Hugo Chávez no muere, el odio lo elevo hacia la inmortalidad
13/03/2013
- Opinión
Fueron catorce años de lluvia incesante de vituperios lanzados por el poder económico de una burguesía dueña de la maquinaria mediática para envenenar el ambiente. Producto del odio de una clase explotadora que secularmente enajenó las riquezas naturales de Venezuela para provecho del imperio y los negocios de los suyos. El abrazo que le dio a las masas irredentas, al estilo de José Martí cuando dijo que “con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar”, fue causa suficiente para desatar la furia de los poderosos.
La gran prensa del continente se hizo eco, inmediatamente, al propalar las mentiras y diatribas de las corporaciones antinacionales al servicio de los intereses extranjeros que succionan las venas abiertas de América Latina, al decir de Eduardo Galeano. Acá una sociedad aletargada por la cansona propaganda de los corifeos del neoliberalismo tuvo que soportar la charlatanería de quienes embutidos de “comentaristas” saturaban el entorno con la baba de sus denuestos.
Erradicar el analfabetismo, promover la educación superior, atender con salud gratuita las necesidades de miles de niños, mujeres y ancianos que durante los gobiernos oligárquicos fueron condenados a morir sin remedio, bajar significativamente la tasa de mortalidad infantil, disponer los recursos del petróleo para programas sociales que han garantizado mejores salarios y reducido los niveles de pobreza, fueron motivo suficiente para condenar el proyecto revolucionario del Comandante bolivariano.
Había que liquidar el ejemplo, enfilar las baterías con todos los hierros y así las cosas las cadenas nacionales e internacionales de radio y televisión se dieron a esa tarea. Nos tocó ver la penosa escena de una colega de CNN increpada por el Presidente Chávez por dejarse utilizar en este despropósito.
El espíritu noble de muchos que dicen llamarse cristianos, dio paso al pecado de desear la muerte del prójimo en las últimas semanas del hombre que luchaba por su vida enfrentándose a ese cáncer tan maligno como el odio de sus enemigos. Mostraron el cobre de su enanismo mental gentes que uno suponía tenían un ápice de humanidad.
Dice la canción de Alí Primera que los que luchan por la vida no pueden llamarse muertos. Los millones de venezolanos que hemos visto desfilar ante el féretro del invicto Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, es la sonora bofetada a la ignominia de los vende patrias de todas las latitudes. Las lágrimas y las consignas de las mayorías populares al despedir a su conductor, tienen que preocupar a aquellos que todavía, no alcanzan a entender ese clamor de nuestras juventudes que ha vuelto a repetir en nuestras calles la advertencia de nuevas generaciones que saben que sí es posible otro mundo más justo. “Alerta, alerta, alerta que camina, el anti imperialismo por América Latina”.
Panamá 9 de marzo de 2,013
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