Presupuesto educativo
Argentinos luchan contra recortes
14/06/1999
- Opinión
A comienzos de abril, una misión del Fondo Monetario Internacional realizó una
de sus habituales visitas a la Argentina. Presidida por la temida Teresa
Ter-Minassian, jefa de los auditores del FMI que revisan las cuentas argentinas,
la misión acordó con el gobierno de Carlos Menem que para cumplir con las
metas esperadas por este organismo financiero internacional, el gobierno
argentino debía hacer un recorte de 1000 millones de dólares en los gastos
públicos presupuestados para el año en curso. A la hora de podar, el
Ministerio de Economía decidió aplicar los principales recortes a la cartera
de Educación, mermando su presupuesto en 280 millones de pesos, 100 de los
cuales correspondían al sostén de las universidades nacionales y el resto a
la construcción de aulas y equipamiento para escuelas primarias.
Menem decidió cumplir con las decisiones del FMI firmando un decreto del Poder
Ejecutivo que convalidaba el recorte. Pero allí se encontró con el primer
escollo: la entonces ministra de Educación Susana Decibe se negó a convalidar
el decreto con su firma y al día siguiente, el rector de la Universidad de
Buenos Aires (UBA), Oscar Shuberoff anunció públicamente que si se producía
el recorte presupuestario él se vería obligado a cerrar la universidad a
partir del 1 de octubre. A partir de allí, la sociedad argentina tomó
conciencia de la gravedad de los hechos y comenzó a movilizarse para impedir
lo que consideraba un ataque al sistema educativo gratuito que rige en el país
para la enseñanza pública y que abarca todos los niveles, incluyendo los
estudios universitarios de grado.
Al negarse a firmar, la ministra de Educación amenazó con renunciar si, de
todas maneras, el recorte se producía. Mientras tanto, las universidades
comenzaron su movilización, siendo la UBA, los colegios secundarios que
dependen de ella y las escuelas secundarias y terciarias de la ciudad de
Buenos Aires las que lideraron la lucha contra la decisión presidencial. La
UBA cuenta con una población estudiantil de alrededor de 260 mil personas,
repartidos en 13 facultades, y el más grande grupo de investigadores del país,
que produce el 44% de la investigación en el sistema universitario argentino.
Una vez aprobado el decreto por sus pares, la ministra renunció el 7 de mayo
y fue rápidamente reemplazada por su viceministro, Manuel García Solá, quien
de inmediato expresó su coincidencia con la decisión presidencial. A esta
altura, miles de estudiantes, profesores, maestros y padres, acompañados por
la población en general, se lanzaron a la calle a manifestarse contra medidas
que significaban para muchos la pérdida del año lectivo y un mayor deterioro
del sistema educativo argentino, que fuera en una época el más sólido de
América Latina, en materia de recursos, investigación y nivel académico.
Marcha atrás
La protesta de la comunidad educativa tuvo muchas manifestaciones, pero
ninguna de ellas violenta. Alumnos y profesores salieron a las calles,
avenidas y parques a dar clases públicas, cortando el tránsito con sus bancos
y pizarrones. Se organizaron marchas a la casa de gobierno, al Congreso
Nacional, a la sede del rectorado y al Ministerio de Educación. Miles de
estudiantes con carteles de protesta, disfrazados imitando al presidente
Menem, con bombos y tamboriles como comparsa carnavalesca recorrían las calles
con cánticos nada agradables para las autoridades. "Traigan al gorila
musulmán para que vea que este pueblo no cambia de idea, pelea, pelea, por la
educación", versaba uno de los cantos más populares, en el que se calificaba
al presidente como un "gorila", apodo dado en la Argentina a la derecha
ultraliberal y "vendepatria", históricamente opositora al peronismo.
Los cánticos de los estudiantes coincidían con las encuestas callejeras que
diversas empresas que miden la opinión pública realizaron durante esos días
de mayo en el país. Las encuestas mostraron que un 86% de la población
consultada opinaba que, de estar en sus manos, otorgaría a la educación la
mayor partida del presupuesto nacional. Alentados por el apoyo popular, los
estudiantes organizaron también "abrazos" a los edificios de sus facultades
y escuelas, reuniendo así a cientos de personas de todas las edades y
condición social en verdaderas cadenas humanas en defensa de la educación
pública.
Mientras las ciudades con sedes universitarias se convertían en un caos de
tránsito y movilizaciones, los partidos de oposición decidieron rechazar el
decreto del Poder Ejecutivo en el Congreso e impedir que se produjera el
recorte. Para ello, el propio presidente Menem había comenzado a dar marcha
atrás sobre su resolución y estaba dispuesto a reducir el recorte a Educación.
Pero la pulseada en el Congreso, avalada por las protestas ciudadanas permitió
que la oposición lograra la adhesión de los diputados y senadores del propio
oficialismo. Finalmente el 12 de mayo votaron junto a los partidos opositores
una ley en la que dejaron sin efecto el recorte de 280 millones de dólares en
las partidas del Ministerio de Educación.
Este hecho, que fue festejado por toda la población, dejó una profunda herida
en el gobierno de Carlos Menem. Con sólo cinco meses para las elecciones
generales del mes de octubre, la figura del presidente argentino se debilitó
aún más por pretender aplicar medidas políticas totalmente antipopulares, que
le significaron perder el apoyo de su propio partido. La situación también
fue aprovechada por el pre-candidato del Partido Justicialista a la
presidencia de la Nación, el gobernador Eduardo Duhalde, de la provincia de
Buenos Aires, quien utilizó la oportunidad para que los diputados que le son
adeptos le ayuden a diferenciarse del gobierno de Menem, en vistas a la
próxima contienda electoral.
La situación llevó a que el ministro de Economía tuviera que realizar una
nueva consulta con el FMI, por la imposibilidad de aplicar los recortes
solicitados. El propio FMI pareció reconocer que era imposible hacer frente
a tanta fuerza popular y legislativa y decidió aceptar la situación, que
significa un aumento en el déficit del país para este año. Si bien es cierto
que ganó la educación gracias al apoyo de todo el pueblo, también es cierto
que cada vez más las grandes decisiones políticas y presupuestarias se toman
en ámbitos totalmente alejados de los intereses ciudadanos. La vida y las
esperanzas de los pueblos parecieran quedar a la deriva, atadas a un puñado
de tecnócratas que sólo responden al mundo financiero transnacional.
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