Interrogantes cotidianos, solución o guerra
09/04/2011
- Opinión
¿Por qué alguien mata a otra persona sin siquiera conocerla, sólo a cambio de un dinero?, ¿Por qué un muchacho le arrebata a una señora el teléfono móvil, los anteojos, el bolso, una cadena y hasta la vida?, ¿Por qué un terrateniente matón desaloja un pequeño campesino de su parcela y se apodera de ella?, ¿Por qué las avalanchas de los ríos, las inundaciones y los deslizamientos de tierra dejan siempre sin techo a millones de compatriotas, fuera de las muertes ocasionadas?, ¿Por qué la mayoría de los funcionarios públicos recurren a mil trampas para apropiarse de los dineros del Estado, dineros de todos y todas?, ¿Por qué las condenas aplicadas a los criminales más ricos y gobiernistas son inferiores a las de los opositores políticos?, ¿Por qué los legisladores no le ponen límite a la magnitud de la propiedad privada que puede acaparar un individuo?, ¿Por qué los campesinos en el decenio de 1960 se vieron obligados a organizarse en guerrillas?
¿Por qué razones en Colombia no existe verdadera democracia?, ¿Por qué la oposición carece de medios donde opinar y difundir libremente sus ideas en un país que dice garantizar este derecho, o es que para ejercer los derechos es preciso poseer grandes capitales?, ¿Por qué a los niños y jóvenes no se les enseñan todas las diversas concepciones religiosas, políticas y sociales antes de inducirlos a abrazar un credo político o religioso?, ¿Por qué se mantienen diferencias de más de 50 veces entre un salario mínimo que no alcanza para 4 personas y otro de Senadores, Magistrados y Ministros (y hasta más de dos por familia)?, ¿En las condiciones de Colombia pueden los pobres aspirar por vía electoral a dirigir el Estado?, ¿Será que algún día podemos vivir en un Estado sin corrupción, totalmente transparente?
¿Por qué los comunistas son tildados de “hijueputas”, odiados por la oligarquía y sus incondicionales rodillones, cuando lo que buscan es igualdad y bienestar social, garantía de los derechos humanos para toda la población?, ¿Por qué ciertos personajes se empecinan en negar la existencia del conflicto social y armado que padecemos en Colombia?, ¿A cuántas personas defienden las fuerzas armadas: a los 45 millones o sólo a los 4 millones más ricos?, ¿Por qué el gobierno colombiano ejerce su poder en beneficio del 10% de sus habitantes y en contra del 90%?, ¿Por qué se organizaron las fuerzas armadas paramilitares y se les asignó el papel de ejecutar la guerra sucia estatal contra la población civil?, ¿Por qué encarcelan y asesinan dirigentes sindicales, periodistas y opositores al gobierno?, ¿Por qué los hijos de los ex presidentes, de los ex candidatos presidenciales y de los grandes burócratas heredan los cargos de sus mayores sin necesidad de concursos de méritos, o es que vivimos en un país manejado por castas semifeudales?.
Los anteriores son apenas algunos de la interminable lista de interrogantes y contradicciones existentes en Colombia y en casi todos los países donde impera el régimen capitalista. Surgen entonces las preguntas millonarias: ¿Es la división de la sociedad en clases antagónicas la forma natural e inamovible de existencia de la especie humana?, ¿Es imposible construir una sociedad donde prevalezca la racionalidad, producto de un consenso lógico e inteligente, sobre las insensateces y caprichos humanos?, ¿Por qué no sustituimos el concepto de competencia por el de emulación?, ¿Por qué no edificar un Estado que reduzca al mínimo las desigualdades naturales en lugar de ensancharlas?
Aunque sin lucha de los de abajo por alcanzar los logros de los de arriba es improbable una revolución social, también es innegable que la globalización de la información puede acelerar los cambios indispensables conducentes hacia una sociedad solidaria, humanista y humanizada, conviviente con la naturaleza.
De resultar frustrada esta aspiración debido al inmenso poder obtenido por la ínfima minoría de multimillonarios del planeta, entonces preparémonos para la agudización de la guerra, quizás en su forma más brutal e impredecible: el terrorismo. Los de arriba ya han hecho vulgar e insultante ostentación de sus riquezas y los de abajo no van a tolerar más que unos cuantos individuos disfruten de tan humillante boato y desperdicio mientras ellos, excluidos y marginados, ni siquiera alcanzan la condición de esclavos. Ellos no subsisten en la miseria como fruto de su pereza y abulia o de una genética corrompida sino como resultado del injusto orden social capitalista. “¡Que haya derechos para tod@s o que no los haya para nadie !”.
Ni los creyentes en seres extraterrestres van a seguir tragándose el cuento que las injusticias y su pésima situación social son producto de decisiones de los dioses, divinas y celestiales. El mundo árabe y musulmán, aunque anarquizado y aún sin rumbo claro, ya ha empezado a pellizcarse. Los colombianos y colombianas también asimilaremos el concepto de dignidad.
Armenia, 9 de Mayo de 2011
- Libardo García Gallego, Neopanfletario - www.joligaga.blogspot.com
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