Caso Berríos: Chile pide la extradición de tres militares uruguayos

08/01/2004
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El juez chileno Alejandro Madrid, pidió la extradición de tres oficiales del Ejército uruguayo implicados en el secuestro y asesinato en Uruguay del bioquímico chileno y agente de la DINA Pinochetista, Eugenio Berríos. Se tratan del teniente coronel (r) Tomás Casella y los tenientes coroneles en servicio activo Eduardo Radaelli y Wellington Sarli. Al primero se le requiere como autor del homicidio y a los otros dos como cómplices. Por el mismo delito, el juez Madrid encausó a varios militares chilenos: el mayor (R) Arturo Silva, capitán (R) Jaime Torres Gacitúa, el capitán (R) Pablo Rodríguez Márquez, el comandante (R) Manuel Pérez Santillán; y al funcionario civil Raúl Lillo Gutiérrez. El bioquímico chileno fue sacado de su país en 1991, cuando debía declarar en el proceso por el homicidio en Washington DC del ex canciller chileno Orlando Letelier. Tras ingresar con documentos falsos a Uruguay, vivió custodiado por militares uruguayos y chilenos hasta que en 1992 se escapó de la casa del coronel Radaelli en el balneario de Parque del Plata (unos 50 km al este de Montevideo) y solicitó ayuda en la comisaría del lugar. Allí denunció estar siendo secuestrado por militares uruguayos y chilenos y correr riesgo de vida. Sin embargo, luego de una rápida gestión de la cúpula militar del momento, Berríos fue entregado al coronel Casella y nunca más fue visto con vida. La circunstancia salió a luz pública merced a la denuncia de un agente policial, y el incidente se saldó con la destitución del comisario de Parque del Plata, Elbio Hernández, y del Jefe de Policía del departamento de Canelones, Ramón Rivas. Posteriormente, la inteligencia militar montó una operación mediática que incluyó una carta manuscrita de Berríos afirmando gozar de buena salud y estar viviendo en Italia; y una foto suya (trucada, claro) leyendo el ejemplar del día de La Stampa de Milano. Grafólogos policiales certificaron que la carta había sido escrita por el bioquímico, y allí quedó todo. Cuando tres años despues unos restos humanos fueron encontrados semi enterrados en la arena en el balneario de El Pinar (30 km al este de Montevideo) con un balazo en la cabeza, el juez actuante sospechó que podrían tratarse de los restos de Berríos y comenzó a investigar la eventualidad. Posteriores estudios antropométricos y genéticos confirmaron la sospecha del juez, quien empero se limitó a citar a los mencionados Casella, Radaelli, Posse, Hernández y Rivas en calidad de testigos. Obviamente todos declararon saber poco y nada del asunto y nunca fueron procesados. La causa fue pasando de juez en juez durante estos casi 10 años sin que se efectuaran nuevas investigaciones. Sin embargo, a miles de kilómetros de distancia, la justicia chilena ya tiene todo claro, y para cerrar el caso está pidiendo la extradición de los cómplices uruguayos en el crimen. La Suprema Corte de Justicia uruguaya tiene ahora la palabra. Al parecer fueron las particulares características personales de Eugenio Berríos las que determinaron su ejecución. En efecto, el bioquímico (que había sintetizado para la dictadura pinochetista el famoso GAS SARÍN de los nazis), era drogadicto, alcohólico, bisexual y lenguaraz, por lo que frecuentemente hacía gala de su pasado en los ámbitos más inapropiados. Ante la imposibilidad de mantenerlo en silencio y con un perfil bajo para que no llamara la atención, tras una visita del general Pinochet a Uruguay en 1992 (en la que el coronel Tomás Casella fungió como edecán extraoficial), se habría decidido asesinarlo. Berríos, además, aparece vinculado a la muerte del ex presidente chileno Eduardo Frei Montalva, (PDC, 1964/70) quien falleció el 22 de enero de 1982 de una extraña infección intrahospitalaria cuando se reponía de una sencilla operación en una clínica de Santiago. Durante la última visita a Chile del presidente Jorge Batlle, sus hijos (el también ex presidente Eduardo Frei Ruiz y la senadora Carmen Frei), solicitaron su intercesión para agilitar las investigaciones en Uruguay. Como es su estilo, Batlle prometió el oro y el moro y cuando volvió a Montevideo hizo todo lo contrario. En Chile se tiene la casi certeza de que Frei fue asesinado usando un compuesto químico fabricado por Berríos. * Andrés Capelán (Comcosur/Montevideo)
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