¿Tiene rumbo Cardoso?

28/09/1999
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El presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, catalogó de "sin rumbo" a los 75.000 manifestantes según cálculos de la prensa- que el pasado 26 de agosto se dieron cita en Brasilia para protagonizar la más concurrida protesta contra el gobierno, y en la cual se levantó la bandera de "fuera FHC" (las siglas que identifican al jefe de Estado), pero ni esta manifestación, ni otras en un breve lapso de semanas, hicieron desistir al otrora sociólogo del rumbo que sigue también en su segundo mandato: la política de ajustes. Cardoso tomó el tiempo exacto entre la protesta, bautizada originalmente como "La Marcha de los 100.000", y antes del "Grito de los Excluídos" del 7 de septiembre, para presentar con gran despliegue el programa "Avanza Brasil", que dará según las proyecciones oficiales- respuesta en parte a la deuda social del país, que asciende a 800.000 millones de dólares, según estudios encargados por el propio gobierno. Aunque las autoridades insisten en que el programa no es una respuesta a las demandas, el religioso Frei Betto se preguntó: "sin la marcha de los 100.000 y el Grito de los Excluídos, ¿el gobierno propondría el paquete de medidas sociales?: es obvio que no. Lo cual demuestra que él (Cardoso) no tiene rumbo ni propuesta". Betto apunta algo en lo que coinciden diversos analistas, el presidente sólo actúa "al calor de las presiones momentáneas", pero es evidente que el rumbo del gobierno está claro, la meta es continuar con los ajustes sin posibilidad de debatir otro camino, como lo demostró la fulminante destitución del ministro de Desarrollo, Industria y Comercio, Clóvis Carvalho, poco después de atraverse a cuestionar que el énfasis se pusiera sólo en la estabilidad macroeconómica. Iglesia advierte sobre descontento creciente Brasil ha sido escenario -en cuestión de cuatro semanas, entre agosto y septiembre- de una cadena de protestas. Los camioneros prácticamente paralizaron al país, después los propietarios rurales tomaron Brasilia durante varios días, los sectores sindicales y de izquierda organizaron "La marcha de los 100.000", también en la capital el pasado 26 de agosto, allí llegarán además- unos mil dirigentes del Movimiento de campesinos Sin Tierra (MST) a inicios de octubre después de una caminata de 1.500 kilómetros y la propia iglesia católica coordinó en 1.100 municipios "El Grito de los Excluídos", el pasado 7 de septiembre. "Las manifestaciones y movilizaciones que están sucediendo en estos días traducen un descontento creciente. Ellas son una preocupante señal de alerta". La advertencia fue lanzada el pasado 25 de agosto por la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) en un breve documento llamado "Desafíos y esperanzas del momento actual", fruto de la 43a. reunión ordinaria del Consejo Permanente de la cúpula católica en el país más grande de América Latina. El gobierno del presidente Fernando Henrique Cardoso ha intentado restarle importancia a la serie de manifestaciones, todas pacíficas, pero analistas coinciden con la óptica de la CNBB en señalar que el ejecutivo atraviesa un momento de serias dificultades, pues apenas tiene ocho meses de haberse iniciado el segundo mandato, tras la reelección de octubre de 1998, y el gobernante tiene un nivel de impopularidad récord. "Las investigaciones de opinión revelan la vertiginosa caída de la popularidad del gobierno, llegando a niveles que asustan, principalmente por el hecho de que restan más de tres años de mandato", dice -por ejemplo- el Análisis de Coyuntura Julio-Agosto de la CNBB. Cardoso fue reelecto en octubre con un importante caudal de votos, pero menos de un año después el encanto parece haberse acabado, al sentirse con fuerza en la población los efectos de la crisis, que se han traducido en más ajustes a pesar de que el país está en la dinámica de la política de ajustes macroeconómicos desde 1995, con el llamado Plan Real. "Bastó que el ancla financiera y cambiaria se liberara para que a consecuencia de los ajustes, previstos en los acuerdos fiscales con el Fondo Monetario Internacional (FMI), comenzase a hacer sentir sus efectos", apunta el análisis, compartido por los obispos brasileños. La CNBB en su documento recalca que el país vive "un momento en que afloran muchas insatisfacciones y éstas se generalizan". Menciona en concreto el caso del desempleo, que fue escogido por los prelados como tema de la Campaña de Fraternidad de este año, y que "lleva a la desesperación a un número cada vez mayor de familias". Los obispos expresaron su respaldo a las protestas que tienen lugar en Brasil, al tiempo que reiteraron: "pensamos en aquellos que ni siqueira tienen condiciones en hacer oír su voz", ante lo cual se lanzó "El Grito de los Exluídos", que desde 1994 se organiza cada año el 7 de septiembre, día de la independencia nacional de Brasil, y que este año tendrá también una repercusión en varias capitales latinoamericanas el 12 de octubre. En la manifestación, a lo largo y ancho de Brasil, se rechazó la exclusión social, que se ha agudizado con la política económica de Cardoso. La masiva manifestación tuvo este año un motivo más para protestar, como recordó el arzobispo Luciano Mendes de Almeida, pues recientemente un jurado en Belem de Pará absolvió a los tres oficiales que estuvieron a cargo de un batallón de 147 efectivos de la Policía Militar que en abril de 1996 masacró a 19 campesinos sin tierra. "El día de la patria debe ser rescatado como día de la dignidad, de la ciudadanía y de los derechos fundamentales para todos", aseveró el prelado. El rumbo de la economía En medio de esta cadena de protestas y manifestaciones, el presidente Cardoso con palabras y hechos ratificó que la prioridad de su gobierno será buscar la estabilidad macroeconómica, aunque presentó con bombos y platillos el plan "Avanza Brasil". El programa requiere inversiones de 168.000 millones de dólares para 358 proyectos de infraestructura y desarrollo social, con el único detalle de que se espera sea financiado, en un 50 por ciento, por el sector privado, que adelantó no tener condiciones para ello. Con el plan se quieren crear 8,5 millones de empleos en cuatro años y erradicar el trabajo infantil en el 2003. Pero, según adelantaron analistas, esa cifra de puestos de trabajo es exactamente la que debería crear la economía para acoger a los nuevos trabajadores, con lo cual en el fondo- no se le está dando respuesta ni al desempleo ni a la creciente informalidad. Cardoso aseveró que las protestas no tienen rumbo y que el camino para Brasil debe ser la meta de la estabilidad. Ello hasta significó la destitución fulminante del ministro Clóvis Carvalho, quien apenas estuvo seis semanas como titular del despacho de Desarrollo, Industria y Comercio. Carvalho, una figura polémica en el gobierno y tachado de "desarrollista", pretendió abrir un debate sobre el enfasis que debería poner el gobierno, en el desarrollo o la estabilidad, e hizo críticas públicas al titular de Hacienda, Pedro Malan, claro defensor de las políticas de ajuste. Su abrupta destitución, el pasado 3 de septiembre y el respaldo a Malan, no dejan lugar a dudas sobre la orientación que quiere seguir la administración del presidente Cardoso, quien no tendrá el camino allanado para concluir su mandato en el año 2002. "Tenemos una amplia agenda de protestas por delante porque el gobierno sólo cambia nombres de ministros, pero su política no varía y el pueblo no aguanta más", expresó el presidente de la Central Única de Trabajadores (CUT), Vicente Paulo da Silva, durante la manifestación de "El Grito de los Excluídos".
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