La encrucijada de la izquierda uruguaya

El divorcio con la clase media

17/05/2008
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  • Opinión
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Preocupante, estratégicamente cuestionables y de discutible justicia social nos parecen algunos aspectos de la política del gobierno, particularmente en el plano económico, que trae malos augurios para su futuro, que lesiona especialmente a la fuerza política que nos gobierna y particularmente a quién aspira a encabezar la fórmula presidencial, el actual ministro de Economía, Danilo Astori.

¿Por qué hacemos esta afirmación que además está verificándose por el resultado de más de una encuesta? Es qué parece insólito que se haya castigado a los sectores medios (clase media), con un importante crecimiento de la presión impositiva, sumándose al IRPF, una inflación que se registra día a día y se ve especialmente activa en las góndolas de los supermercados, la Contribución Inmobiliaria que le pegó muy mal a muchos vecinos de Montevideo y Canelones, el aumento de las tarifas públicas, como producto de problemas exógenos, pero también de una total falta de previsión y la acumulación de políticas erradas, algunas que vienen del pasado pero que no se han enmendado, a lo que se suma las situaciones de privilegio que se viven en las empresas públicas, que no pueden ganar en eficiencia y bajar los costos por el peso burocrático que soportan.

“Que paguen más los que tienen más” se ha cansado de repetir el presidente de la República. Sin embargo ese es un axioma ideal, que se convierte en simples palabras cuando advertimos que en este país paga más la clase media, los trabajadores que están en planilla y los jubilados , por un impuesto en que descansa esa recaudación para ampliar los insaciables gastos del Estado, que quienes están llevándose la gran tajada de la torta del crecimiento, o sea los exportadores e importadores, los frigoríficos, algunos empresarios y unos cuantos productores que están vinculados a cadenas de comercialización privilegiadas, en general todos sectores insuflados con capital proveniente del extranjero.

Es que la realidad del siglo XXI es mucho más compleja que el mundo de explotados y explotadores (buenos y malos), que manejamos los dirigentes de la izquierda en manuales marxistas, hoy casi infantiles en su simpleza y pasados de moda, con los que muchos nos hemos formado.

Los capitales tienen hoy mucha más movilidad y son sutiles sus acciones, lo cual los hacen prácticamente imposibles de ser alcanzarlos con medidas fiscalistas llegadas tardíamente. Y por lo tanto, los que caen víctimas de las necesidades fiscalistas repletas de buenas intenciones, de gobiernos que no han sabido reducir su volumen, ni achicar sus plantillas, ni moverse solo en sus funciones específicas, sueles ser los asalariados y los jubilados, sobre los que es fácil recaudar porque sus planillas de ingresos están a mano, no se escurren ni escapan, como los capitales.

Sectores de “clase media” que han logrado un pasar medianamente decoroso por su esfuerzo durante años y que ahora se sienten agredidos doblemente, por la imposición tributaria y por ser señalados como responsables de una actitud egoísta, anti solidaria, cuando ellos apoyaron masivamente al gobierno del cambio y quieren que este país florezca de progreso para que sus hijos puedan volver (o no irse).

Pero, objetivamente quien interponga una defensa contra esa política del gobierno o simplemente plantee su discrepancia, de empobrecimiento para algunos, es acusado con los siete fuegos del infierno, recibe duras respuestas de todo el sector político oficialista, sumado el propio ministro de Economía, que fue el primero en presionar públicamente a favor de la constitucionalidad del IRPF.

Lamentablemente con ese avance, con fuerza de topadora, contra la clase media, el Frente Amplio se está perjudicando a sí mismo, creando anticuerpos entre el grupo social que lo llevó a través de su voto al gobierno, y que ahora peligra en caer en manos de los viejos partidos tradicionales que, ante lo que está ocurriendo, se deben estar frotando las manos aunque las fórmulas que proponen sean tan vetustas e intragables para la población como las de antaño. Además de peligrosas para el futuro del país.

Lo más sorprendente es la visión estratégica, que al parecer, no se tiene. O sea, la carencia total de ella. El desgaste que está carcomiendo al Frente Amplio se percibe en cada esquina, en cada cola de supermercado, en los comentarios que realizan las amas de casas que tratan de encontrar ofertas convenientes en las distintas ferias. En la concurrencia a los actos, que ahora es más “organizada” que “espontánea”.

A todo ello debemos sumar, para colmo, la parálisis existente en la Intendencia de Montevideo, que al parecer no puede emprender ninguna tarea ordenada y a mediano plazo con posibilidades de éxito que muestra, además un nunca visto afán recaudatorio, con multas de tránsito que nada resuelven, persistiendo en este nivel los problemas más graves, como el exceso de velocidad que se verifica por las noches, la falta de adecuada señalización, etc. ¿Hace cuanto tiempo que la IMM no pinta las líneas blancas que indican los cruces peatonales en las esquinas? Es una tarea simple, diríamos que mínima, pero que no se realiza desde hace años. Los problemas con la basura están ahí, en fin, todas y cada una de las tareas específicas de una Intendencia, han quedado en el tintero por la parálisis municipal producida en lo superficial por el conflicto con ADEOM, producto de una serie de medidas del gobierno comunal anterior, a las que se opuso con uñas y dientes el buen frenteamplista y mejor gobernante municipal que fuera Ernesto de los Campos.

No se escucharon sus palabras, se firmó un acuerdo absurdo y desmesurado con el gremio municipal, con aumentos impagables y el resultado es un conflicto permanente por el incumplimiento que mantiene la IMM que “castiga” a los vecinos con impuestos, contribuciones y patentes que no tienen que nada que ver con la realidad. Solo tienen que ver con la necesidad de tapar los agujeros dejados por esa política errónea de la que no se sabe cómo se saldrá. Agujeros que no son, justamente, los de las desastrosas calles de la ciudad.

Qué nadie se sorprenda ni “plantee renuncias” cuando se entere del resultado calamitoso de algunas encuestas. Lo que ocurre en Maldonado es también aleccionarte, para poner otro ejemplo.

Lo peor, a esta altura, sería tratar de tapar el sol con un dedo, tratando de evitar que nos deslumbre. Con el IRPF, la contribución inmobiliaria y las tarifas de las empresas públicas, especialmente los combustibles que siguen manteniendo en 60% de carga impositiva, a lo que se le debe sumar el avance inflacionario, se toca de mala manera a la clase media y esa es una verdad incontrastable. No se castigó a los “viejos platudos” como aventuró José Mujica, sino a hombres y mujeres que lograron jubilaciones relativamente adecuadas por haber aportado más al BPS o a las cajas paraestatales. Estos “viejos platudos” cobran jubilaciones que van de 16 mil pesos en adelante sin superar casi ninguna los 50 mil pesos que, para poner un ejemplo, poco tienen que ver con los estipendios de un legislador, diputado o senador, que además de más de 100 mil pesos de sueldo, tienen 80 mil por gastos de secretaría, 13 mil por compra de diarios y los recursos que le llegan por ser integrantes de una bancada.

Claro, los legisladores se defienden afirmando que al faltar una ley de partidos, con sus sueldos financian la actividad de estos que son la esencia de la democracia. Y dan ejemplos bien claros: los legisladores socialistas no llegan a los 38 y los del MPP a los 28, en razón de las “quitas” que le hacen sus respectivas organizaciones políticas.

Es un argumento atendible, pero poco tiene que ver con una escala salarial que trepa como hiedra por las distintas oficinas del Palacio Legislativo, uno de los lugares donde los trabajadores logran los mayores beneficios de la administración pública. Argumento que, además, también podría ser utilizado por cualquier persona que en base a su salario o jubilación, quisiera financiar una actividad que fuera de importante contenido social, político o de cualquier otra especie fundamental para el funcionamiento correcto del sistema.

Lamentablemente, como frenteamplista, debo decir que con la ostensible desmovilización de la fuerza política, esta política de objetiva agresión a la clase media lo único que se logrará es cuestionar todo futuro electoral del Frente Amplio y mellar una de las cualidades que caracterizaron a nuestra fuerza política, que fue su multiclasismo.

No porque se toque el bolsillo de la gente y se despierte su egoísmo, como dicen algunos de manera facilona. ¡No! Ocurre porque las grandes masas perciben una ostensible injusticia en todo el conglomerado de descuentos, especialmente cuando saben que a los grandes, los exportadores e importadores, que también están haciendo su agosto en julio con el dólar devaluado, y grandes empresas intermediarias del trabajo nacional, como los frigoríficos, hoy casi todos de capital extranjero, que no pagan IRPF, que han sido excluidos expresamente de él por decisión de la política económica, son las “moscas blancas” de la actual situación.

¿Si Astori cree que puede lograr votos de quienes no toca este IRPF, como los grandes empresarios, o las clases desposeídas, tradicionalmente mediatizadas a quienes no le llega la imposición, como los jubilados y asalariados que ganan menos de 8 mil pesos (menos de un cuarto de la canasta básica de alimentos), debería estudiar la realidad de cuerpo electoral nacional y que grupos sociales son los que tradicionalmente deciden quienes nos gobernarán?

- Carlos Santiago es Periodista. (Asesor editorial del semanario Bitácora)
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