoy las políticas del Estado para nuestra querida Santa Cruz.
Ahora el futuro en esta parte de la historia de Santa Cruz la debe escribir su pueblo, laborioso y expuesto desde siempre a todo tipo de inclemencias y manejos espurios de sus gobernantes. Su constancia, la generosidad y nobleza de sus ánimos escribirán los cambios que todos anhelamos por considerarlos justos y humanos.
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