Los cambios del clima no son fortuitos
El desafío del calentamiento global
05/11/2012
- Opinión
Cuando en Uruguay seguimos sobrellevando los sorpresivos rigores de un clima cambiante, luego de pasar un duro invierno caracterizado por una escasez hídrica que descolocó a muchos y, particularmente a UTE, nuestro monopólico proveedor de energía, sorprendiendo a otros y afectando a todos los demás en sus vidas cotidianas, quienes debimos consumir y ajustar el consumo de energía a la característica de represas prácticamente secas, tras lo cual resaltó – como siempre – la morosidad de las obras para lograr otras formas de producción que no fueran las tradicionales, basadas en el consumo del carísimo petróleo.
La primavera revirtió el caudal hídrico. Se pasó de la sequía preocupante a la lluvia, fenómenos acompañados de vientos, casi o huracanados que, semanalmente sorprenden y distorsionaron la vida cotidiana de todos los uruguayos, creando problemas irresolubles y multiplican, por supuesto, el significado negativo que tienen las imprevisiones de las políticas de los organismos pertinentes entre las que se destacan, por ejemplo algunas enormidades, como el resolver la suspensión del transporte colectivo en el mismo horario en el cual se autorizó a abandonar los lugares de trabajo a los funcionarios de la actividad pública y privada, dejando a miles y miles de personas a merced de las inclemencias del tiempo.
Es evidente que vivimos inmersos en un cambio climático que, de alguna manera, tendrá que tomarse en cuenta, porque no solo afectará a la vida cotidiana de las personas, sino también en un país productor de alimentos como es el Uruguay, producirán modificaciones en las mismas formas de producción. Se anuncia que el verano será como los tradicionales, con niveles adecuados de calor, sin mayores alternativas cambiantes. Sin embargo, pese a la capacidad de anticipar los pronósticos de los servicios meteorológicos – pese a que el “nacional” todavía no está regularizado – pensamos que anunciar lo que ocurrirá en materia de tiempo con tanta anticipación, dentro de unos meses, es demasiado arriesgado. Es que el calentamiento del planeta, vía errores garrafales en las formas aberrantes de la producción mundial y los errores de las formas de vida de la propia humanidad, son fenómenos que están afectando claramente a buena parte del mundo. Ahí tenemos parte de la explicación no solo de los cambios que se han producido en nuestro país, sino los que se viven en otras regiones del mundo. Hoy por hoy Argentina sufre inundaciones, Nueva Jersey, una de las catástrofes mayores de su historia, etc.
En nuestro país, obviamente, ante los anuncios de un verano tórrido y seco qué, obviamente provocaría, seguramente rigideces en las necesidades de energía, es que nos preguntamos: ¿Por qué UTE ha sido tan incapaz – por décadas - para concretar soluciones de producción energía barata? Cómo todos sabemos las últimas licitaciones del ente energético fueron fallidas y todavía están “en veremos” los trabajos de “interconexión” energética con Brasil, una obra millonaria que remachará nuestra dependencia energética de los países vecinos, mecanismo político siempre utilizado por UTE para evitar realizaciones propias y descansarse en el esfuerzo de los demás, aunque en definitiva el precio por unidad de energía sea más oneroso.
Esa dependencia energética, tanto de Argentina como de Brasil, como la producción que se realiza en las centrales térmicas consumiendo petróleo, están en la base del precio de la energía, uno de los más altos del continente. Paralelamente no podemos de dejar de mencionar a los sectores menos favorecidos de la población que, seguramente, sobreviven de mala manera una situación difícil a la que UTE ni el gobierno le encuentra solución. Son sectores de población que reciben energía “colgados” de las líneas de UTE, consumen en su conjunto tanto como la represa de Rincón del Bonete trabajando al máximo de su producción. Es una situación totalmente desordenada y es hora que nos preguntemos las razones de una situación que determina un incremento de la tarifa que pagamos el resto de los usuarios del servicio. UTE y el gobierno debieran haber resuelto, es evidente, un sistema de subsidio, midiéndose obviamente con claridad los niveles de consumo y las formas que tendría UTE para resarcirse de ese costo. Ahora solamente usa la tarifa que paga el resto de la población, fenómeno además injusto, porque los niveles de consumo de los “colgados” por unidad, de acuerdo a algunos estudios, por la modalidad de consumo que utilizan en estas zonas, es superior a los de cualquier familia de clase media.
Pero, ¿a que se debe este cambio climático? Por ello es bueno que situemos el problema que afecta al planeta en su conjunto y que ha puesto en ridículo, de alguna manera, a muchos responsables de las políticas económicas del mundo que, como discutibles personajes animados, estaban solo obnubilados por la competencia en el mercado y el crecimiento, considerando como único teatro de operaciones su país y el mundo por sus ramificaciones comerciales: Los hechos han demostrado que las cosas han cambiado rotundamente y el cambio climático global, producto del mal manejo de la economía, ha aparecido mostrando una cara siniestra que coloca a la humanidad ante alternativas de hierro que deberá cumplir, porque el planeta es uno solo y no tiene repuesto. ¿Uruguay tendrá alguna respuesta para estas alternativas cambiantes pero de indefectible cumplimiento?
Para más de un experto el cambio climático representa un desafío único para la economía ya que “constituye el fracaso del mercado” – según dice concretamente el ex vicepresidente del Banco Mundial, Nicolás Stern, que califica como- “el más importante fracaso del capitalismo mundial, más extendido y nunca conocido” La situación es sumamente grave para un país como el nuestro donde todavía no se ha tomado plena conciencia de la gravedad del tema, de su costo humano, material y de la necesidad que se tiene –también en nuestra dimensión- de adoptar las medidas adecuadas y urgentes que determinen cambios rotundos en la matriz energética y productiva.
Porque el Uruguay también, por una razón de subsistencia, tiene que comenzar a adoptar medidas de urgencia destinadas a contribuir a una solución global a un problema que ya está produciendo pérdidas que se acercan en lo cuantitativo al 20 por ciento del PIB mundial (8.500 mil millones de dólares).
Esos responsables políticos de que hablamos, por soberbia o ignorancia despreciaban y olvidaban el hecho de que los recursos naturales provienen de este mismo planeta y que la energía abundante y barata necesariamente es finita y que los lazos entre la actividad humana y la explotación de los recursos naturales se condujo siempre por el peor de los caminos, el del lucro, la especulación financiera y la depredación sin medida de los recursos naturales. Poco después las abundantes pruebas de necesidades de acciones urgentes ante el calentamiento climático se incrementaron y la comunidad científica pasó de la interrogación a la duda, de la duda a la presunción y de esta a la certeza. Y en este panorama aparecieron las largas huellas de la corrupción. Por ejemplo se supo que un grupo poderoso como Exxon Móvil gastó decenas de millones de dólares para financiar a organismos encargados de manipular información sobre calentamiento climático, con el fin de apaciguar la creciente alarma mundial
El clima no es solamente el tiempo que hace fuera de la casa, sino un ciclo completo y complejo donde entran factores múltiples que interactúan sobre el este, el agua, provocando sequías, inundaciones, polución y por lo tanto, migraciones de población, desertificación; epidemias; incendios; pérdidas en la biodiversidad; fríos o calores no previstos y fuera de la tradición de regiones y países.
Y Uruguay no vive dentro de una campana de cristal que lo preserva de males y determina que se pueda alejar en el tiempo la toma de decisiones decisivas que nos afectarán a todos. Acaso es posible plantearse dentro de este panorama proyectar la construcción de centrales energéticas que funcionen en base a sistemas de producción “limpios” multiplicando muchas veces los parques eólicos ya levantados? Sería adecuado construir otra central que funcionara con petróleo o carbón cuando el mundo va en otra dirección, buscando en la energía eólica y en la nuclear las soluciones de energía que se necesitan? Por ello es sorprendente la invocación reciente del presidente Mujica, quejándose por no haber utilizado como fuente energética al carbón, el elemento sin duda más contaminante de la atmósfera.
La otra solución, lamentablemente, tan uruguaya sería la de no hacer nada y buscar en la interconexión energética una solución que nosotros no nos animamos a adoptar. Claro, no sé si se tendrá en cuenta que si no se hace nada o poco – como está ocurriendo mayormente a nivel mundial - las reservas de gas con efecto invernadero (anhídrido carbónico, metano, óxidos de nitrógeno) se duplicarán rápidamente década a década y la temperatura media aumentara cerca de 5 grados en forma global, lo que será catastrófico para los países costeros por lo que implicaría en el cambio del nivel de las aguas de los océanos. Y de ello, se cree por ventura, que Uruguay esta exento.
Además otro riesgo evidente del calentamiento climático implica una disminución de la capacidad del mar y de la tierra para producir biomasa para la alimentación, la energía y a jugar su rol activo de fuente y receptáculo de la biodiversidad.
Este riesgo puede ocurrir catastróficamente en el 2015, según sitúan algunos científicos, siguiendo las tendencias de estos últimos años, por lo cual hay urgencia de actuar de inmediato.
En su informe el ex vicepresidente del Banco Mundial, Nicolás Stern, calculó en 8.500 mil millones de dólares el costo global de esta inacción. Ello representa una cifra cercana al 20 PBI mundial. Para el PNUD el costo del calentamiento global se duplicará cada diez años: “Hacer costará caro pero no hacer costará más caro”. Para este experto el cambio climático representa un desafío único para la economía: “Constituye el fracaso del mercado más importante y más extendido, nunca conocido”
Para Ban Ki-Moon, secretario general de la ONU el calentamiento climático podría también comprometer la paz y la seguridad internacional, haciendo un llamado el funcionario a luchar contra la pobreza, ya “que se puede hablar de un costo social del carbono” Cuando se habla de hambrunas pandemias, y riesgos de conflictos no se está en un problema coyuntural sino en una crisis planetaria que constituye el desafío principal del siglo XXI.
Mientras tanto conviene no soslayar el tema, discutir todos sus aspectos, porque es insuficiente sentarnos a esperar una solución proveniente del sistema político.
La misma debe provenir de todos.
Carlos Santiago es periodista.
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