El dato saliente es el desplome del proyecto liberal del PSDB

07/09/2014
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Los éxitos económicos y sociales de los gobiernos de Lula y Dilma son los responsables de una disputa presidencial sin precedentes, concentrada en un mismo campo político. La opción de combatir los efectos de la crisis internacional manteniendo los mejores niveles de empleo de Brasil de los últimos 40 años garantizan una pequeña ventaja a Dilma Rousseff. El discurso de la "nueva política" es un comodín de Marina Silva (fundadora y ex senadora por el PT y ministra de ambiente de Lula por siete años).
 
Hace una semana fueron divulgados los datos sobre la caída del PIB exhaustivamente reproducida por la gran prensa brasileña. Por otro lado, el martes han venido otros con la recuperación de la producción industrial y fue anunciado un incremento real del salario mínimo. Las noticias empezaron coincidiendo con el empate entre Marina y Dilma en las encuestas. Sin embargo, el acercamiento de los tucanos (partidistas del PSDB del ex presidente Cardoso) a Marina parece haber funcionado como el beso de la muerte. A cada tucano que se acerca a Marina, ella pierde electores.
 
La polarización del debate público en el ballotage deberá agudizar las contradicciones de la candidatura de Marina, favoreciendo la reelección de Dilma.
 
Las encuestas preelectorales evidencian, más que la posibilidad de Marina de representar una candidatura con chances reales de enfrentarse y vencer a Dilma, el desplome junto al electorado nacional del proyecto económico liberal del PSDB, añadido al discurso neoconservador (reducción de la edad de responsabilidad penal, antiaborto, antimatrimonio homosexual) de su candidato bon vivant, Aécio Neves.
 
Con eso, se desplaza la frontera política en Brasil, que ahora tendrá que darse al interior de los márgenes políticos establecidos por los avances y conquistas del lulismo y no más entre un proyecto a su interior frente a otro en su exterior (encarnado en los últimos 20 años por el PSDB y la miríade de pequeños partidos de derecha en su órbita).
 
Marina Silva se ha acercado a empresarios tradicionales. Su base variopinta incluye como ícono una heredera del grupo financiero Itaú (el más grande del país) como coordinadora de su programa de gobierno, que pasó a proponer la autonomía del Banco Central. Ha evitado tratar en profundidad las principales inversiones públicas en el sector energético: explotación de petróleo en aguas profundas y construcción de hidroeléctricas en la Amazonia.
 
En los últimos 12 años, Brasil experimentó una desconcentración de la renta y del desarrollo en las diferentes regiones del país. La "nueva política" de Marina es respaldada por los grandes centros urbanos, sobre todo del estado de San Paulo, Río de Janeiro y Brasilia, predominantemente en las clases medias y altas; es decir, por las regiones y clases que han perdido espacio relativo.
 
El período Lula se caracterizó por dialogar y gobernar con los distintos sectores de la sociedad brasileña. Dilma encuentra su principal base en el Partido de los Trabajadores, en los sindicatos (las seis centrales la apoyan) y en los millones de brasileños beneficiados por los programas sociales. En ese sentido, la polarización del debate público en el ballotage deberá agudizar las contradicciones de la candidatura de Marina, favoreciendo la reelección de Dilma.
 
Domingo, 7 de Septiembre de 2014
 
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