A 40 años de la Revolución Cubana:
Salvar el paradigma
19/01/1999
- Opinión
El primero de enero de 1999 la Revolución Cubana cumplió 40 años; todos sus
dirigentes históricos sobrepasan ya los 65. Si bien cíclicamente el
prestigio de Cuba en Latinoamérica se renueva con gestos y acciones -léase
su ayuda solidaria a las naciones devastadas de Centroamérica- la
responsabilidad de salvar el paradigma recae necesariamente en la juventud.
Y la juventud cubana actual, inmersa en conflictos y situaciones muy
diferentes de las que vivieron sus padres y abuelos, no parece, al menos de
forma masiva y unánime, lista para asumir eficazmente ese empeño.
Congreso de la UJC
Del 8 al 11 de diciembre, la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) celebró su
7mo Congreso Nacional, previo al cual se realizaron, desde varios meses
antes, intensos debates en toda la isla que sacaron a la luz pública los
serios problemas que lastran la formación socialista de los jóvenes cubanos.
En las sesiones congresionales, sin embargo, pocas cosas se llamaron por su
nombre, y en el Informe Central, se mencionan los conflictos sin ahondar en
eventuales soluciones concretas. Dicho en la jerga juvenil, el Informe
Central era "un ladrillo", confeccionado en el mismo lenguaje del que tanto
se queja la juventud actual. Las cifras citadas, aunque muy esclarecedoras
en cuanto a señalar y cuantificar problemas, no dicen todo. El por qué de
esos problemas parece no haber sido aún explorado a profundidad.
Quizás un elemento determinante en que el nivel de debate decayera mucho al
llegar a la cita nacional fue el impacto de su presidencia sobre el
conglomerado juvenil. El presidente Fidel Castro y la mayoría de los
principales líderes de la Revolución no abandonaron el estrado casi en
ningún momento de las sesiones, y todos recordamos que, en las fiestas de
adolescentes, nadie se atrevía a romper el baile mientras los padres y
abuelos permanecieran en la sala. Sin embargo, los debates previos, a nivel
municipal y provincial habían sido a pecho descubierto.
Problemas de militancia
El semanario Juventud Rebelde, órgano oficial de la UJC, dedicó un reportaje
el 20 de septiembre pasado a inventariar algunos problemas que inciden en el
mal funcionamiento de esa agrupación, en la progresiva merma de su
militancia y en la pobre imagen que reflejan algunos de sus miembros.
Tras referirse al creciente número de jóvenes que no quieren ingresar en la
UJC o la abandonan, afirma el periódico: "Peor es, por deleznable y bajo, el
uso que de la UJC hacen algunos militantes. Utilizan la organización para
mostrar una imagen de vanguardia en algunas circunstancias y luego la
abandonan, una vez logrados sus propósitos personales".
Y continúa: "Un ejemplo ilustrativo de esa actitud expresó Eugenio Arzuaga,
de sexto año de Medicina en Manzanillo: 'He visto militantes que transitan
por la carrera y justo en el último año entregan su carnet. Son personas
carcomidas por la doble moral, estudiantes que fingieron una actitud, que
convivieron con la mentira, pero son ellos los más engañados'".
Cabría preguntarse a qué se debe esa ¿doble moral", fenómeno impropio de esa
espontánea primera etapa de la vida del ser humano. Y es que en algunas
décadas (del 70 al 90) primaron en Cuba los méritos políticos por encima de
las capacidades profesionales y académicas a la hora de elegir entre varios
aspirantes a una carrera, a una plaza, a un viaje o a una promoción.
La "barrera idiomática" dentro del propio idioma español también contribuyó
a cortar los puentes de comunicación -y por ende de proselitismo- entre la
organización y la masa juvenil. El discurso de barricada ya es demodée y el
monocorde sermón ideológico no llama la atención en un conglomerado
estudiantil.
"Hay que hablar un lenguaje que el estudiante entienda, no con el lenguaje
de los años 70, de los tiempos de la efervescencia revolucionaria, que no es
lo que puede llegar ahora a los estudiantes", dijo recientemente en una
entrevista televisada Carlos Lage (hijo), presidente de la Federación de
Estudiantes de la Escuela Vocacional "Vladimir Ilich Lenin", un centro
élite donde estudian los adolescentes que ganan la matrícula por concurso y
por su mejor rendimiento académico.
¿Quién es el responsable"
La dispersión generada por el abandono de los estudios (a pesar de su
gratuidad) y el desempleo que afecta al 7 % de la población activa cubana
-entre ellos a unos 100 mil jóvenes, según el Informe Central- dificulta aún
mas el adoctrinamiento de un auditorio disperso. Al terminar la
Universidad, se atomizan los llamados Comités de Base de la UJC y, según
admiten los medios de prensa oficiales, existe una fuerte tendencia de los
que cumplen los 30 años a causar "baja natural" en esa organización, sin
interesarse por acceder a su escalón superior: el Partido Comunista de Cuba.
El semanario Juventud Rebelde se pregunta: "¿Quién es el responsable de que
un militante cumpla los 30 años y no quiera ingresar al Partido? ¿Por qué
muchos jóvenes con probadas actitudes revolucionarias no quieren ser
militantes de la UJC?".
En las asambleas previas al Congreso juvenil efectuadas en el Ejército
Oriental asombró ¿el fenómeno contradictorio que se produce ante el elevado
número de !Camilitos (cadetes) de 12 grado que en los últimos tres cursos
egresaron sin la condición de militantes de la UJC", señala un reporte de la
prensa nacional.
En los últimos seis años, la UJC ha decrecido en 4,739 organizaciones de
base, y existen 8,574 centros de trabajo donde, a pesar de la presencia
juvenil, las posibilidades y las condiciones, no se ha organizado la UJC.
En el curso 1995-96, en un aula de la Escuela Vocacional Lenin, de 22
alumnos solamente cuatro se propusieron espontáneamente para integrar la
organización política.
Identificación de valores
Las autoridades cubanas parecen estar seriamente preocupadas por este
asunto. No es para menos. Después de 40 años de Revolución resultaría
desalentador que una parte de la población nacida en esa etapa no se
identifique con los valores socialistas, abandone el país (riesgosamente en
tiempos de los balseros, legalmente ahora) o decida vivir de la prostitución
y el proxenetismo, "lacras sociales" en la lista de vicios a eliminar
precisamente por la Revolución.
Sin embargo, analistas locales estiman que mucho habría que buscar entre las
causas económicas, más que ideológicas, para entender y eventualmente
corregir el deterioro moral que amenaza la integridad de las nuevas
generaciones de cubanos.
Si bien florece, especialmente en la capital del país, una gama de actitudes
delincuenciales asociadas muy estrechamente al incremento del turismo
extranjero, también hoy día comienzan a revalorizarse en Cuba -gracias y a
causa de las obligadas aperturas económicas en curso- los conocimientos
académicos, la capacidad profesional, la cultura y la buena educación
individual, y tras un largo período de enfrentamientos, la Iglesia Católica
intenta colaborar -aunque cada uno por su lado- con el Gobierno Socialista
en la formación de los valores éticos en niños y jóvenes.
En una etapa de la vida en que se pone mucha fe en los símbolos, se impone
quizás darle un nuevo aire a la galería de imágenes cubanas e
indefectiblemente, adecuar los códigos de comunicación.
En sus tiempos como máximo dirigente de la UJC, el actual canciller Roberto
Robaina consiguió insuflarle el entusiasmo juvenil que corresponde a las
actividades de esa organización, que vivió un reflorecimiento en la década
del 80, criticado por muchos "cuadros" tradicionales, y bienvenido por la
juventud cubana que colmaba las plazas en los mitines y se volcaba a los
trabajos agrícolas voluntarios con igual entusiasmo.
Robaina y el vicepresidente Carlos Lage, ex líderes ambos de la UJC, son los
únicos dirigentes que gateaban al triunfo de la Revolución y se han
encumbrado en la jerarquía cubana. Multiplicar esa identificación con
modelos vivos quizás iluminaría un poco más el futuro.
¿Estudio, trabajo y fusil...?
La consigna que marcó a las generaciones del 60 y el 70, "Estudio, trabajo y
fusil", ya no parece estar de moda entre la juventud, aunque no ha sido
abandonada por la dirección del país. Un creciente debate sobre las casi
obligatorias "Escuelas en el Campo", donde los estudiantes de enseñanza
media comparten el estudio con el trabajo agrícola, motivó recientemente una
serie de debates y explicaciones en la prensa nacional, encabezadas por una
declaración-titular del Ministro de Educación, Luis Ignacio Gómez: Las
escuelas en el campo no son una ley, sino una estrategia de la Revolución.
Cada vez más los jóvenes cubanos buscan empleo en esferas vinculadas al
turismo o las firmas comerciales extranjeras, en dos palabras: donde están
las divisas. Mientras, el gobierno persiste en la política inicial de la
Revolución, priorizar las carreras necesarias al país, como Pedagogía,
Medicina y algunas Ingenierías.
Otto Rivero, secretario general de la UJC, dijo en una entrevista publicada
por el periódico Trabajadores el 23 de noviembre último: "Pero más de un 90
% de los que se han graduado en estos años de Período Especial han recibido,
junto con su título, la boleta de empleo. Sin embargo, después de cumplido
el servicio social se producen los mayores éxodos hacia empleos mejor
remunerados, hacia el turismo y las ramas económicas que mayor desarrollo
han tenido, hasta el trabajo por cuenta propia... Otros han optado por
desvincularse."
De acuerdo con los clásicos postulados marxistas, la base económica
determina la superestructura cultural, espiritual e ideológica. En tiempos
de crisis, es lógico que las aspiraciones juveniles cambien la orientación
de su brújula, en aras de la supervivencia.
El semanario Juventud Rebelde, en su número del 23 de noviembre, publica un
artículo sobre el ingreso de los jóvenes a la industria turística, donde
afirma Gladys González, Directora de la Escuela de Hotelería y Turismo del
Hotel Comodoro: "Los test psicométricos que aplicamos todos los cursos,
arrojan que la mayoría de los estudiantes entran en la escuela en busca de
mejorías individuales, por encima de los intereses profesionales".
Sin embargo, de esa misma categoría de jóvenes salieron hace unos 15 años
más de 2,000 que dieron sus vidas en la guerra de Angola, por una lejana
causa solidaria, en nombre del internacionalismo proletario. Hoy día, más
cerca en tiempo y en espacio geográfico, cientos de ellos están brindando
ayuda médica en los devastados países de Centroamérica y en el paupérrimo
Haití, cumpliendo un compromiso hecho en su nombre por el presidente Fidel
Castro.
Salvar el paradigma de la Revolución Cubana en sus 40 años, necesitaría
quizás del reajuste de otro de sus tantísimos lemas: "Con la experiencia de
tantos años y el entusiasmo del primer díaO, para tender puentes viables de
comunicación que permitan a las jóvenes generaciones asumir voluntariamente
un proyecto socio-político que, para defenderlo y continuarlo, tendrían que
sentir como propio, no heredado ni impuesto.
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