“El valor de la tierra es una expresión desprovista de sentido. La tierra no tiene más valor que el aire, la luz o el viento. Es un factor de producción suministrado por la naturaleza, no una mercancía producida por el trabajo humano”
Ernest Mandel

Desde Roma, el 16 de octubre de 2002, nuestro Comandante Presidente Hugo Chávez, en la sesión de la FAO, en ocasión del “Día Mundial de la Alimentación”, nos indujo a “acabar con la grosera concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos en Venezuela”.

Privada

Algunos medios de comunicación aseguran que “el Ejecutivo venezolano, a través del INTI, ocupa tierras, en forma ilegal, cuyos propietarios pueden demostrar su titularidad por varias décadas”. Según un comentarista “Aquí latifundio es toda finca que produzca envidia”.

Citan y amplían declaraciones de un empresario quien afirma que “la propiedad privada es una garantía fundamental que no puede ser arrebatada por gobierno alguno, porque está establecida como Derecho Humano en la Declaración Universal de las Naciones Unidas”.

En su opinión, la propiedad privada es totalmente ilimitada, tal como ha sido por siglos en nuestra Patria Grande. Y agrega: “Yo no tengo dudas de que aquí todo vá a ser confiscado”; “la prohibición de latifundio, expresada en la Constitución, es absolutamente antidemocrática”. “Es una gran farsa. La libertad es la libertad, absoluta. Cambiar el término de propiedad, por propiedad social, es ponerle adjetivos muy peligrosos”.

Pública

Pareciera que la propiedad del Estado es de todos, es de nadie y es dañina. Y cuando se lleva a extensiones de terreno, no importa si rurales o urbanos, si fronteras, costas o llanos, si fértiles, con hidrocarburos o simples ‘peladeros de chivo’, lo leemos en algunos medios de comunicación casi como ‘pecados capitales que deberíamos confesar de rodillas’.

Quizás nadie como Eduardo Galeano lo ha expresado con tanta claridad: “La mala fama de la propiedad pública, desprestigiada por quienes la han usado y maltratado como si lo que es de todos fuera de nadie.”

Y entonces surge el tonto útil, quizás hasta bien pagado mientras convenga, quien asegura que “El Estado es el mayor terrateniente”. Nó, estimado opositor, nó. Si la suma de las hectáreas del territorio venezolano, más los espacios construidos sobre las tierras en forma de propiedad horizontal, en propiedad del Estado, son superiores a las de cualquier otra persona natural o jurídica, entonces, los mayores propietarios de tierras y espacios en esta Patria, SOMOS TODOS, incluyéndote a tí.

Eso sí, es mi deber recordarte que: “Los derechos comunes son indivisibles; no se pueden vender ni traspasar los derechos individuales sin los derechos colectivos inherentes” ¿Quién lo dijo? Prácticamente todas las leyes, códigos, costumbres y hasta religiones del planeta, incluyendo ese sitio que estás pensando.

Socialista

¿Hay algún camino, ruta, vía, proceso o trocha para salir de este proceso neoliberal de adquisición de inmuebles que adquiere todo para beneficio de una minoría?.

Vitali Alekseevich Zhamin nos dá la respuesta: “La propiedad socialista pone fin a la explotación del hombre por el hombre; lo libera de todas las formas de opresión y de todos los tipos de dependencia social. Ofrece amplias posibilidades para el desarrollo planificado y sin obstáculos de la producción social, para el incremento incesante de la productividad del trabajo social, para elevar el bienestar del pueblo y para el libre desenvolvimiento de la personalidad de cada trabajador”.

Hay un paso siguiente, que parecería lógico. Si lo que es del Estado, es de todos, ¿por qué entonces esa propiedad socialista no la ampliamos a todos los venezolanos?. Siento un profundo respeto por la propiedad comunal, por el grupo de vecinos que juntos luchan, trabajan y mejoran su entorno. Pero, ¿hasta donde llega ese espacio? ¿Se preocuparán sólo por lo de ellos y ‘el que venga atrás que arree’? O peor aún: ¿Estaremos propiciando la creación de pequeños grupos separados que incluso competirían entre sí por la apropiación de espacios intermedios o comunes?.

Estatal

Alguna vez le dijimos a alguien muy admirado que la descentralización no tiene límites. Y esas comunidades “independientes y autónomas” pudieran regresarnos, en casos extremos seguramente por “externas influencias” (o “malas juntas” como decía mi abuela andina) a aquello del Estado independiente (que hasta tenía Presidente) y al Alcalde que “aquí mandó yó; el Presidente de la República manda en Caracas”, como sucedió por décadas (quizás siglos) y hasta a veces uno lee y oye como si sucediera hoy.

El futuro ideal y lógico es la propiedad socialista estatal: propiedad de todo el pueblo. Y todos los venezolanos, así como soberanamente desde 1784 según el Edicto Real de Carlos III, ordenado por el Libertador Simón Bolívar en 1829 en Quito y decretado por el Prócer José Antonio Páez en 1832, poseemos la propiedad conjunta e indivisa del subsuelo, incluyendo las máximas reservas de hidrocarburos del planeta, igualmente todos pasaríamos a ser los dueños conjunta e indivisamente de todo aquello que represente los saberes, bienes y servicios de máxima estrategia para la República Bolivariana de Venezuela.

Todos seremos propietarios entonces de los recursos forestales, las aguas, las plantas industriales, las fábricas, las empresas de construcción, la red de ferrocarriles, el transporte fluvial, aéreo, marítimo y por tuberías, los bancos, las empresas financieras, las empresas agrícolas, las instituciones científicas y culturales, y el fondo básico de viviendas.

A propósito, cuando estoy hablando de “propiedad social de la tierra”, no estoy haciendo un simple “copiar y pegar” de textos soviéticos o cubanos. Un héroe venezolano luchó, mucho antes que ellos, para que la tierra fuera de todos: el glorioso General del Pueblo Soberano Ezequiel Zamora.