Efectos colaterales del servilismo
18/09/2005
- Opinión
El retorno por parte de la administración Nicanor Duarte a la "vieja política exterior oscilante", de caza y pesca de oportunidades menores, sólo ha servido para apuntalar una imagen de servilismo a intereses imperiales extranjeros, además de la escasa seriedad demostrada ante los iguales y diversos con quienes convivimos, no sin contradicciones, no sin postergaciones en el continente sudamericano.
A raíz de serias sospechas y la mala imagen adquirida, algunos medios periodísticos del cono sur, aviesos manipuladores de sus respectivos centros de poder, investigación mediante y con colaboración de comunicadores paraguayos, pusieron nuevamente el acento en lo que sería una inusual "inmunidad diplomática" otorgada por el Parlamento paraguayo a todo personal militar norteamericano armado, estacionado y a estacionarse en el Paraguay en el marco de los más extensos y controvertidos ejercicios militares conjuntos conocidos hasta la fecha (lotes de 400 efectivos declarados, durante dos años prorrogables). Los que podrían desembocar en por lo menos, una base militar de esa potencia extranjera para ejercer tareas de inteligencia y control a los países del Mercosur, con énfasis en Bolivia, Brasil y Argentina, sin el más mínimo control de autoridad paraguaya alguna.
Bajo este paraguas de "inmunidad" efectivos americanos, podrán instalar salas de tormento y humillación como las de Abu Graif o Guantánamo, si lo deseasen, podrán utilizar territorio e instalaciones paraguayas para cualquier tipo de operaciones encubiertas, incluso del mismo formato del "Cóndor", tráfico vigilado de estupefacientes, dinero o armas, que podrían desembocar en escándalos como los de "Irán-contras", sin necesidad de ser tocados por autoridad nacional alguna. En efecto, podrían instalar un "portaaviones" o "transatlántico", el que más les guste, de agresión o defensa, de defensa preventiva, real o virtual, una base de comunicaciones o intercepciones, contra la población paraguaya o las poblaciones de los países vecinos, sin que el sistema judicial paraguayo pueda actuar en absoluto.
Los medios periodísticos, en busca de evidencias y fuentes, incluso enviaron corresponsales para investigar el posible uso del aeropuerto de Mariscal Estigarribia, entre otros igualmente operativos, que podrían servir como base militar americana, temporaria primero, y permanente después, habida cuenta que el mismo, construido durante la dictadura stronista en los años ochenta coincidente con la invasión inglesa al sur atlántico, preveía instalaciones subterráneas y jamás ha sido usado hasta la fecha a plena capacidad.
En medio de más especulaciones que certezas se habló sin sustento. Se tendieron redes, y probablemente sin cotejar lo necesario, así como sin medir consecuencias, se publicaron avances, con medias verdades y medias mentiras al derecho y al revés, mezclando en forma imprudente, sacando de contexto, conjeturando en demasía, aspectos militares, políticos y económicos.
Las respuestas mediáticas paraguayas, desde las políticas hasta las seudoempresariales, entraron al ruedo "como caballos", si vale el término, más para contribuir al desconcierto que para aclarar, y terminaron espesando el clima político con una andana nacionalista burda y de bajo coste.
La cancha regional, de por sí pesada, a la luz de los escasos resultados económicos, con la cumbre de las Naciones Unidas a las puertas, con la pésima gestión al frente de la presidencia "pro tempore" de la administración Nicanor, comenzaba a embarrarse de tal forma, que hasta surgieron amenazas de rupturas, de nuevas y gloriosas alianzas, de nuevos bloques, de grandes bases militares, de un confiable gendarme en medio de países "progresistas" contrarios al "histórico conservadorismo paraguayo", de menos Mercosur, de más ALCA, en fin, de todo y nada a la vez, con la más peligrosa superficialidad y sin saber cómo arreglar el pastel.
Casi en simultáneo, para agravar las cosas, en un acto también sin precedentes, Ronald Rumsfeld, secretario de defensa americano, realizaba una inesperada y enigmática gira con "agenda reservada" por países "amigos" del cono sur, entre los que se insertó por primera vez en toda esta historia al Paraguay.
Circularon más de la cuenta especulación y desinformación. Dijeron que se trataba de seguridad, lavado de dinero y narcotráfico, temas en los que el gobierno paraguayo "dice" se esmera en demasía, para obtener "por fin" la esperada calificación con la promesa de concretar "donaciones graciosas" (sobre todo aquellas que se conceden sin ningún control, fiscalización o auditoria nacional o multinacional).
Entendemos que estas donaciones entre estados, sobre todo de estados ricos y dominantes a jefes de estados empobrecidos, de estados a presidentes, de presidentes a presidentes, de estados a fundaciones presidenciales, de fundaciones a fundaciones, no son más que encubiertos sobornos que concretan y "cierran" operaciones de compraventa de votos, voluntades y posturas.
La verdadera agenda del ministro de la guerra, hasta hoy se mantiene en secreto, y de ella sólo se deduce una certeza, no fue para presentar en sociedad a los odontólogos de su contingente "social", aunque con su presencia en Paraguay, contribuyera a dar credibilidad a toda una panoplia de escenarios, desde lógicos hasta delirantes, sobre una fuertemente sospechada nueva escalada de la presencia militar norteamericana en el corazón del Cono Sur, utilizando al Paraguay como cabeza de playa, lo más cercano a un "portaaviones" que no puede ser más que agresivo, que podría ser un factor de interferencia y molestia tanto al Mercosur, como al Pacto Andino.
Finalmente el parlamento paraguayo, el "inmunizador" con muchas culpas que pagar, con muchas comisiones "a cobrar", se transformó en una irracional "barra brava" de nacionalismo futbolístico, con exceso de improperios y arremetidas verbales donde la razón jamás primó, siempre con medias verdades pero con muchas más medias mentiras, con sanguíneos discursos torpes y toscos que, a los postres fueron aprovechados por una prensa amarilla, manipuladora y deseosa que mucha sangre llegue al río. Mientras, por debajo y por arriba del engañoso tiroteo mediático, seguía pasando sin ser divisada la oscura realidad no menos truculenta que la virtual, aunque en insospechado sentido.
Tan es así, que hasta el día de la fecha se mantiene la excepcional "gracia" concedida a fuerzas militares norteamericanas –en un hecho soberano sin precedentes pero que a su vez cercena soberanía--, que sin ser secreta, pretendía pasar casi desapercibida. A pesar de que analistas nacionales, ya dos años atrás, alertaban sin ser escuchados por las autoridades, sobre el intenso cabildeo realizado por la embajada norteamericana sobre medios de comunicación "alineados", parlamentarios "amigos" y militares "preocupados" acerca de los nuevos requisitos para continuar recibiendo cooperación militar, así como la necesidad de estar al día en rubros tales como seguridad, inteligencia, espionaje interno y externo.
Una "dorada píldora" que nos impusieron a todos, de la mano de un parlamento traicionero, que nos será muy difícil de tragar, a pesar del dulce barniz de la acción social superficial con que la envolvieron. El parlamento deberá rever esta medida a la brevedad, porque lo aprobado excede a su representación, y si sienten que cuentan hoy con complicidad de los demás poderes del estado, deberán sí estar comunicados que, tarde o temprano, la historia los juzgará.
Paraguay no necesita cooperación ni intrusión militar, es más, no necesita ejércitos, porque no tiene enemigos en el continente. Aunque sí tenga grandes batallas que librar por la subsistencia. Grandes batallas contra el hambre, el atraso, la desigualdad, la exclusión y el antidesarrollo. Batallas que se deben librar en el terreno de las acciones políticas y las ideas, al interior y el exterior del país, dentro y fuera de un Mercosur desigual e injusto, concebido en la era neoliberal, que habla de solidaridad sin demostrarlo.
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